viernes, 30 de diciembre de 2011

RECUERDA QUE TÚ EXISTES...

Recuerda que tú existes tan sólo en este libro,
agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabemos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.

Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página

Garcia Montero.

martes, 27 de diciembre de 2011

Zaila.

Vivimos cosas que tienen un valor en el tiempo reflejadas.
Los objetos nos prometen que todo fue verdad.

Pero lejos de significar algo,
la realidad es sólo el resto.

Cuando las hojas y las fotos se diluyen,
cuando se pierden entre el polvo y los cajones,
en ese instante en que te sientes libre,
en ese instante en que te estás mintiendo,
recuerdas.

Porque todo es mentira menos la muerte y los sentimientos.

La única verdad es verle sin los ojos, poder sentirle ciega.

No soportar que haya cuerpos, e incluso aire, que te impidan abrazarle.

Es la torpeza con la que palpas los objetos inertes,
y tú, lleno de una vida que echabas en falta,
recoges cada olor para que nunca deje de mezclarse con el tuyo.

La única verdad es que no hace frío y tú eres un escalofrío humano y doloroso,
en el momento en que piensas que te vas a encontrar con sus ojos tristes después de tanto.

No de tanto tiempo, ya que siempre pensaste que lo importante pasa mientras mides el tiempo, esos ratos en que pareces funcionar en el mundo y no planeas para ser feliz.
Porque estás planeando sobre el cielo.

Es la calidad, y no la cantidad de los sucesos.

El intentar olvidarlos todo y poder recordarlo todo así de bien,
de forma ordenada e imperecedera, vibrante,
te ayudan a tener fe en la debilidad de la voluntad,
en la de la mente humana,
y eso te reconforta.

Después de todo,
eso significaría que el resto lo recuerda todo,
aunque le pese.

Espacio y silencio nos separan,
agua con sabor a cloro,
la sensación de querer tocar algo intangible.

Por qué me sonries así si ya no me quieres?
Nadie sonrie así sin querer.

Lo sé yo,
y los que te acaban de ver, también.

Testigos de algo que desconocen, por ser demasiado grande,
por ser demasiado confuso para cualquiera
y tan excesivo para nosotros.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Hoy no puedo.

Hoy siento que el mal ha entrado para quedarse
muy adentro.

Que no tengo nada en la mente porque el dolor del alma me impide pensar,
que no merece la pena luchar, ni ganar,
ni despertarse un día y ver que todo lo bueno que has ganado,
y por lo que has luchado,
ha dejado de existir.

Hoy siento que todo lo que miro se convierte en algo sucio,
que nunca más seré inocente
que soy culpable,
que en mí está la rabia, la furia, el daño.

Hoy lloro hasta dormirme, como ayer,
porque son las únicas dos cosas que me ayudan a sentirme a salvo.

Y aquí una vez más,
donde imagino que fui feliz,
he olvidado todo lo que amaba para dejar paso al terror,
y la apatía se apodera de mi alma con cada latido.

Hoy me siento tan miserable que parece que alguien ha envenenado mi sangre y ha poseido mi espiritu profundamente.

Siento que podría vomitar mis entrañas y no me daría cuenta,
por este sufrimiento que no cesa.

Siento que no soy de ninguna parte
ni ninguna persona,
más que por nombre,
más que por rostro,
y ya ni eso,
porque ahora es gris y apagados son los ojos.

Hoy me duele decir cualquier palabra,
me duele el andar,
el sonreir,
hoy nada me calma.

He caido tan abajo que temo estar llegando a un infierno sin retorno.
Hoy no soy feliz. Ni lo fui ayer, ni hace dos meses.
Hoy no quiero engañar a nadie, ni que me juzguen, ni juzgar.

Hoy quiero ser tan invisible que pueda morirme sin ser vista.

Hoy destruyo hasta el aire con mi presencia,
y quiero marchitarme hasta secar lo último que me quede de vida.

Hoy no puedo hablar de la belleza.

Ni querer al mundo, a los demás, y a mí misma como creo haber querido.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Á la folie

Hoy buscas sin fe ese ansiado silencio.

Y te perturba la risa,
y comes sin hambre,
y duermes sin sueño,
y cada broma es ofensa,
y vuelas tan mal..

Y quieres con ansia una mente en blanco
y el alma templada,
de recién llegado al mundo,
para poder volver a él.


Amor y destrucción vab de la mano,
como el tiempo y sus estragos,
ya has dejado de crecer.

Anclada aún en manidos recuerdos,
te muestras escéptica,
ante lo que antes te inspiraba.

Cuando creyeron en tí, fuiste creyente.

Ahora sólo eres.

Arrugas esas letras que retorcisteis con el tiempo,
las mejores,
con las que te acabaste obsesionando al olvidar.

Insomne y resacosa del ayer,
confundiendo el resfriado con el llanto,
llena de viento y viejos ecos,
esperas a la primavera en que mudes a la piel que te corresponde.

En el coma de este infierno de paz,
revientas ahogándote sin poder decir palabra.

Unirás los puntos cardinales para encontrar el camino al punto de partida.

No sólo los cuerpos son efímeros.

Las constantes de la fe están en coma,
y mientras vives,
la muerte te parece tan sólo una palabra.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Y ahora tú.
También te sientes traicionado,
y yo, sin poder moverme,
ni excusarme ,
ni volver a sentirme pura ante tus ojos,
trato inmovil de olvidar el problema para salvarme.

Y no funciona casi nunca,
porque no hay drogas que curen la falta de esperanza, ni que evaporen a los que importan,
esos que cada vez son menos,
esos que cada vez sientes más lejos.

Lo bonito es efímero en este tiempo,
egoísta, inmaduro, que vemos que se acaba,
que necesitamos estirar,
y estimulados,
dejamos en el camino lo mejor que encontraremos.

Buenas noches a todos los que fueron los únicos,
los únicos a quienes debí de querer.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Realidades.

Quiero recordarlo todo.
Quizá esa sea mi última meta,
o quizá no.

Te despiertas llorando,
pero no se trata de un llanto rabioso o autocompasivo.

No pretendes recuperar recuerdos ni el tiempo.

No es eso.

En mi sueño,dos realidades.
Una, en la que había habitado tres días,
en la que un ente que me conocía
-y yo sentía- parecía quererme,
me observaba, cuidando de mí como una madre.

En el mismo cuarto, personas distintas en las que pienso, con las que hablo, se relacionaban entre sí.
Era bonito.
Estábamos todos desnudos, sin estarlo, y escuchábamos al resto como si no esperáramos a hablar,
sino a escuchar.

Estaba en silencio la casa,
la luz entraba por un ventanal amarillo, las paredes eran azules,
yo dormía en un cuarto vaporoso y ligero,
como de mar, nostálgico y tenue, como el de Fez,
y mi amiga en el contiguo, naranja, soleado, como ella.

Dos realidades al mismo tiempo,
cuando en realidad son tres, contando al pasado,
las que siento mías,
destrozandome el corazón y haciendome reir al mismo tiempo.

Viví esas vidas mientras pensaba en lo que sería la vida,
mientras ya sentía dentro de mí la pérdida,
mientras vivía,
y llena de vida la vida se apoderaba de mí.

Tanto tiempo pensando en cómo llenar las horas,
y mientras éstas pasaban,
nunca nuestros cuerpos fueron más jóvenes,
nuestras mentes tan rápidas,
nuestras almas más grandes,
nunca más nos alimentamos de tantos sueños sin terminar.

martes, 22 de noviembre de 2011

Regasu.

Laberínticas callejuelas en que perderse,
fachadas de azulejos brillando al sol del invierno,
decadencia colorida, dejadez urbana y pobredumbre humana asomando tras cada esquina,
basura y el fado convertiendo al aire en un baile de nostalgias.
Vasto Tajo cortando la vieja ciudad envenenada y hermosa,el puente americano colorado al día,
luz en la oscuridad del alma devastada.
El barrio más alto que la luna fragmentada,
reinando altiva sobre el luso paisaje ,
la caída del sol en los tejados,
el olor a mar escuchando el romper de las olas al compás del jazz gitano,
las confidencias con mantas de colores.
Los olores,
las cuestas que un tranvía de madera, y de juguete,
repasa lentamente.
El calor de un hogar,la mezcolanza de lenguas,
especias, la bossanova y la madera,
los sueños y las buenas almas en busca del humanismo que requiere un mundo mejor.

Lorenzo rozando suave al mediodía en el mercado,
café con canela y pastel de Belén a las cinco,
templados los cuerpos con pasado común,
compenetración de dos viejos veteranos de guerra,
el calor de algo demasiado conocido,
que quema si pretendes volver.

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos,
mejores que el sexo,
cuerpos que vuelven a encajar.

Un cuento que deseas volver a leer por primera vez,
la capital desborda postales con su belleza clásica,
insaciable y misteriosa,
soberana y perfecta,
sucia.
Mia en la memoria por los siglos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Como cuando escribías sobre la soledad sin tener la suerte de conocerla,
como cuando temes a la muerte sin imaginarte siquiera lo que supone,
como cuando tienes la certeza absoluta de que jamás te decepcionarán,
como cuando tenias pesadillas y al despertar tu vida era el mejor sueño posible,
o como cuando creías que tus padres eran seres perfectos y felices.

Puede que tu mitomanía sea suficiente, y seas creyente.
O puedes guiar tu vida y arrastrarla hasta el mayor de los infiernos.
Has crecido, tuyo es el poder, tuya la energía.

Infinita.

martes, 1 de noviembre de 2011

Deseo

¡El deseo!
Nos empuja y nos crucifica, llevándonos cada día al campo de batalla donde, la víspera, fuimos derrotados, pero que, al alba, de nuevo se nos antoja terreno de conquistas; nos hace construir, aunque hayamos de morir mañana, imperios abocados a convertirse en polvo, como si el conocimiento que de su caída próxima tenemos no alterara en nada la sed de edificarlos ahora..
Nos insufla el recurso de seguir queriendo lo que no podemos poseer, y al llegar la aurora nos arroja sobre un campo lleno de cadáveres.

La elegancia del erizo

jueves, 27 de octubre de 2011

Furia

Tocando Noviembre con las yemas de los dedos,
un espíritu pesado y taciturno,
pisa hojas amarillas y crujientes,
que quizá tuvieron alas algún día.

El cielo planea ahogarle sin embargo con fiereza,
y contrata al viento,
que cargado de odio,de esperpento,
azota rostros con violencia y con destreza.

Levita la ansiedad por los costados,
y la paciencia,
se agota como el aire.

Tan enferma como el mundo
desea romper los cristales con su grito,
y a oscuras, logrará su paz,
muy despacito,
destruyendo la ciudad,
quedando muda.

Sobria y sola en el infierno,
vuelve a la guarida del invierno
donde aún quedan luciérnagas brillantes.

Una luz por pesadilla,
pero faltan velas en la noche,
yo sólo pido una muerte sencilla,
y sin embargo pienso en tí.

Se aceleran respiración y pensamiento
y no miento, si digo que un lamento,
atraviesa con agujas mis entrañas.

Limita mi libertad,
me haré más fuerte,
restringe mis caminos,
haré una cueva subterránea.

La fuerza de la naturaleza,
miscelánea,
ese grito sordo e inaudible,
esta noche me posee,
me desborda sin esfuerzo.

Rabiosos y perennes alargamos esa música solemne,
hasta que el rocío inunde
nuestras tullidas almas,
nuestros cuerpos bañados,
en sangre de unicornio.

Las hojas fueron libres algún día,
puede que cinco segundos antes de morir,
como nosotros,
antes de que el lenguaje que inventamos,
se tornara incomprensible,
y dejásemos de existir en plurar,
con la misma rapidez con que supimos encontrarnos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Aquél instante en el que dejamos de ser.

Fue a finales del último estío, cerca de la playa, aún con el salitre en el pelo y las mejillas llenas de sol,
cuando ella le susurró algo que había aprehendido,
algo que había hecho suyo después de tanto tiempo.

