lunes, 28 de marzo de 2011

Mírame y trata.

Mírame.
E intenta advinar qué extraños pájaros pasan hoy de un hemisferio a otro,
qué sonidos se esconden en cada cueva de mi cerebro,
si mi conciencia está o no debilitada,
si existe,
si mis neuronas echan la siesta todas las tardes,
si mis terminaciones nerviosas del calor y el dolor se acercan
o se alejan.

Qué se cuece nuevamente, cada segundo, en aquellos lugares que no vemos.
La boca, el cerebro , el alma,
se separan por un umbral magnético,
casi imperceptible,
y se pelean a muerte
como una masa homogénea,
dispersando mi atención hacia todas direcciones.

Me escudo en pensamientos fáciles,
palabras que suenan siempre en mi cabeza,
en las asignaturas que me gustan,
en los amigos que más usan la risa,
en los libros con letra grande,
en las canciones sin letra,
y con mucho corazón.

Y sin razón,
porque tantas veces carezco de ella,
y tantas otras la pierdo por el camino..

Nunca estaré preparada del todo para el mundo, eso lo sabes.
Seré fuerte algunas veces, lo prometo, cuando haga mucho sol, o cuando granice.

Siempre que todo lo que forme la vida sea mucho o infinito,
la medianoche o el amanecer,
el mar o el desierto,
el amor o la nada.

Cuando vuelvas a verme,
cuando vengas por fin,
y en algún momento dado pienses en secuestrarme para siempre,
y pueda tocarte,
siendo tu meta en este viaje que es eterno,
te darás cuenta de que ha merecido la pena.

Obviarnos, después de tantas estaciones,
tentaciones,
con el rabillo del ojo en el otro,
mirando hacia arriba al pensar, porque nos recordamos,
porque no se ha extinguido todavía.

Raras y frías me parecerán tus grandes manos,
y me sentiré pequeña,
la primera media hora,
y gelatinosa, como si por un momento fuese a desintegrarme sobre el mantel.

Y entonces sí, entonces tú me seguirás,
después de tantas semanas persiguiéndonos
entre la noche y las sábanas pobladas de nuestros viejos ecos.

Nos dijimos todo alguna noche.
Todo lo que hace falta en la penumbra,
lo necesario para respirar, para despertar,
para crear esperanza,
todo lo que teníamos dentro desembocó un día en forma de palabra.


Parece jamás nos cansaremos de equivocarnos.
Y tras creer que algo carecía de sentido,
darnos cuenta de que al final es lo único que aún lo tiene.

No nos cansaremos nunca de buscar lo que un día ya encontramos,
con otro nombre, otras manías, otra risa ,
al principio luces, luego algunas sombras,
el recuerdo, al final el olvido.

Intenta, trata de averiguar que se esconde,
que es lo que escondo,
en este segundo de frases inconexas,
en que aparentas no entenderme aunque yo sepa que sí.

Porque aunque todos tenemos secretos
tú ya has descifrado en mí más que resto sólo mirándome.

Y los secretos se ocultarán al caer la tarde,
y nacerán con fuerza al despertar
y morirán matándonos un poco,
muriendo sin haber sido sabidos.

Sin saberse nunca.

Todo hombre tiene oscuros vértices,
estrechos callejones sin salida,
cuevas llenas de polvo y de espanto,
caras y momentos que las ocupan,
fantasmagóricamente,
sin poder tocarnos todavía.

Así que abrázame y no me preguntes nada,
porque hay veces que los signos de interrogación son peor que los cuchillos.

Seguiré pensando que vendrás y que algún día
sabrás
fuimos afortunados desde el primer día en que existimos.

E imprescindibles, al menos, para una persona en el mundo infinito.

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