Se lo había repetido muchas veces en las largas ausencias,
cuando sentía la pérdida como algo trágico y amargo,
cuando necesitaba creer.

Y en esa última vez de tantas últimas veces le dijo,muy bajito:

"Esta es la historia de dos seres que se amaron en plenitud,
salvándose así de una existencia vulgar"

Él le contestó, apesadumbrado, que su vida entonces, jamás había resultado más vulgar.
...

Ella no había pensado aún en lo triste que resultaba esta certeza,
ni supo de su significado hasta mucho después,
en ese instante en que recordó la frase,
y quedó barrida,
vaciándose su interior como si le hubieran arrancado
las entrañas
a cucharadas.

domingo, 16 de octubre de 2011

Así.

Duermes,
y tu cuerpo curvo me rodea por inercia
convirtiéndome en una prolongación tuya a tu lado,
una vulnerable y tierna escena,
que es mentira y demasiado,
tan eterna y reseñable, tan hermosa y tan obscena.



Como si fueras otro,
más verdad que la otra noche,
Capto tu respiración y la arrebato
robándote la vida,
aspirando
el último aliento hasta secarte.

Y al cerrarte en tu figura,
de tu piel oscura un aura se desprende,
se eriza el vello hasta los fríos pies
que hacen nudos con los tuyos
como dos anifibios encontrándose,
en el centro de la noche.

Nada es más perfecto como este ahora en que puedo verte
como yo quiero, solamente,
inventandote,
como necesito que seas en mi mente.

Nunca te sentí tan cerca,
ni cuando llenaste de calor el cuarto helado,
y comulgamos como animales huérfanos,
necesitados,
envueltos por gemidos palpitantes.

Tus pestañas arañan ahora párpados cerrados
esta vez en la quietud y en el silencio,
y pienso de repente,
que te presentas ante mí como algo conocido,
como cuando fuí feliz, cuando brotaban los latidos.

Y se borran tus excesos y defectos,
me envuelves todo tú como un abrigo,
un niño buscando sólo afecto,
mientras sueñas con otra, no conmigo.

Yo sólo espero lentamente al sol,
a que fallezca el sueño en tus esntrañas,
con la cadencia de una tristísima canción
y que aparezca luz nueva en las persianas,

y te marches lejos, directo al olvido,
para recordarte mejor de lo que eres,
de lo que quisiera hubieras sido,
si hubiese soñado alguna vez contigo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Soberbia

Caía la tarde ya.
Ascendíamos lentamente por una angosta carretera comarcal, estrechísima y de doble carril, cuyas curvas ciegas nos llevarían a lo más alto del puerto de montaña, el punto más luminoso y bucólico que jamás he visto.
Ese lugar, se quedó marcado en mi memoria como primera toma de contacto con la vasta naturaleza que se alzaba bajo nuestros pequeños cuerpos.

Habíamos de realizar un complicado descenso recorriendo en espirales eternas la montaña,acariciandola, hasta llegar al cisma, el pliegue que resultaba de la unión de dos cadenas montañosas frondosas y esmeralda, era entonces cuando se veía la casa semiluminada y pequeñita, como hundida entre la naturaleza,engullida por la vegetación.

En ese alto,Dios, o lo más parecido a un ser divino que jamás he visto, se apareció de entre la bruma de sol que abrazaba a los montes, y trepó su luz tan alto que tuvimos que elevar las cabezas, a miles de metros de altitud para avistarlo.
Un rayo suave y definido trepó hasta la troposfera e inundando este pequeño universo de imperfección cayó como un alud luminoso, resbalando hasta el río y cargandolo de dorada brillantina imperecedera.

Cerré los ojos y cuando los abrí habíamos llegado a la casa.
Se respiraba arroz con leche recién ordeñada, pero entraba por las ventanas ese olor de naturaleza exprimida, de rocío, cuando las damas de noche salen a lucirse, y compiten con los jazmines enojados.
Era una de esas noches quejumbrosas y susurrantes, esas noches en que la penumbra es absoluta,y se oyen los insectos, atraidos por las pequeñas luces y el silencio queda perturbado por lejanos ladridos y libélulas de raros colores, que tímidas escapan de la vista del hombre por miedo a perder su polvo mágico.Su esencia.

Lánguida entre el murmullo, desarrollando lo sensorial que tan sólo en silencio se consigue,escuché la música del bosque mientras el amanecer nebuloso caía por el valle como si fuera un edredón de plumas suaves, y el primer sol de la mañana secaba las hojas,evaporándolas.
La madera en el suelo al pisarlo, las hortensias secas, el ventanal que nos desnuda ante el mundo, el último ruido del campanario palpitando en la espesura.

Sobrevolándolo todo muy alto, arriba, aislada de lo que aturde, concentrada en sentir y vibrar al ritmo de la Tierra fresca y noctámbula me sentí en éxtasis.

La hermosa Catalina, tardaría unos días con sus horas y minutos hasta llenarse, y entonces, altiva ,rebosante, inmaculada,como todo lo que al hombre se le escapa, nos miraría con recelo por arrebatarle, con nuestra falta de humildad, su pecado más oculto.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Punto y seguido.

Una mañana que sacude el alma,
y el corazón descalzo,
te busca con ahínco por las aceras,
porque de alguna manera está convencido,
de que andas cerca,de que no te has ido todavía.

Mis pies se hunden en este barrio,
que descorchado y libertino,
se funde en un cielo perla deprimente,
angustiandome, tragando lágrimas a oscuras,
recordando tus facciones.

Efímero y cargado de luz,
te encontré entre los bares y la cerveza,
nos desnudamos una noche sin palabras.

Me creía poderosa pero no,
no pude deshacerme de tantos abrazos en la noche,
de la música, del olor a té con rosas,
de la risa suave, del mes de Agosto.

Imagino que te ha pasado tantas veces que has perdido la cuenta,
dejar las ciudades y a sus habitantes en los semáforos,
verlos verdes, seguir adelante, no mirar atrás,
saber que hay lágrimas tras los besos, pero seguir.

Porque cogimos lo bueno del romance,
la breve intensidad del principio,
que en realidad es el final, pero bello,
descubriendo nuevas maneras de rozarse,
mirándonos entre la música a los ojos infinitos,
sin apartar la mirada,
que por inercia nos mantenía secretamente iluminados.

Y hoy duermo sola,
sinsentido, sin cosquillas,
y despertaré sin zumo,
y sin sonrisas,
y algo en mí seguirá en la negrura.

Y hasta hoy pensaba que como siempre exageraba,
que cada uno seguiría su camino sin daños colaterales,
pero una vez más,
me equivocaba.

Y cómo duele equivocarse.

viernes, 26 de agosto de 2011

oceánicos

Sólo el cenicero me arropa en esta noche fría y áspera.
Me aferra mediante un hilo frágil a tientas a la vida,
sofocando cualquier intento cruzado, sostenido
de volar.

Porque morimos un poco al sentir en exceso,
dulcemente,
padeciendo el síndrome satánico del último aliento
de desesperanza ante la posible pérdida.

Intenta encontrarme si crees que aún merece la pena estar vivo.

Miénteme siempre pero háblame bajito, y en el abrazo último, sonríeme
porque el mundo es de los que ríen,
o eso es lo que siempre quisimos creer.

Hazlo para que nos sintamos otra vez embriagados por la música y el humo
observados por unos ojos que saben lo que miran,
alargados,
que sienten la belleza corrosiva de la noche
la nostalgia,
y la danza de los cuerpos empapados.

Piensa que no habrá mañana para nosotros
sólamente sombras tenues
translúcidas,
desgarradoramente ciertas.

martes, 23 de agosto de 2011

Anestesiada

Semana grande.
Del exceso y de los absurdos reencuentros,
unos que nos hacen cerciorarnos de que hay amistades eternas,
de que hemos forjado grandes lazos con personas difícilmente quebrantables,
y otros que sin embargo,te hacen de alguna forma despertar, y momentaneamente desesperar.

De tal forma que entre la decepción y el desencanto
y mediante una comunicación no verbal que prevalece sobre las frases hechas,
te hacen aterrizar a la fuerza en un mundo donde nada es permanente,
ni ha de serlo, aunque nos cueste aceptarlo muchas veces.

Con un abrazo sé el triple de información que con las manidas preguntas de una noche ebria,
de hecho, no necesito ni la mitad de verborrea que empleamos para saber en qué punto estoy con una persona.
Termina el verano, un verano que ha sido a su manera otro camino de aprendizaje,
poblado de buenas y mágicas noches, de intensas conversaciones, de bailes y de viajes,y que, en mi caso, como cada verano, me ha conducido al precipicio en muchas ocasiones, ha hecho tambalear mi escasa cordura en las horas muertas,
en los días solitarios.

Dentro de lo que vivo, ese caos organizado que solamente yo comprendo,
hay horarios y hay actividades que me estructuran la cabeza y que me agotan de tal forma que rara vez puedo reflexionar como quisiera,
o como odiaría hacer, para no atormentarme por el recuerdo o por la carencia.

Cuando son fiestas,
el día y la noche cambian sus roles,
y dormimos cuando hemos de vivir,
y vivimos ebrios, en un mundo imaginario, en el que libres,
recordamos lo que queremos, pensamos lo que queremos pensar.

La imaginación tiene un papel protagonista, y entre alcohol y músicas absurdas nos relacionamos con el entorno queriendo gustar, caer bien, y disfrutar,
exprimiendo las horas, destruyendo nuestro cuerpo, y queriendo hacer a nuestra mente levitar, y viajar lejos, muy lejos de donde estamos.

Puede que sean mis últimas fiestas en esta ciudad que me lo ha dado casi todo,
y también me lo ha quitado todo,
ayudada por mi masoquismo y eterno inconformismo,
fruto de la búsqueda de mí y del amor perenne,
con el miedo que me produce que lo único que merece la pena realmente,
sea una utopía más,
en la que me hunda sin remedio.

Por eso me voy, una vez más, pero por más tiempo,
neutral, sosegada, vacía,
para empezar de cero y crear nuevos recuerdos a los que aferrarme en las tardes de resaca.

Echaré de menos los abrazos.


lunes, 8 de agosto de 2011

Girasoles ciegos que buscan la luz.

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

miércoles, 3 de agosto de 2011

El caos y la insomne conciencia.

No sé por qué razón los seres humanos tendemos a asociar la posesión de una arraigada conciencia a la bondad o al hecho de creernos mejores personas por tenerla en mayor medida que nuestros semejantes.

Lo cierto es que pocos en la vida son capaces de inspirarnos el sentimiento de una gran derrota dentro hasta tal punto de sentirnos heridos físicamente, enfermos, por haber errado, haciendo sentirse mal a alguien que nos importa,
aunque nos creyéramos en posesión de la verdad, una vez más.


Al igual que el resto, como ser imperfecto y orgulloso, me cuesta horrores reconocer ciertas cosas, y aún más complejo me resulta retractarme de frases o de acciones que aunque crea justificadas, dañen profundamente a alguien con quien he compartido cosas sagradas.

Nadie merece ser destripado con la dolorosa verdad de sus carencias.

Conciencia es que algo te aplasta muy dentro,
con una pesadez ininterrumpida y agónica el pecho cuando sientes que se sufre por tú culpa merecidamente o no.

Al escoger las destructivas palabras clave,
y mezclarlas con el dolor que albergamos,
cuando conocemos a alquien y le herimos sin esfuerzo,
con esa frase fácil y temida cuya certeza no cuestionas,
algo de tí muere un poco,
y con la vulnerabilidad viene el rencor, y la rabia,
y te miras al espejo como la pálida representación de tí mismo en que te has convertido,
ese ser que se siente debilitado después de poderoso
esa persona que te juraste no volverías a ser, en la que odias reconocerte.

En el momento en que te entregas,
confias más de la mitad de lo que eres en el otro,
y te arriesgas a que con el tiempo,
el paso de los días, y los momentos compartidos,
se posea demasiada información que preferimos jamás sea utilizada en nuestra contra,
o que alguien sea el dueño de ciertas claves que descalabren tu integridad
esa seguridad en virtudes que crees tener y te repites que eres para poder luchar con fiereza día a día en este mundo tan absurdo en el que sobrevivimos.

No soy de esas personas que se sienten fuertes cuando hacen daño,
tampoco me siento mejor persona por ello,
pienso que cuando se somete al otro a la mayor de las humillaciones,
algo violento y deprimente te recorre,
porque nadie ha de tener la potestad de denigrar al otro
nada lo justifica aunque nos creamos con derecho de utilizar la artillería pesada para herir a nuestro antojo.

Somos ciertamente masoquistas,
y a pesar del daño, y de los años,
quien bien te quiere, te hará llorar.

Nunca he sido muy amiga de los dichos,
pero seguramente se dicen por algo.

Y si tras la tormenta,
eres capaz de reconocer pese a todo,
que recordarás lo bonito,
y que la otra persona te perdonará,
en cualquier parte del vasto mundo,
ya tienes parte del camino trazado,
y egoístamente,
deja de dolerte el pecho.

lunes, 1 de agosto de 2011

Pesadumbre y bochorno.

Tengo las arterias llenas de etcéteras, un corazón espartano y unas manos que creen en los milagros.

domingo, 31 de julio de 2011

Sólo sé

Ha pasado ya algún tiempo desde aquél instante, porque fué uno, porque siempre lo supe, en que monopolizaras mi vida,
desde el que probablemente estuvieras debajo y tras todo acto, toda palabra, escrita y mentada, toda la belleza, todo acorde y letra, todo atardecer y paisaje.
En el olor de la tierra y la lluvia del asfalto, en el mundo que dejaste y era tuyo.

Desde el primer momento no cupo duda,
no dudé y me lancé como siempre hago, hacia ninguna parte aferrada a tu mano,
sin futuro, sin frenos, apostándolo todo por lo que éramos.

Hoy sé, sé como nunca lo he sabido,
como algo que emerge desde dentro,
entre la pena y la crudeza de la verdad,
que no hay manera ya de estirar esta goma que se ha roto,
que no da más de sí, que somos nosotros girando sobre nuestro eje y el del otro,
cambiando las distancias y transformándonos en el tiempo, pero al fin y al cabo, condenados a vivir del recuerdo, como románticos que en el fondo y pese a todo creo que seguimos siendo.

Entramos juntos en esta juventud brillante y prometedora,
y ahora, algo más realistas, protegidos o inmunizados
vemos que cambiamos, que la gente no permanece inmóvil,
nadie lo hace por nadie,
a nadie se le para el corazón por demasiado tiempo.

Basta de frases hechas y de revolver una llama en la negrura,
crecer supone saber limitar lo que es pasado y lo que no,
sentir que se puede estar solo,
no prometer en balde cosas que jamás serán consumadas.

Algo me duele dentro mientras escribo pensando que mi corazón está cansado a pesar de su corta edad,
que necesita reestructurarse, y volver a brillar con constancia y sin trampas para alguien que consiga como sólo tu puedes,
hacerme llorar vomitando el alma.

martes, 5 de julio de 2011

Sencillamente..cierto.

No era mi intención acercarme tanto.
Pero la vida no entiende de cautelas, ni de espacios,
no entiende de tiempos ni de momentos,
y te hace traspasar líneas ya olvidadas,
que por cualquier circunstancia,
no tenías pensado atravesar.

Siempre estuviste ahí, detrás, sin ruido, pero presente,
iluminando los jueves tras el éxtasis del teatro,
acompañándome con la sonrisa por las calles que conocemos desde siempre,
en las que hemos vivido por separado más de veinte años,
en las que nos hemos visto sin vernos, tan cerca y tan lejos,
como hasta hace apenas este tiempo que ya nos pertenece.

Te quedaste conmigo.
Entendiste lo pequeño y mi distraida mente de palabras.
Y la magia.
Conseguiste, como te he visto hacer tantas otras veces,
que me sintiera mejor de lo que soy,
que creyese que todo lo que hacía era bueno e importante,
que somos necesarios y brillantes,
que merecía la pena dejar a la amante soledad por el tiempo compartido.

Nunca pensé demasiado,
latías como un foco de calor por detrás de mis días de conflictos y de horarios,
pequeño sol humano que la naturaleza había creado para aliviar los días tristes.

Entre clases, cervezas y cigarros compartidos,
entre líos, confusiones, entre líneas, entre tanto,
parecimos encontrarnos.

No fué importante la fecha, aunque hubieras nacido ese día,
aunque algo hubiera nacido hacía ya tiempo,
y nuestros ojos estuvieran cegados por la prisa.

Tuvimos tantos estímulos alrededor,
que nos olvidamos de nosotros,
de dejarse llevar,
de que no hay nada peor para encontrar algo que buscarlo.

Posiblemente no fuera yo tu tipo,
y tú el mío sí, o que tampoco,
pero lo cierto es que fué bonito desde siempre,
y tan poco retorcido que el mundo parecía estar ahí creado para nosotros.

Y de repente,
nos invadió algo nuevo y cristalino,
como los cuerpos desnudos en el centro de las olas,
respirando, atrapando los destellos del último rayo de Lorenzo.

Hicimos fotos con los ojos,
y bailamos, ligeros, riéndonos de todo,
torpes,
sin orgullos ni prejuicios,
encendiendo con los besos lentos las mejillas,
simplificando la vida y lo que importa,
que no es nada más que la buena compañía,
que eres tú, ciertamente, hasta el último milímetro.


Te solía ver, a lo lejos, sonriéndole hasta al aire,
tu creías que yo sonreía desde siempre,
pero no,
me contagiabas tú desde cualquier rincón del universo
con esos imperecederos holluelos gigantescos.

Porque contigo no echo de menos las palabras,
porque nunca han hecho falta,
brindo por todo esto,
y sólo espero,
que no leas ni una sola línea
para que sobre mi eterna verborrea.

Si nos tenemos,
compartiéndolo todo,
bajo la inmensa pero aún creciente,
hermosa Catalina,
que más podemos pedirle a la vida?

lunes, 4 de julio de 2011

Triste lenguaje del aire es el ocaso.

Lo que hubiese dado porque esa plaza fuera la de la última vez.
Pero no lo era, y de repente, alguien me preguntó, como si me conociera, como si leyera mi mente:
-¿De qué te escondes?
Y yo le sonreí, y pensé:
-De qué, sino de mí?

Tras horas deambulando por calles que ya pertenecen a mi memoria,
y a mi pequeña historia personal, en la lejanía, un rumor siniestro y hermoso me paralizó la sangre.
Sonaba mi nocturno favorito de ese genio, Chopin, que tantas veces me había acompañado el pasado invierno.

En aquella callejuela estrechísima y solitaria no penetraba el calor
y las sombras nacían del suelo, como plantas difuminadas enredándose en las paredes.
Frente a mí un museo de arte precolombino, faroles apagados y oxidados,
y el cielo color cobre cayendo condescendiente anunciando en silencio la luz de la tarde.

Exultante, de repente, reparé en la importancia de las manos.
La belleza que poseen las rugosas manos del artesano,
las manos de cuando la niña ya es mujer,
las manos de la vejez,
las pequeñas articulaciones de los niños.

Obras de arte capaces de remover al ser humano,
de hacer despertar lo inesperado,
manos que han de escoger entre el bien y el mal
manos imprescindbles, hipersensibles.

Toca una pieza oscura que cala hasta la profundidad de los cuerpos,
y los empapa de notas tenues y poderosas.

Intenso y tormentoso, hasta agobia.
Recuerda a una mansión junto al mar, mágica y tenebrosa,
donde lo peor del ser humano se esconde, y las mejores historias de amor, traición y de muerte tienen lugar.

El artista comulga con la vida de este modo,
y toca el cielo cuando en el éxtasis,
la escala musical y el aire se confunden, haciendo a la ropa tendida bailar,
y el mundo parece depender de sus dedos y lo que le salga de las entrañas en forma de caricia.


Sonaban monedas en una caja de vino antigua, cuyas betas, en la madera, realizaban espirales imposibles.
Carcomida por el tiempo, y seguramente por el olvido, había viajado esa caja más que el viento,  había sido testigo de hermosas piezas sobrecogedoras y tenues,
música para la nostalgia.

Como contraposición a la estampa, la ciudad hacía a ratos de artificio y escaparatismo barato globalizado,
pero esto era real.

Lo que tocaba en ese instante era oscuro y desgarrador,
aparentemente frágil pero amargo y fuerte,
como a veces lo somos las mujeres, tiernas, esquivas,
bellas en sus contradicciones.

Los ojos turquesas del pianista se cierran cansados tras cristales circulares,
cuyo rededor es un fino hilo dorado.
Las canas no importan,
su corazón parece gritar por medio de la única vía que le es posible.

Algunos queremos escucharle eternamente, y sentados, en la acera,
le miramos, con los ojos cerrados y el polvo del aire en nuestros párpados,
inmunes al paso de las horas, de las prisas, de los males de nuestro tiempo.

Ante toda contraindicación, ante todo lo que en este siglo raro implica,
aquí se respira algo intacto y novelesco,
y tengo esperanza, y creo en la eternidad,
elevándome con las notas al ocaso infinito que la vida representa.

lunes, 27 de junio de 2011

Desnuda.

Hoy tengo la certeza de que si no escribo me volveré loca.
Desde que me he desperezado he tenido la piel de gallina,erizados los pelos, el cuerpo dispuesto a sentir, y a llorar.
A veces, cuando olvidamos en casa el traje de invulnerabilidad, las capas y capas de protección, de orgullo y de "por si acaso"... somo más felices.

Me siento plena cuando no me importa no ser lo que esperan de mí,
cuando por fin siento todo a bocajarro,
soy feliz cuando me pongo a llorar como una niña pequeña,
de felicidad, porque no puedo evitarlo, simplemente,
porque lo necesito y quiero que así sea.

Porque en el fondo somos todos humanos, mucho,
y somos iguales en muchos más aspectos de los que pensamos.
Nos iguala la muerte, nos iguala la enfermedad, la pérdida, la tristeza,
el alcohol, la alegría, la esperanza.

No me apetece demostrar nada a nadie que no sea lo que siento.
No tengo ninguna necesidad de hacer ver que soy invencible, ni de mentir,
no me importa que haya gente en el mundo con peores intenciones,
en realidad, me apena que la inseguridad les lleve a hacer cosas que no son.

Siempre me han querido o me han tenido manía.
Sin término medio, desde pequeña.
La gente no soporta que uno sea consciente de sus defectos, y sobre todo de sus virtudes.
Yo no lo entiendo, me gusta la gente segura, eso no quiere decir que me guste la gente pedante o que no crea que la humildad es necesaria.

Al final todos sufrimos, y todos buscamos cosas, y todos las perdemos, y todos nos sentimos vacíos, y nos llenamos del resto.
Nunca me he sentido más plena que cuando me he desprovisto de todos esos mecanismos de defensa que en realidad, sobran.

Hacerse la dura para que te respeten en el trabajo,
ponerse serio para que te tomen en cuenta como el adulto que ya eres,
hacer que no te importa que la persona por la que has empezado a sentir,
parezca no sentir,
disimular una falsa modestia cuando crees que algo te ha salido bien
porque la envidia, es, posiblemente, el más terrible de los pecados...y de los defectos más extendidos.

Nadie se libra de casi nada.
Todos hemos tenido malos sentimientos dentro, hemos criticado alguna vez,
hemos querido ser los mejores en algo, hemos hecho trampa, hemos hecho daño,
hemos pedido perdón, hemos dicho te quieros, hemos querido, sufrido, llorado a solas, reído en grupo.

Por eso no me avergüenzo de ser muy humana,
y no me importa decir que tengo el almario abierto,
y espero tanto al amor como al dolor,
sin barreras ni lineas divisorias que separen lo que siento de lo que la sociedad parece exigirme.

Volvamos a la pureza,
y a ser nosotros, sin tonterías, sinceros y siendo conscientes de nuestras limitaciones y nuestras cualidades, y exprimamoslas.

Es mucho más fácil hacer feliz a la gente de lo que pensamos.
Es mucho más sencillo serlo, también.

Sin complejos, llegaremos lejos, seguro.

Carnaval entre bambalinas.

Teníamos ganas de gritar, y lo hicimos.
Teníamos tantas ganas de abrazar, de compartir, de disfrutar, de exprimir, de sentir, de comernos el mundo..
que no pudimos más que hacerlo realidad.

Era un día en que el aire, inmóvil, parecía más bien una bola de fuego gigantesca,
qué te derrite la cara, que te devora, que te hace delirar y ver triple,
esa ciudad en medio de oleaje y de desierto.
Que te molesta, que te irrita y enloquece.

Pero no pudo el bochorno con nosotros.
Con la comida y los nervios en el estómago, arrivamos al lugar de encuentro,
poco después de un parque en sombra, acariciando a una Iglesia estaba aquél sitio en que nuestro corazón saldría por la boca.

Y al llegar, el teatro en sombrío y siniestro silencio parecía un mundo aparte del de fuera.
Creo que lo que necesitábamos.
Sonaba música clásica, hacía fresco, y el aire tenía por fin, margen de maniobra.
La luz de fuera entraba tímidamente,y el alto techo parecía el de una Iglesia gótica de las de los libros.


En la parte superior, silencio.
Nadie hablaba, preparaban atrezzos pa arriba y pa abajo, subían y bajaban jarras antiguas, libros, cuadros, copas.
Nos faltaba la respiración.
Había algo de juventud naciente entre nosotros, algo de hormonas, de irascibilidad compartida, de sensibilidad máxima.
Nos fijábamos el triple en nuestras doscientas mil pulsaciones, en nuestro estado, nuestros cuerpos sintiéndolo todo al unísono.

Tneíamos miedo de no llegar,
de no estar a la altura del maquillaje y los vestidos,
de no saber compensar al maestro,
de no ser capaces de acaparar tantos metros con nuestra presencia,
de no demostrar lo que creíamos valer,
de no compenetrarnos, escucharnos, de perdernos entre frases de otro siglo.


Pero llenamos el espacio con nuestros susurros, nuestras manos sudorosas pasándonos energía los unos a los otros, mirándonos con complicidad, temblando...
Nerviosos cuando faltaban ingredientes, inquietos y conmovidos,
risa nerviosa, esperando la del público,
nuestras miradas buscaban desde el escenario..caras que se quieren encontrar.

Polvo en el aire, flashes, focos ardientes, rostros brillantes,
violines, cuerpos que vibran, ojos palpitantes , risas con luz propia,
serpentinas de colores,
aplausos, bailes y más abrazos.

Hubo algún momento en que nadie pensó en su vida,
en que se salió de lo que es,
para ser lo que quería o lo que necesitaba ser,
para escaparse, entregándose a un personaje nuevo que le diera una nueva existencia,
que le diera vida, y le hiciera salirse de todo esquema...

Hubo un momento en que todos estuvimos al máximo,
en que fuimos conscientes de que esto se acabaría en algún momento,
en que no se repetiría, en que no volveríamos a estar todos tras el telón,
mirándonos, riéndonos, siendo uno.

Os echaré tanto de menos que no encuentro palabras para expresároslo.
Gracias, por darme tanto a cambio de tan poco.

martes, 21 de junio de 2011

The end is not near

El 19 J superó con creces toda expectativa.
50 ciudades fueron testigo de las decenas de miles de individuos que abogaron una vez más por éste joven movimiento cuyo alcance parece no tener aún fecha de caducidad.

Los catalanes quedaron a la cabeza en el ranking de asistencia a nivel nacional , con más de 100.000 indignados,seguidos por una capital en la que se reunieron hasta 50.000, y ciudades como Granada Murcia o Bilbao que rondaron los diez mil manifestantes.

Otras urbes europeas como París y Lisboa tampoco quisieron perderse este vasto y heterogéneo encuentro con un objetivo común: demostrar como estudiantes, sindicatos, niños, jubilados, intelectuales, parados o artistas que lo de movimiento violento no es más que una etiqueta más para hacernos desaparecer.

En Barcelona concretamente, desde la Plaza Cataluña a Pla de Palau quisieron más que nunca los indignados con narices de payaso superar esta palabra -violencia- que tanto estaba dañando últimamente al movimiento gracias a los medios y la desinformación que predomina en la sociedad actual.

300 indignados madrileños ante el Congreso de los diputados y 200 catalanes ante el Parlament así lo demostraron.

Parece ser que algunos abogan por una huelga general, lo cierto es que el reto ahora es dejar el populismo panfletario a un lado y empezar a tomar medidas muy concretas , muy reales, para esta democracia real que el pueblo exige, con la autocrítica por bandera.

En vísperas del estío, el aire de cambio azota las ciudades, y en las calles, desde las decadentes a las maquilladas, se siente algo latente, niños portando pancartas que versan "¿por qué tengo que pagar yo el pato?" y entrañables y octogenarios hombres dejan la petanca junto al arc del triunf y se unen a este encuentro en el que todos tenemos algo que aportar.

Y por fin comprender lo que significaba ese "sentirse representados" que tanto escuchamos y tan poco llegamos a conocer.

lunes, 13 de junio de 2011

Comprar para ser, comprar per se.

A veces, lo único que necesitas es no necesitar algo.
Algo material, por supuesto, pero ni siquiera eso, sino que es esencial que nos demos cuenta de que no tenemos necesidad de muchísimas cosas que creemos imprescindibles.

Me da mucha rabia escuchar a la gente decir que necesita unas sandalias un vestido,o unos pendientes, por ejemplo,que han visto en una tienda "que tiene cosas monísimas y además solamente me han costado ochenta euros,-a lo que añaden- menuda ganga"..Y yo pienso..menuda imbécil, con perdón.

Me parece insultante que sigamos este recorrido absurdo y peligroso hacia ninguna parte, hacia la posesión sinsentido de objetos para saciar nuestros vacíos, que nos parezca lo normal, y que encima, justifiquemos las compras con los bajos precios y con la supuesta necesidad que nos ha llevado a consumir las cosas.

Ha llegado un momento en que es tal el atiborramiento de estímulos relacionados con las compras, que instintivamente la gente acude como por inercia a los comercios sin ningún filtro y criterio, con la única intención de suplir sus carencias con tela o plástico.

Yo no soy ninguna marciana y entiendo que sobre todo las mujeres levanten el ánimo comprando ropa y tal, de vez en cuando, porque algo les ha encantado, o como premio, o si todo les va bien económicamente, para ir a alguna cena o un evento puntual, y si lo necesitan porque sus zapatos hablan o sus calcetines tienen "tomates".
Pero dónde ha quedado aquello de tener tres vaqueros y un par de zapatillas en la clase media que hoy nos consta ser?

Es lógico que la gente pida créditos para cenar en restaurantes de moda o tomarse vinos en no sé dónde, o para irse a un barco de vacaciones y después decirselo a sus colegas de trabajo?

Es ridículo que haya gente que invierta sus sueldos mileuristas en comprarse doscientos modelitos, o que se funda su sueldo de un año en comprar botellas de mil euros en reservados de Ibiza para tirárselas por la cabeza, hacerse fotos y que el resto de la discoteca sea consciente de lo mucho que triunfa en la vida ese individuo.

El sentido común no existe ni en mi generación ni en las otras, porque aunque parezca que somos nosotros los únicos que participamos de este consumismo acelerado e irreflexivo, también las madres y los padres e incluso algunos abuelos, tienden a gastarse el dinero en cosas absurdas solamente para sentirse bien, para demostrar de alguna manera que su nivel de vida es bueno, y que sus hijos van ideales por el barrio pijo de la ciudad, para que a nadie le quepa ninguna duda de que armónica estable económicamente y perfecta es su vida familiar.

Ante la simple idea de vivir en un esquema de vida tan escaso de valores que considero importantes, me entran ganas de exiliarme de este país, que por desgracia, se parece demasiado a los otros, cada vez más.
Con lo cual, no me queda más opción que anexionar mis fuerzas a las de otros que por suerte piensan como yo, aunque sean muchos menos.

Ya no quiero ni hablar sobre las intervenciones quirúrgicas innecesarias y carísimas que nos consta se realizan cada vez más a nuestro alrededor, aunque sean los personajes televisivos los que se las financian con nuestro parné.
Qué triste que haya quinceañeras que piensan que de este modo serán más felices, con una talla más, con menos culo, con más morros..Asusta un poco, realmente.

Ha llegado un momento en que todo esto me parece insostenble, la publicidad, algo que parece tan brillante y colorido y se convierte en algo peligroso si se aplica en conciencias poco resistentes y en mentes distraídas, que no idiotas.
Porque no importa como seas para consumir desaforadamente, la única realidad es que nadie se queda al margen de esta precaria estructura del capital en que nos hallamos.

Nadie,es nadie, o poquísimos, si tendemos a relativizar las cosas.
De algún modo u otro participamos casi siempre.

Resulta tan complejo reciclar SIEMPRE,consumir de manera responsable SIEMPRE, evitar algunos comportamientos que nos cuesta evitar...y a fin de cuentas, que la ética forme parte de tí de manera constante e imperecedera..que lo sostenible resulta inviable algunas veces.

Pero si todos fueramos conscientes de lo que ocurre, y no participáramos en el atroz consumismo en vez de en lo contrario, y comprásemos según necesidades reales, y nos informáramos de lo que las multinacionales y los mercados hacen a nuestras espaldas, y sacásemos el dinero de los bancos, y ayudáramos en nuestra ciudad a gente que tiene necesidades palpables...
What wonderful world would be this.

domingo, 12 de junio de 2011

El color de la mañana es blanco, como el alma.

Hoy por fin he conseguido dormir.

El trabajo,las personas olvidadas en el tiempo físico (que no en el recuerdo),
planes etílicos de última hora y un cajón de sastre de películas, libros y música me lo habían impedido.
Ya era hora.

Los sueños salen caros,
y para ser feliz primero pasas por muchas etapas que hacen que cuando consigues algo,
merezca la pena todo lo vivido.

Como el verano necesita del invierno para penetrar en tus sentidos,
como merece la pena ver a alguien de quien llevas tiempo separada,
como cuando tras el silencio,
irrumpen las palabras de nuevo con alguien a quien quieres,
como ese abrazo después del vacío físico y el desarraigo,
como cuando empiezas a sentir en el momento menos esperado, pero tan ansiado..
y temido.

Hoy alguien me ha dejado sin palabras.
Buscaba libros en la plaza más antigua de la ciudad,
esa plaza donde empezó todo, donde te sentí tan cerca,
donde fuiste más mío que de nadie,
donde comulgaron las miradas atrapadas en nuestros cafés de invierno.

Y en el momento en que me iba,
en ese instante en que todo parécía haber terminado,
unos ojos azules de piel arrugada me han mirado sin descanso,
y he tardado en darme cuenta, pero lo he hecho.

Me han preguntado esos ojos si me gustaba la poesía,
le he contestado sin palabras,
y ha abierto una ventana gigantesca, terrible,
delante de mis ojos encendidos y mi corazón abierto como nunca.

Ese azul me ha enseñado de la vida cosas inexactas y reales,
conceptos que se escapan pero existen,
e inmersos en las palabras de aquél entonces,
frases que son tan verdad que acongojan,
me he perdido, me he perdido sin remedio en la plaza y todo ha enmudecido de repente.

Sin vacilar ha tocado ese alma transparente lo vivido,
me ha hecho sentir la pérdida, el desconsuelo,
el valor del tiempo, el primer amor, la naturaleza, la muerte,
el alma de los que sienten cada ráfaga de aire, el candor de los besos,
la sensación de que tus alas se quedaron en el invierno del corazón.
La pureza del sentir como pocos saben,
la dureza de la vejez,el calor de una madre,la tristeza de un alma solitaria,
y blanca.

He enmudecido durante horas,
no sabía si llorar de felicidad o de crudeza,
sentía de pronto que la vida tendía demasiadas cosas que no nos pertenecen,
que nada es de nadie, aunque así lo crea,
sentía que desde siempre conocí a ese hombre,
que tan sólo era una prolongación de su camino,
alguien que debía perpetrar su sensibilidad en el mundo,
necesario para abrir almas y resolverlas, o al menos ayudar a las personas a abrirse a la vida para crecer.

Crecer, pero para dentro.
Hacerlo en el conocimiento del sentimiento humano,
hacia lo prohibido y lo que nos aterra,
ese sentir abstracto del que huimos,
que no comprendemos porque preferimos ignorarlo,
ese mundo paralelo de aparente sirazón que explica tantas cosas como la más exacta ciencia,
por el cual sufrimos y amamos, y odiamos, y pecamos.

Todo lo efímero e importante,
que no sabe de cálculos y de cemento,
que posa en cada persona algo irrepetible y sensitivo,
que dota de magia al mundo y su complejidad abrumadora.

Hoy, frágil e invencible, he creído en todo lo que amo,
he querido infringir todo lo que establece fronteras al pensamiento, a la emoción,
a las cosquillas, al frío al calor, a los extremos, al amor puro y
al exceso, eso que amo, por defecto, ante todo lo que existe.

Excedernos al errar, al querer, al pensar,
sentir excesivamente, qué cosa más bella.
Hoy palpito con la tierra, y me duele el mundo,
ese al que quiero,al que temo, y en el que a veces vivo.

Hoy la muerte se me ha presentado sin preámbulos,
y me he dado cuenta de que queda mucho por sentir,
que cualquier vida puede ser eterna si es vivida,
y que llorar bajo la lluvia y enfermar de amor puede ser posiblemente,
el sentido que tiene para mí ahora estar en este lugar del espacio,
suspendida, flotando, gravitando, con el alma al aire,
volando, dispuesta a todo por un vuelco al corazón sangrante.

lunes, 6 de junio de 2011

El miedo a las respuestas.

Algunas veces, sin motivo ni razón, necesitamos el descanso del mundo para ponerle letra a nuestra particular melodía diaria.
Necesitamos por fuerza mayor, especular con las palabras, y etiquetar nuestra vida como hacemos con el resto de las cosas, aún sin saberlo.
A la gente le asusta denominar lo que siente y lo que les asusta,lo que les aflige, y hasta lo que les gusta.
Normalmente nos encontramos con que es más fácil, mucho más, denominar lo malo que nos acaece, hablar sobre la falta de, sobre los malos pensamientos, sobre las más temibles pesadillas sobre problemas y sobre la mala suerte que creemos tener.
Pocas veces ha sucedido que alguien me contara sus top ten de sueños, que me dijeran que se mueren de felicidad porque sí,o que sencillamente se han despertado afortunados y que ven la vida rebosante de esperanza y de oportunidades.
Como debería ser, en realidad.
Siempre que me adentro en una época rara y me levanto afligida y tristona,
cuando soy presa de la nostalgia y de tantas emociones contradictorias como la vida nos ofrece, escribo,
sin mirar la prosa ni cualquier pauta literaria, e intento, con más o menos éxito, desentrañar mi cabeza,sonsacar el sentido de mi estado anímico,
tratar de resolver mediante escribo,el por qué de mis pesares.
Es cierto que no todos ven la claridad escribiendo, pero sí de otras muchas formas, ya sea confiándole sus incertidumbres a un buen amigo café en mano
(o cerveza en mano),descargándose con la batería, bailando,haciendo yoga,
o pensando en la cama con las luces apagadas y su canción preferida de Sabina, esa que aún le hace llorar,
resonando la música y el sentimiento en cualquier tenue habitación.
Cúantas veces hemos sentido cosas que no comprendemos, nos ha superado algo sin nombre, nos hemos visto llorando y ante la pregunta de siempre hemos respondido que no sabemos ese ansiado por qué, que solamente lo intuimos,
pero no existe seguridad ni resolución.

Qué miedo nos han dado siempre las prguntas, pero sobre todo algunas respuestas.

En esta época estimulante y llena de sinsentidos, de prisas y de miedos no consumados, la intemperie forma parte de nosotros,y lo mismo nos encontramos eufóricos el día menos pensado, como una absurda depresión nos llena de angustia el corazón pasado mañana.
Solemos adentrarnos algunos en películas y en libros para sopesar la pena o la contradicción, a ver si en esas historias encontramos primero la distracción, después alguna pista para nuestros problemas.
Normalmente más que encontrarla, se hace difuso el pensamiento y a otra cosa, mariposa, pasamos página sin resolver nada y se afloja la tensión de un problema para volver a estar más o menos "curado".
Yo suelo tapar la desazón como puedo,
como si tomara antiflamatorios y la desgracia menguara,
sin desaparecer nunca ni ser hallada la solución a una ecuación con demasiadas incógnitas.
Cómo sentirse mejor cuando no levantas cabeza, cuando todo parece haber quedado hecho cenizas, y nada motiva a tu alma cansada, que hambrienta busca la chispa que solías tener.
Me comentaba una psicóloga que aunque el paciente siempre acude creyendo que sus problemas serán solucionados por el profesional(que parece ser un ente divino con todas las respuestas y pautas para tu felicidad)muchas teorías creen en terapias en que solamente habla el paciente, y el psicólogo le escucha, sin contestarle ni preguntarle, hasta que éste finalmente halla el porqué de sus conflictos no resueltos y aliviado, comprueba, que la solución estaba dentro de sí mismo.

A veces, como dice el libro Momo, cuya protagonista es una niña cuya única pero valiosísima cualidad es la escucha, los problemas se solucionan cuando te descargas, tú y tus pensamientos, ante unos ojos que escuchan sin juicios, o ante una piedra como la sangue sabour,la de los secretos, a la que si le cuentas todo, y te vacías en ella, te salva, rompiéndose en mil pedazos.

Yo no sé cúal es la clave, pero me siento mejor sabiendo que sois la sangue sabour de un día tan extraño como el de hoy, ya que carezco de los grandes ojos negros de Momo para salvarme.

martes, 31 de mayo de 2011

Vapor de asfalto.

Se desvistió la lluvia furiosamente.
Amenazó con inundarnos las almas con su esperpéntico aullido.
Como niños asustados y bajo las sábanas,
quizá nos quisimos, o lo pensamos,
pero nunca estuvieron tan cerca nuestros pálpitos.

Creo que fuí yo la culpable de tu insomnio,
quería incendiar con mis manos tus sentidos,
y llenarme para siempre de tu perenne paz,
verme pura desde tus ojos de luz castaña.

Cuando creímos que había cesado,
nos sorprendió calándonos los huesos,
haciéndonos reír, por no llorar como el cielo,
que se había descargado con violencia infinita,
doblegándonos ante él sin clemencia,
castigando con ácidas lágrimas nuestros ojos.

La lluvia de verano duró como una canción,
y cón la última gota, un susurro,
colmó el aire de nostalgia y deseo embotellado,
en las aceras aún calientes y ahogadas en silencio.

Creímos estar a salvo,
unidos por los puntos cardinales,
aprendiendo nuestros gestos,
cerca,cada vez más cerca,
hasta que se evaporaran los suelos con el sol del estío.

Y en cuanto cerramos los ojos pensé,
que no hay una noche en que no te buscara
como la lluvia a nosotros esa tarde.

Distraída ,con prisa,
los ojos fijos y vacíos,
entre el pasado y los escombros,
lo que fuí y lo que me hiciste ser.

Deseando que me rozaras por equivocación,
y con un temblor de lluvia y llanto
la muerte se extinguiera de nuestros párpados
tras esa cortina de lluvia efímera y tormentosa.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Recuer2

Esta mañana he depsertado sin alarma, escuchando palomas en la ventana
que hacían caso omiso de los cds brillantes y las bolsas de viento.
Las calles estaban desiertas aún, sombreadas a carboncillo.

Corría por la casa un aire invisible pero cierto,
que sinuoso traspasaba los papeles de la pared,
haciendo bailar a las orquídeas de la terraza soleada.
Olía a tostadas, como cuando era pequeña y mi padre les ponía mantequilla derretida,
olía a café esta vez en vez de a cola-cao.

Hacía tiempo que no veía un cielo tan azul,
un azul que los que son muy de aquí llaman "azul Bilbao",
oscuro, como el corazón del cantábrico, terrible mar de la niñez.

Cuando la casa era amarilla,
el sol se reflejaba en nuestros ojos,
y un girasol bailaba con nuestras risas y con Ketama,
mientras bailaban mis padres, por la cocina.

Estábamos más ajustados, mi hermano era una bolita,
y los cuartos rosa y azul, como correspondía al clasicismo habitual.
Ibamos de excursión siempre, llevando los patines y raquetas al frontón de Meñaka.
Mi madre tomaba el sol con su amiga, que estaba un poco loca,
y mi padre charlaba con su ducados entre los dedos con el marido,
poseedor de una granja que me chiflaba, tanto como él,
al que después de tanto tiempo no he conseguido olvidar.

La infancia es solamente aquella en que basándote en cosas sencillas
como pueden ser las cosquillas en la tripa jugando al escondite,
como puede ser el verano sin colegio,
o hacer carreras en medio de la acera por la noche,
eras absolutamente feliz.
Agotado y rojas las mejillas, despeinado.

Eso es ser una niña,
jamás quise ser mayor, nunca,
porque de algún modo sabía lo mucho que nos envidiaban los imperfectos adultos.

Salir de casa impoluta,
llegar del colegio llena de barro y manchada de moras,
con heridas en sendas rodillas, reseca la sangre, y esa carita de felicidad
suave y redonda,como un melocotón,
mientras tu madre quitaba el verdín del uniforme desesperada
y tú le ignorabas, sonriente, ajena a todo mal.

Esa es la infancia que quiero tengan mis hijos,
una época marcada por las hadas y los cuentos,
por la mitología y las canciones inventadas,
los árboles de manzanas de oro,
los zapatos bailarines de la niña caprichosa,
y los Huevos Kinder escondidos por la casa.

El campo abierto, las ovejas y los conejos,
las migas de pastores, la tortilla de Jonás,los tomates de Mari,
los pimientos verdes en el balcón frente al mar, en Bakio,
y la sorpresa del pastel de arroz que aitaita compraba a los doce nietos.

Sin saber por qué me han entrado ganas de llorar,
pero por saber que no he sido nunca tan feliz
como cuando no tenía uso de razón.

lunes, 23 de mayo de 2011

Las elecciones castigan.

Han pasado ya casi diez días desde el día en que la sociedad salió a la calle para reivindicar lo que hoy brilla por su ausencia,
esa democracia participativa y real en que todos tuviéramos cabida después de engaños y bromas de mal gusto por parte de los partidos,
una mayor transparecia en su proceder,
un hacer partícipes a todos en sus actuaciones,
unas medidas económicas diferentes que evidencien que con los recortes poco más se ha conseguido que enervar al personal.

Y ya sabemos los resultados de las elecciones municipales.

Y no son alentadores tras una semana intentando reivindicar el NO bipartidismo,
fomentando el voto hacia los partidos minoritarios,
consiguiendo que los jóvenes y los no tan jóvenes,
la gente,
ya fuera por primera vez o la primera en muchos años,
salieran de su casa, de ver la película de los domingos
y gritaran, se expresaran ante miles de personas,discutiendo sobre libertades, derechos y aportado sus propuestas personales para edificar posibles soluciones.

Todos sabemos que ésto no era una panacea,
que aunque intenso parecía algo más bien efímero y utópico,
pero compartíamos la ilusión por una nueva era que había llegado dando brillo al pasotismo y a la decepción que reinaba.

Desafortundamente esto se venía venir,
el castigo a quienes han decepcionado,
el contagio hacia la derecha que en toda Europa prevalece,
y por último la oportunidad a una coalición nueva que ha luchado por ser representadoa.

La economía lo inunda todo,
siendo el por qué principal de estos resultados.

En el Arriaga se escuchaban los cajones latinos,
y guitarras salían de cada recoveco,
junto a la ría, en cada grupo,
se respiraba algo distinto, eso sí, a todo lo que antes había visto en la villa.


Carteles por los suelos, talleres de música, teatro, recolectas de alimentos..
Gente reunida por la reivindicación de un presente y sobre todo un futuro más justos.

Ha sido bonito mientras ha durado,
esperemos que no se convierta en una anécdota y que las elecciones no desinflen a la gente en su afán de lucha y cambio.
Y sino que miren a Bildu.

Las elecciones en la vida,en el contexto que sea son siempre complicadas.
Y decepcionan.

viernes, 20 de mayo de 2011

Pierdo te.

Te asomaste a mi vida sin querer y de pronto.
Sin prisa,
Pero a tiempo.

Leías "detectives salvajes" en el autobús y parecías triste, tristísimo.
Te miraba embelesada sin conocerte.

Las conversaciones resonaban en mi cabeza
y me inventaba historias mientras recorríamos el paisaje industrial y verde adormilados.
Era uno de esos días en que no entiendes por qué pero quieres sentir,
y lo que sientes se te escapa de las manos,
como la luz o como el agua entre los dedos.

Yo quería conocerte, y decirte lo mucho que tenemos en común,
que nos queda tanto tiempo por delante..

Mirabas con nostalgia por la ventana, tu mirada parecía verde.
Yo quería aferrarte a la vida con fuerza, a mí,
decirte que yo te acompañaría a cualquier destino ,
que no me importaba nada más que el viaje que nos prometimos en un sueño.

Me enseñaste a perder el vértigo y te alejaste con el aire en el que a veces te reconozco.
El día se apaga y repleta de sombras me siento una náufraga en la ciudad incandescente.
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y necesito manos,
las tuyas,
esa rugosidad cálida del cuidado que ofrecen los cuerpos que vibran.

Sentirme arropada en esta primavera esquizofrénica,
Aunque en ese mismo instante una mujer se posara en tus recuerdos,
aunque pensaras en la última frase que te dijo sonriendo,
quería abrazarme a una ilusión pasajera y escurridiza que me necesitara como yo te necesito.
yo sólamente quería decirte mi nombre.

Puede que si te dijera que pasan los días sin pena ni gloria,
que me siento inerte, que estoy ciega de no poder verte,
que sino siento reviento,
y que a pesar de todo no pierdo la esperanza.

Puede que si te dijese que no sé quién soy
quisieras tomar un café,
y dejarme que te explique,
que no quería más que compartir algo contigo en esta tarde melancólica.

Sin saber qué siente,
sin saber si es verdad
sin saber si estoy loca.

Puede que si te miro escuchando una canción que te encantaría,
aunque sea la más triste del mundo,
te apiades de mí,
y me mires,
aunque en tus ojos vea a otro hombre ofreciéndome la vida.


Seguramente entonces,
me atrevería a hablarte,
y en ese mismo segundo en que las vidas se cruzan,
dejases de mirar con nostalgia la ciudad por la ventana.

Te vas,
y el aire se hace agrio,
y mi pesar se extiende a todo el cuerpo,
y se me nublan los ojos buscándote,
esperandote,
otra vez,
semi dormida.

jueves, 19 de mayo de 2011

Ebullición.

A ras de elecciones y en plenos exámenes se agitan nuestros pequeños universos.
El ambiente está cargado y los estudiantes nos hinchamos a cafeína para soportar el no haber sido constantes durante el curso, una vez más.

Colas interminables a las puertas de las bibliotecas que no dan abasto desde las siete de la mañana,
estampidas y auténticos rings por un asiento para estudiar
es el panorama que nos encontramos los estudiantes estas semanas.

Por lo visto estudiar está de moda, y la moda también ha llegado a las bibliotecas con más fuerza que nunca.
Mientras estudias y pese a que hace un sol de mil demonios y sientes que tu masa gris es insuficiente, tacones y colonias inundan las salas de estudio.
Maquilladas como puertas ellas, y boquiabiertos ellos, no hay quién se concentre hoy en día.


Otros se muerden lo poco que les queda de uñas,realizan horarios,llevan amuletos de la virgen o sencillamente devoran gominolas y otros alimentos emitiendo un ruido insoportable.
Por la tarde noche, se cierra el circo, y con un olor a humanidad que no hay quién lo aguante,las instalaciones respiran tranquilas no por muchas horas.

Podríamos quejarnos de la situación de las bibliotecas,
y de ese compendio de nervios que se cuecen en nuestras tripas,
de nuestras ojeras o de lo mucho que nos apetecería irnos de vacaciones,
pero carecería de sentido porque lo cierto es que los únicos culpables de este frenético ritmo de vida,
de los agobios,
y de la desesperanza ante el temido suspenso somos nosotros.

Unos más optimistas ,otros más taquicárdicos,
y cómo no,los pasivos resignados,
nos enfrentamos a la fase final que el maravilloso Plan Bolonia ha ideado para nuestro sistema educativo.
Recuperaciones en Julio en vez de Septiembre,doscientos veinte trabajos por minuto,
y mucho menos tiempo para estudiar es en lo que se resumen los cambios que este plan ha supuesto en cuanto a los exámenes se refiere.

Por lo que a mí respecta, hay otros sentidos en que desapruebo este plan más relevantes que las fechas, pero los que estudien otras carreras más complejas, tienen que estar pasándoselo fenomenal.


En el momento exacto en que dejamos de tener clase,
justo en ese instante,
una alternativa al pasotismo de nuestro tiempo asoma la cabeza.
En todas las ciudades europeas los estudiantes se agrupan,
se encuentran y gritan, y es que parece ser que sólo hacía falta un pequeño empujón para dar forma a las inquietudes de la juventud que nos consta ser.

El debate sobre los recortes, la corrupción y una necesidad democrática por ahora ausente, son algunas de las peticiones que con el lema Democracia real ya!
pretende la sociedad encaminar el futuro incierto de la juventud de hoy.

Personas de todo tipo y condición, de todas las edades,
se han reunido en plazas y ayuntamientos para demostrar que estamos cansados.
Cansados de un sistema que no parece satisfacer a nadie más que a los bolsillos de los que nos roban, de los que mienten y pasean sin conciencia por las calles,
de los que prometen y se venden,
de los que dicen que somos futuro pero nada nos dan para poder conseguir serlo.

Estas sentadas pretenden hacer vigentes que el movimiento ha comenzado,
que somos muchos los descontentos y que tenemos ganas de hacernos oír.
Es nuestra campaña particular,
sin eslóganes ni fotografías sonrientes,
sin publicidad engañosa,ni automóviles con decibelios de mentira,
con la verdad de la vida de cada individuo,
reunidos todos por un futuro que creemos merecernos.

Como para concentrarse en estudiar está el tema.

lunes, 16 de mayo de 2011

Lo que quiero y no.

Te has hecho "mayor" sin darte cuenta y has cambiado.
Has cambiado mucho.
Ya no dependes tanto de los demás,
ni le das tantas vueltas a discusiones estúpidas,
ya no contestas a tu padre como antes,
y te apetece charlar con tu hermano pequeño cuando llegas a casa.

Ya no tienes complejos estúpidos
ni te importa que te vean sin maquillaje,
ni vas a fiestas que odias
o saludas a gente con la que sólo compartes una antipatía natural y hasta hace nada y sin motivo aparente compartías también el saludo.

Para mí al menos nada de eso es ya necesario.
Sencillamente paso por la vida como muchos,
preocupada por lo que me estimula,lo que me hace sentirme cerca de los demás,
libre, llena, alegre y despierta.
Y sobre todo lejos de lo que me aburre.


Tengo devoción por las personas que me hacen reir y no me juzgan,
los que simplifican sonriendo,
los que entienden que las cosas pueden ser de mil maneras,
y el futuro se nos escapa,
pero no por ello se frustran ni enloquecen.

Me gusta la gente cuya única ambición es poder vivir tranquila y en paz,
sin que le molesten y sin tener que dar explicaciones.
Las personas que valoran las cosas sencillas
las que aún escriben cartas porque saben lo que es recibirlas,
las personas que a las ocho de la mañana te dan un abrazo como si llevaras un año sin verles.

El caso es que el año que viene termino esta carrera.

Y si ya resulta absurdo el hecho de que con la mente de un dieciochoañera tengas que decidir a qué quieres dedicarte el resto de tu vida,
asusta mucho más saber que ahora te estás entrenando para serlo,
vamos,
que se da por sentado que no tienes ninguna duda acerca de tu cercanísimo futuro profesional.

Y eso es mentira.
Las alternativas se multiplican, hay másteres ,hay viajes pendientes,
hay miles de personas a las que conocer en cualquier parte del mundo,
idiomas que dominar,doscientas especialidades ..

Y todo para tener qué?
Éxito profesional?
Contentos a tus padres?
sentirte más válido ante lo que los demás consiguen?

En segundo de carrera conocí el amor,
y en tercero me estoy conociendo a mí misma,
así que puedo decir que la carrera me está sirviendo para algo,
aunque no sea para ser lo que muchos de los que se sientan a mi lado en clase pretenden para ellos mismos.

Y cómo me alegro.

jueves, 12 de mayo de 2011

Lo que veo

A mediados de Septiembre comencé otra vida.

Y volví a cambiar con el tiempo,
pensando y queriendo más o menos lo mismo.
Todavía.

Primero de carrera estuvo marcado por la ilusión,
por la novedad que supone el comienzo de la etapa universitaria,
los nervios en la tripa,
las imágenes inventadas de lo que sería o de lo que querías que fuese,
los pasillos abarrotados, las aulas como las de una mala película americana,
los cafés al sol ,los exámenes, las noches ciegas compartidas.

Un ciclo que la gente recuerda con añoranza cuando crece,
que parece marcar bastante a todos una vez convertido en recuerdo.


De pronto, posees una nueva identidad,
y tienes una nueva oportunidad,
empiezas de cero,
y todo parece fresco y excitante.

Todo son estímulos en esta época,
nuevas caras, nuevas vidas, nuevas personalidades por descubrir.

Cada días es distinto si tú lo buscas,
la energía reverbera y se renueva,
y alargas los días
abarrotándose de información el subconsciente.

Demasiada música, demasiadas películas ,demasiados libros.
Siempre pienso que nunca tendré el tiempo suficiente como para procesar tanta información.
Es materialmente imposible.

Sí,volvemos sin querer al concepto del tiempo en Occidente,
ese preciado tesoro que se va para no volver..

Es entonces cuando recuerdo en Fez a esos chicos viendo pasar las horas mientras escuchaban música compartiendo los auriculares y bebiendo cantidades ingentes de té.
Y me dan envidia.

En cierto modo muchos de ellos parecían felices,
yo les veía reír, y charlar tranquilamente, observar a los turistas,
les veía compartir con su comunidad las tardes soleadas.

Ahora pienso en nosotros,
pienso en nuestra sociedad alocada del estrés y el minutero,
pienso en nuestros fríos saludos y en nuestras tantas despedidas,
en lo obsesionados que estamos con hacer miles de cosas para llenar nuestro tiempo,
para no tener que pensar y deprimirnos,
para huir de la soledad que tanto asusta ahora
a pesar de que nunca hemos estado más solos que ahora.

Los niños viven pegados a sus ordenadores y calentando pasta en el microondas comen solos mientras ven una serie en la que el humor es más corrosivo que el ácido,
y ajenas, sus madres estarán llendo al gimnasio o a Tai-Chí,
y es posible que se acuesten sin mediar palabra con ellos.

Es posible también que estos niños hayan comenzado su primera relación con una chica que conocieron por el messenger o un chat,
y que se sientan deprimidos con doce años o se droguen desde que hacen la primera comunión, nadie lo sabrá.

Puede que la vida de una niña se desmorone por unas fotos publicadas en tuenti,
esa misma niña que cada vez que sale de casa parece que tiene treinta años y un hijo en vez de diecisiete.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La morriña

Acurrucada entre las rocas débilmente iluminadas,
dormí en paz, soñé largas y dulces historias,
escuchando el romper de las olas hasta saciarme de su latido.
De su brutal estallido en la lucha de la naturaleza.

Volví a la vida sin saberlo,
sin planes,anulando los fantasmas,
olvidandome de todo menos de sentir,
dejándome levar, desprendiendome de todo lo que mi cuerpo desnudo no necesitaba.

Tampoco recordaba tal barullo de estrellas agrupadas
como en un consenso celestial, pululando ante mis pestañas y el asombro,
acunando mi cuerpo ya aletargado,
iluminando las partes que no recordaba que consituían mi carácter.

En esos intervalos de turquesas espirales
entre cuevas y leyendas con olor a humedad,
reí con los ojos y las manos,
con los pies mojados,
y rojos los párpados del engañoso sol del norte.

En la intimidad del cuarto de la luz y la música
bailé bajo las sábanas
celebrando el retorno a la alegría.

Sorprendida ante el poder de la palabra compartida,
usando el pasado sin quererlo para la indescifrable unión de las almas,
en el reencuentro de la emoción en las papilas.

El sobresalto de recuperar algo que creiste haber perdido,
y el equilibrio fue posible,
sin haberlo planeado,
fresco y puro, como el agua,
como un niño sin barreras,
en la burbuja que no cesa hasta que no mueren las miradas.

Las campanas resonaban en Santiago,
y llovía por primera vez,
y sonreía por primera vez,
y firmamos una tregua yo y el universo.


Empapada y eufórica,
elegí continuar el camino a ninguna parte
exprimiendo las luces de la ciudad desde la altura.


Sin vértigo esta vez,
sin más incertidumbre que la que le crea a uno sentirse tan dichoso que teme que no dure eternamente.
Que teme estropearlo.

Miedo a la felicidad y a uno mismo,
a la verdad,
por la falta de costumbre.

Enhebrada a la almohada esta vez,
sueño seguro con los ecos de risa en salitre,
de la mañana clara y suficiente,
aquella, la más perfecta,

Sin una sola sombra,
sin azúcar,
y sin aliento.

El origen

Con dos flores secas pegadas a mi cuaderno y un mare magnum de emociones anudadas a las entrañas
miro por la ventana con pesadez justo en ese instante en que el sol se apaga y deja rastros luminosos tras de sí.

De un tiempo a esta parte viví como tantas veces,
al margen de mí y lo que me consta ser,
ajena a una vida que me dejó de pertenecer sin poder evitarlo.

Hace apenas nada
me faltaron las caricias que acababa de perder por el camino
que rodaron, alejándose, por los abismos del cansancio, del pasado,
escasearon los besos y me faltaron las palabras a que aferrarme.
Brilló la ilusión por su ausencia,
acusándome a mi misma de la línea que había atravesado,
escapé por un agujero y escuché después de tanto,
y no emití ningún sonido, convirtiendo mi ruido en silencio,
queriendo olvidarme de todo.

Y me salvé.
Me salvé pidiendo socorro a otras frases e historietas,
para ignorar a la ilusión que se coló por los desagües de las ciudades que atravesé.


Trágicamente inerte y presa de la falta, me embarqué en otro viaje con mi hatillo gigantesco,
y atravesé el país con la esperanza del que la ha perdido.

Sin pena ni gloria comenzó ese camino , y llegué cansada al lugar en que una de las semanas más bellas que consigo recordar fue vivida.

Allí despertaron las playas boscosas que jamás hube soñado,
con el olor a espumas y eucaliptos penetrando en nuestros cuerpos,
vacías de todo lo prescindible, en calma, solitarias, llenas de todo lo inmaterial. Salvajes.

Playas que recorrerán mi memoria sin esfuerzo
en que respiré después de haberme ahogado.
En que cerré los ojos para recordarlo todo,
para recobrar la constancia de estar pisando ese lugar.
Para ser consciente de que era yo , después de todo,
la protagonista de la historia.

jueves, 14 de abril de 2011

Silencio para llenar los vacíos.

Caminaba por el parque, sin prisa,
y la brisa del mediodía sacudía mi flequillo,
entre las aceras soleadas e individuos trajeados.

A lo lejos, escuchaba cómo un hombre sentado en un banco tocaba con la trompeta "What a wonderful world", y no he podido evitar sentirme dichosa, después de todo.

Me he sentado en la hierba a observar las primeras flores blancas anunciándose a la vida,y completamente quieta he sentido la fría hierba entre los dedos de los pies.
He escuchado los secretos del parque, aquél en que la mitad de mi vida ha transcurrido, el de los besos inexpertos y los rumores, el de las cosquillas y las noches rojizas y tenebrosas del invierno.

Me he escapado de mi propio cuerpo y he intentado sentir el espectáculo y la tragedia de lo que supone estar vivo.

Escuchando el silencio en vez de al miedo, ese miedo que jamás hubiera pensado que me producía la soledad, pero que últimamente experimentaba,
los pájaros más pequeños han anestesiado la incertidumbre de mis espacios.

Juegas en la vida los papeles que te tocan,
los roles que la mecánica diaria te exige, pero siempre juegas.
Juegas en las relaciones, juegas sin quererlo, con las personas.
Te sientes fuerte, te sientes débil, devastado, eufórico.
El otro ha de seguirte el juego sin comprender en qué consisten las reglas ésta vez.

Otras veces el pasado se superpone al presente y te supera recordar todo de golpe,
sobre todo te entristece pensar que jamás vayas a sentir lo mismo que en aqué entonces,
o que esos días quedaron atrás.

Otras veces, sencillamente te obligas a pensar que no puedes seguir lamentándote por mucho tiempo, que no estamos aquí eternamente, que el tiempo es un concepto demasiado valioso, sobre todo hoy en día.

Un día quisiste tanto a una persona que pensabas que jamás podrías dejar de abrazarle, y sin embargo, lo haces.

Y vas tanteando las almas como un ciego,
y vas buscando qué es exactamente lo que tu cuerpo te pide, lo que necesitas, lo que te hace vibrar.
Es terrible saber que es demasiado tarde para recuperar un sentimiento que se ha ido adormeciendo entre el vasto tiempo de la juventud.

Jamás hubieras pensado que esa primera persona que iluminó tu existencia con una ceguera sobrenatural, que creías por encima del bien y el mal,
hoy se apaga por tu culpa, y sufre, y todo parece una broma pesada del destino.

Darías lo que fuera, sin embargo, por mantener a esas personas a las que has querido de manera tan real, tan verdadera que crees tocarles ahora mismo,
y quieres hablarles, y decirles que aún te acuerdas, que no te olviden, que tú no lo harás nunca, que te perdonen, que no te juzguen.

Que te acompañen de cualquier otro modo en tu camino, ya que se va a hacer largo sin sus besos, sin su calor, sin su sonrisa.
Cuando prefieres la tristeza a la mentira,
cuando decides tirarte al mayor de los abismos,
cuando ya nada queda, más que tú cuerpo solo, muy solo,
y las tardes las llenas con música y letras,
en vez de con personas,
es justamente ahí,
cuando el silencio,
y la hierba entre tus dedos,
cobran el sentido.

Y las palabras se extinguen como un recuerdo más.

Y ahora sí, te das cuenta de lo complicado que es jugar en el mundo de los mayores.

miércoles, 6 de abril de 2011

Caló

El sopor callejero de un jueves extraño.

La ciudad se ha vuelto loca.
la ciudad tiene fiebre.

Un huracán de viento pesado y doloroso ha cometido allanamiento de morada.

Ese viento azota y apresa a las figuras,
las hace blandas e inseguras,
les absorbe la fuerza,
les evapora la sangre, consume su energía.

Asesina en los seres la frescura, la rapidez de pensamiento,
y emborrona sus mentes como acuarela,
sumiéndoles en un letargo dulce y venenoso.

Distrayendo sus conciencias. Aún más si cabe.

Ese calor dobla las hojas,
marea a la flora y a "civilizada" fauna,
hace que el mundo se derrita,
adormece, sumerge,
ese calor que funde los suelos,
y los sueños,

ese calor del delirio.

El infierno en los asfaltos,
meciendo con pétrea pesadez el viento,
abrasando los geranios,
tiñendo las pestañas de pelos blanquecinos.


Los destellos repasan tu rostro,
te hacen cosquillas, te acarician
te gusta.

Te cuecen al baño María,
para el gran banquete de los dioses,
quieren comerte los ángeles.


Luz cancerígena de la incomodez y el desconcierto,
pantalones de hilo pegados a los muslos,
frentes empapadas, rozaduras en zapatos,
el sudor se enfría con el aire del sector servicios.

Los portales albergan el aire frío de los inviernos,
y como en cuevas permanezco a salvo en ellos.

Sientes la corriente en movimiento,
fluyendo hacia los altos techos de antiguos edificios.

Huele a viejo mármol congelado.
Aprieto mi frente contra las barandillas de hierro forjado.
Por la cristaler penetran agresivos haces luminosos.


Y me escondo en un cuarto con las luces apagadas,
las persianas casi hasta abajo,
en mi guarida doy la espalda al maléfico sol.
-Ya no eres bueno, le digo , - Hace mucho tiempo que dejaste de serlo.


El aire envuelve mis pies descalzos
para poder pisar la arena, la hierba, la tierra,
la moqueta
la madera
tu cuerpo.

Jóvenes y mayores se reúnen sin saberlo,
y pueblan cada metro cuadrado del escaso espacio verde,
se desnudan, se ríen, se refrescan,
se quejan, se tocan, se quitan el sudor.

Beben cosas frías y comen helados para tener más sed después.

Algunos comen en tuppers pasta y arroz.
Sus cuerpos blancos manifiestan cómo nosotros no estamos acostumbrados a esto.

Tan sólo es Abril

y ya se ve la carne vieja, la carne joven,
rojiza después de blanca,
rojiza después de asada,
víctima de la saturación de los pigmentos,
del infierno del global calentamiento.

Todos son felices.
Yo no.

miércoles, 30 de marzo de 2011

El último cigarro.

Después de un día duro, Ella llegó a la esquina donde al caer cada noche, fumaba su primer cigarro después del trabajo.
Era el premio que, entre la humedad, el ruido de los coches, y la noche recién nacida, creía merecerse.
Trabajaba once horas diarias lavando los platos de un restaurante de moda,
fregando los suelos de todo el edificio, viendo como amanecía afuera, en las calles, con fiereza, un día más.
Su sueldo era menor por ser extranjera, como si por ello debiera justificarse semejante humillación, como si no tuviera palabra, ni voz, como si el silencio fuera su destino por haber nacido en un país “no desarrollado”.
Sus manos tras los años estaban arrugadas como garbancitos, y parecía menguar de tamaño con el tiempo.
Si como algunos dicen, somos antorchas luminosas, en ella se iba apaciguando la luz y el candor de antaño poquito a poco, con la cadencia de una vieja canción que se sabía de memoria.
Veía a los niños yendo al colegio de la mano de sus padres, oía sus ecos lejanos, sus quejas, veía sus legañas, olía sus cabellos de Nenuco e imaginaba sus pequeñas bocas manchadas del cola-cao de las ocho.
Pensaba en sus hijos. Sabía que estaban lejos y les sentía entonces, si cabe, más lejanos.

Había sacrificado el ver crecer a sus hijos por poder darles una educación, por poder ver en un futuro que se le hacía eterno, cómo prosperaban gracias a sus días encerrada en aquél lugar tan lúgubre y solitario.
No tenía tiempo para crear vínculos, no había hecho más que una amiga, Manuela, dulce, dulcísima Manuela de ojos de grillo.

Hablaba con su familia a veces, y entonces su mundo cobraba sentido, e imaginaba el olor de los potajes que su madre solía hacerle, el vapor de la cocina de barrio inundando los pasillos, el ceviche a orillas del mar, el arroz con marisco y un poquito de ají, no mucho, que nunca había sido amante ella del picante.

Recordaba también las blancas ropas tendidas en los balcones, las cantutas color frambuesa desfalleciendo en los balcones coloniales, la primavera eterna, el poderoso sol de su Latinoamérica.
Pensaba en la suerte que habrían tenido sus amigas del colegio,
en qué sería del primer novio que besó aquella mañana luminosa tras la misa de mediodía.
Aquél domingo ella pensaba en su futuro.
Escogía nombres para sus hijos, nombres de poderosos reyes incas,y construía mentalmente una casita colorada y de cal, como las que dibujan los chiquillos, en que vivirían ella y hasta sus nietos, todo el mundo sería bienvenido.
Qué feliz sería haciendo punto en la terracita, bajo la sombra del sauce llorón.

Recordaba sus largas trenzas de antaño, azabache, tacto de seda, y sus vívidos vestidos floreados, sus camisas de hilo para el verano..
Hasta creía escuchar la cumbia de las berbenas en cada rincón de su cuartucho de limpiar, con olor a desengrasante.Con hedor a desencanto.

Jamás se quejó, sin embargo, pues aún conservaba la capacidad de soñar despierta hasta crear su propia realidad, y eso, en estos tiempos, era más que nada.

Y la llama se apagaba, pero sonreía, cándida,virgen en el lamento,
porque sabía, estaba segura, como le dijo un día su abuela Graciela,
de que las buenas personas siempre tienen suerte.

Y esa tarde, concretamente esa tarde, alguien le dió el empujón que necesitaba, y según terminó la jornada, fue a una agencia de viajes a coger un billete para semana santa a su Latinoamérica hermosa.

Posiblemente para siempre.
Imposible volver tras abrazar a sus hijos otra vez,
paladear el sabor de su arrocito con ají,
pero no mucho,
que nunca había sido amante ella del picante.

lunes, 28 de marzo de 2011

Mírame y trata.

Mírame.
E intenta advinar qué extraños pájaros pasan hoy de un hemisferio a otro,
qué sonidos se esconden en cada cueva de mi cerebro,
si mi conciencia está o no debilitada,
si existe,
si mis neuronas echan la siesta todas las tardes,
si mis terminaciones nerviosas del calor y el dolor se acercan
o se alejan.

Qué se cuece nuevamente, cada segundo, en aquellos lugares que no vemos.
La boca, el cerebro , el alma,
se separan por un umbral magnético,
casi imperceptible,
y se pelean a muerte
como una masa homogénea,
dispersando mi atención hacia todas direcciones.

Me escudo en pensamientos fáciles,
palabras que suenan siempre en mi cabeza,
en las asignaturas que me gustan,
en los amigos que más usan la risa,
en los libros con letra grande,
en las canciones sin letra,
y con mucho corazón.

Y sin razón,
porque tantas veces carezco de ella,
y tantas otras la pierdo por el camino..

Nunca estaré preparada del todo para el mundo, eso lo sabes.
Seré fuerte algunas veces, lo prometo, cuando haga mucho sol, o cuando granice.

Siempre que todo lo que forme la vida sea mucho o infinito,
la medianoche o el amanecer,
el mar o el desierto,
el amor o la nada.

Cuando vuelvas a verme,
cuando vengas por fin,
y en algún momento dado pienses en secuestrarme para siempre,
y pueda tocarte,
siendo tu meta en este viaje que es eterno,
te darás cuenta de que ha merecido la pena.

Obviarnos, después de tantas estaciones,
tentaciones,
con el rabillo del ojo en el otro,
mirando hacia arriba al pensar, porque nos recordamos,
porque no se ha extinguido todavía.

Raras y frías me parecerán tus grandes manos,
y me sentiré pequeña,
la primera media hora,
y gelatinosa, como si por un momento fuese a desintegrarme sobre el mantel.

Y entonces sí, entonces tú me seguirás,
después de tantas semanas persiguiéndonos
entre la noche y las sábanas pobladas de nuestros viejos ecos.

Nos dijimos todo alguna noche.
Todo lo que hace falta en la penumbra,
lo necesario para respirar, para despertar,
para crear esperanza,
todo lo que teníamos dentro desembocó un día en forma de palabra.


Parece jamás nos cansaremos de equivocarnos.
Y tras creer que algo carecía de sentido,
darnos cuenta de que al final es lo único que aún lo tiene.

No nos cansaremos nunca de buscar lo que un día ya encontramos,
con otro nombre, otras manías, otra risa ,
al principio luces, luego algunas sombras,
el recuerdo, al final el olvido.

Intenta, trata de averiguar que se esconde,
que es lo que escondo,
en este segundo de frases inconexas,
en que aparentas no entenderme aunque yo sepa que sí.

Porque aunque todos tenemos secretos
tú ya has descifrado en mí más que resto sólo mirándome.

Y los secretos se ocultarán al caer la tarde,
y nacerán con fuerza al despertar
y morirán matándonos un poco,
muriendo sin haber sido sabidos.

Sin saberse nunca.

Todo hombre tiene oscuros vértices,
estrechos callejones sin salida,
cuevas llenas de polvo y de espanto,
caras y momentos que las ocupan,
fantasmagóricamente,
sin poder tocarnos todavía.

Así que abrázame y no me preguntes nada,
porque hay veces que los signos de interrogación son peor que los cuchillos.

Seguiré pensando que vendrás y que algún día
sabrás
fuimos afortunados desde el primer día en que existimos.

E imprescindibles, al menos, para una persona en el mundo infinito.

sábado, 26 de marzo de 2011

El poder del olvido.

Ayer, de repente, y sin saber muy bien cómo, recordé.
Como si una parte de mi cerebro hubiera despertado de un sueño demasiado largo, por fin.

Olvidar a una persona no es tan difícil.
Algunos científicos han denominado la "neurona abuela" a aquella en que descansan nuestros más íntimos recuerdos sobre una persona determinada.
En el momento en que la neurona deja de funcionar o se adormece, la persona en cuestión que la habita, también pasa a la historia de nuestra memoria.
Es solamente una teoría, pero no deja de ser un ejemplo más de lo que la memoria selectiva es capaz de hacer por nosotros.
Por otra parte, no es algo que se haga de manera involuntaria, el olvidar digo, porque con el recuerdo estimulamos esa neurona sin dejarla morir, como si la alimentáramos.
Como la película "Olvidate de mí", en que una pareja tras su ruptura decide olvidar los recuerdos juntos para poder seguir adelante.
Esto se tornaba una utopía cuando lo pensé por primera vez, algo como de ciencia ficción, pero de repente, te encuentras con que existen mecanismos naturales para seleccionar tu "Top ten de recuerdos y de personas que quieres sean recordadas".

A pesar de todo esto, creo que jamás me ha pasado que quisiera olvidarme de alguien que hubiera pasado por mi vida con urgencia, o por necesidad para afrontar mejor mi día a día.

Suele ocurrir tras una ruptura que tratas por una temporada de no recordar los mejores momentos, para que el camino se haga más sencillo, o intentas de alguna manera pensar en el tópico de que debería de haber pasado eso para que ahora te ocurran otra serie de cosas que debían llegar.
El caso es que a mi no me gusta olvidar.
Tampoco me gustaría que alguien buscara con ahínco, la manera de olvidarme a mí.
Sino, qué es exactamente lo que hacemos compartiendo el tiempo con las personas, si al final
nadie se acuerda de tí.

Claro que no cuento en mi currículum con experiencias traumáticas que me hagan sentir la necesidad de asesinar recuerdos, y que tengo la suerte de que las personas que me han decepcionado en la vida son pocas.

Ayer me puse a pensar en lo mucho que disfruto de la soledad a veces.
Cuando nada importa, más que estar bien con uno mismo y reflexionar en lo que te apetezca sin que nadie interrumpa al pensamiento.
Es difícil, yo creo, estar sola demasiado tiempo con esta edad, en que todos los planes son bienvenidos, en que todas las personas albergan algo nuevo que aprender.
Una edad que hemos de exprimir y que sin duda, merece la pena ser recordada.

Pero también pensé en que es curioso que a pesar de haber viajado sola y haber disfrutado con esa sensación, son muchos más los buenos recuerdos que tengo con las personas, aunque sea en las situaciones más banales, en el sitio menos fascinante, o con la música más horrorosa.

Eso de sentarte en la hierba enfrente del mar a la tarde, con una cerveza fría, y mientras piensas que no hay nada mejor que ese instante, decirle al otro: "No me digas que no te sientes increiblemente bien ahora mismo", y el otro sin contestar, te mire y lo sepas todo.

Que los momentos compartidos son los mejores creo que es un hecho.

Por eso no me gusta dormir sola, porque no recuerdo lo que sueño.

jueves, 24 de marzo de 2011

Y los hombres pudieron por fin disfrutar de la Tierra.

Se despertó temprano aquella tímida mañana,
suavemente, sigiloso.
Tras desayunar bostezos y mirar como él sol se desperezaba lentamente,
escuchó a la cafetera susurrandole en su extraño idioma
inundando las baldosas frías con su intenso aroma.
El alba penetraba por las cortinas naranjas, parecía estar en el centro del ardiente sol.

Tomó el café sin prisa, sintiendo cómo bajaba por su cuerpo,
disfrutándolo con paciencia.
La cafeína ascendía a su cerebro con rapidez,
sus párpados se despegaban poquito a poco,
y las legañas que poblaban imposibles recovecos ,
se evaporaron con la primera mirada,
la de la niebla romántica y vaporosa.

La primavera había dado sus primeros y tímidos pasos,
sabiendo que la gente no estaba preparada para tanta belleza de sopetón,
que le acogerían con un entusiasmo que resultaría excesivo,
teniendo en cuenta que era aquella la ciudad de la lluvia..

Y las tormentas volvería sin ninguna consideración por los brotes ni por los almendros que explotaban a las orillas de las aceras.
No sería ella la que jugara con los sentimienos
regalando esperanza a los niños que jugaban en los soleados parques,
y a los adolescentes en las playas repletas de brisa y de soles..
la prudencia era esencial.

Pero a la primavera se le escapó de las manos el asunto y desnudó el universo para vestirlo a su manera.


Brillaban largas lágrimas en el lúpulo,
deslizándose todavía alguna perdida
por el gran ventanal
antes de su bello y silencioso suicidio.

Supongamos que era una ciudad cercana al mar, al monte y a los ríos.

En ella se mezclaban los ecosistemas sin orden ni concierto,
los arco iris eran muy habituales,
olía a eucalipto al lado de un centro comercial.

Un pavo real paseaba tranquilamente por el parque , a la sombrita,
absorbiendo la frescura de los robles veteranos,
cuyas hojas danzaban ritmos de otro tiempo,
y puntos de colores enomquetaban los suelos nuevamente,
y en el aire, todos los tipos de polen, hacían el amor.

La efímera armonía duraría lo que un suspiro de felicidad absoluta.
El sol mediterraneo bañaba los cuerpos y sonrojaba mejillas,
y la plenitud se aspiraba como cualquier flor de raros matices.

Voces de juegos infantiles, parejas centenarias de la mano,
bicicletas y guitarras.

Fue aquella la ciudad en donde el mal no tuvo cabida.
El puro oleaje se llevó la tristeza al mediodía, cuando,
subiendo la marea,
el pan rallado de arena sirvió de alimento a muchos hombres,
y hubo peces, y hubo justicia, y hubo paz.

Y la gente volvió a respirar llenandose de aire los pulmones.

Sinieron esa libertad al fin,
preguntándose por dentro por qué motivo
hacía tanto tiempo
desde la última vez.


Ella quiso avisar ,sin embargo,
de su voluble carácter...

Pero ya era tarde,
los hombres no querían pensar en la tormenta del mañana,
porque nada tenían,
excepto el momento.

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