miércoles, 29 de septiembre de 2010

Soledad húmeda.

Hoy, he despertado con los ojos empapados.
Recuerdo que una ves te pasó algo parecido.

En mi sueño, estábamos en una piscina.
Tu mirada se perdía entre el cloro y el reflejo de la luz en el agua.
Buceabas para no poder escucharme.
Te resguardabas del Mundo en el agua, como en el vientre de una madre, a salvo de todos y de tí.

Eras inmune al dolor, no sentías nada.
Yo te gritaba pidiendo auxilio, te hacía preguntas, y me tragaba el agua y mis palabras a borbotones.
Intentaba poder acercarme a tu cuerpo, pero no avanzaba, el camino era denso, y tu imagen intermitente.
Te movías como un pez esquivo.

Tu expresión parecía parte del paisaje, inamovible, inexpresiva, plana.
Sumergiendote en el silencio, vivías en una ignorancia azul y templada. Y tu alma era transparente.

Me sentí al borde del abismo,
como una niña pequeña que está a punto de ahogarse en un vaso de agua.
Yo me desgañitaba intentando hacerme oír,
sin orgullo, sin pensar en nada,
y cuanto más ponía de manifiesto mi dolor,
más sereno te tornabas tú, frío, ausente entre palabras desgarradoras.

Sólo mi eco seguía nadando entre las aguas,
y una niña se ahogaba dentro de mí,
pero tu seguías buceando, impasible..

Y mi alma mojada, tocaba fondo entre azulejos rotos y sirenas brillantes.

martes, 28 de septiembre de 2010

Eterna.

"Han pasado algunos años desde la última promesa,
ella se ha marchado dejando olvidado un cuerpo dormido.
Soñaremos que una noche a ella le pinchó una rueca y no despertó.
A él sólo le queda celebrar esta última ofrenda,
y ella, arderá en una estrella diciendo:
Que abran las ventanas y me dejen marchar,
que la noche no duela"




Alguien dijo que podemos irnos del mundo sin marcharnos del todo nunca,
que todo el amor que has creado sigue aquí, viviendo en los corazones que has conmovido y nutrido mientras vivías.


Pero la muerte duele, y al marcharte pareces haberte llevado contigo el sentido de las palabras.


Hace unos días te ví imaginando que sería la última visita.
E intenté explicarte lo mucho que te quiero, porque me dijeron que el oído es el último sentido que se pierde.
Busco el consuelo en saber que al menos me he despedido de tí, y que dices adiós a todo esto, consciente de haber llevado una vida plena y hermosa.


Creaste un hogar junto al mejor de los hombres, donde siempre hubo cabida para uno más, donde tanto tus hijos, como tus doce nietos, fuimos felices .
Donde gracias a tí, todos nos reuníamos como una gran familia.


Siempre te voy a recordar como a una muñequita dorada con zapatos pequeños y piel de caramelo.
Cuando venías a casa, lo sabia por ese olor dulce con que lo envolvías todo.
Te recuerdo siempre sonriendo.


Tu carácter se ha correspondido siempre con tu figura, noble, dinámica, y fuerte.
Pero también muy tierna.


Has sido una mujer que no se quedó anclada en los recuerdos y la pérdida. Tu sentido del humor y tus ganas de vivir te lo impidieron.
Esas ganas de vivir te han aferrado a la vida hasta las últimas consecuencias con una fortaleza que se negaba a acabar sus días en el Mundo.


Hemos hecho nuestro tú dolor, siguiendo tu paso a través de estos duros años, en que pasabas sin hacer ruido, como un pajarito que no se conformaba con irse de nuestro lado..


Tu vida se ha apagado lentamente como una vela de cumpleaños, que hasta el último momento irradia luz y calor.


Al morirte se muere una parte de los que todavía te necesitamos.
Para muchos te has convertido en el centro de sus vidas, los mismos, que se preguntan ahora como harán para vivir sin tí.
Te digo Adiós sabiendo que estarás con el amor de tu vida muy pronto, que serás su mejor regalo de cumpleaños en este 29 , y que seréis tan felices juntos como lo hemos sido nosotros a vuestro lado.


Te echaré mucho de menos.

martes, 21 de septiembre de 2010

Acuérdate de vivir.

Jugando con el subconsciente he despertado esta mañana, a media asta.
Llevo conmigo preguntas aprendidas, inconexas, que sobran, y que sedientas exigen, buscan, y callan.
Sobre todo callan. Sin pronunciarse, por miedo a no encajar en ese mundo inventado que creaste algún día, sin el permiso de nadie, sin avisos.

Algún día raro, aparecí como un arrebato, arrancándote la libertad y la piel a besos insuficientes.
Tú acariciabas mi alma con Chopin y me hacías reír. Me bastaba saber que te había encontrado, era suficiente.

Quiero decirte que yo jamás nací para adivinar, pero sí para querer.
Tú en cambio naciste para que te quisieran sin preguntas.
Tú vida por la nuestra.
Me miro, y agotada por este juego peligroso en el que me has involucrado , me procuro el don de no pensar, de seguir, porque el camino es ahora lo único que importa, la vida que me queda sin tus abrazos.
No miento si te digo que hubo un tiempo, cercano, en el que mis sentidos abotargados, parecían ni pertenecerme.
Era ajena a mi vida, porque tu estabas en todo lo que tocaba, habías vacíado mi interior a cucharadas.
Así me desnudo por última vez ante tus ojos cansados, con esa verdad que tú escondes.
La verdad con la cual ahora te digo desde el otro lado del charco, y sin promesas, hasta siempre, Mr Darcy.

Alguien te tenía que decir, (aunque temo que sea demasiado tarde) que el ser humano , más que ficción , que animal , y sobre todas las cosas, es humano.

Pero todo pasa, aunque pese, y sí de algo estoy segura es de que este animal se ha cansado de esperar, porque como ya te he dicho, yo no he nacido para eso.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Vuelve.

A veces, inevitablemente, vuelves a mí.
Y te siento cerca, alterando cada espacio, y cada parte de mí se revuelve con tu respiración invisible.
Revoloteas ,repasando cada pensamiento, inundándolo todo de desazón y turbulencias .
Te elevas y dilatas tu presencia hasta que se hace insoportable, tanto, que conviertes mi vida en algo tuyo, en una prolongación de tu existencia.
Y estás lejos.
Pero tu recuerdo permanece congelado, y ya no se muy bien donde están los límites entre el recuerdo y la realidad.
Me confundes, como siempre has hecho, y pierdo el poco sentido común que me quedaba.
La concepción del tiempo, al que siempre has temido, (incluso más que a tí mismo), desaparece.
El ahora del que hablabas ha perdido todo su sentido.
Suelo odiarte a menudo, cuando por tí estoy aprendiendo a convivir con la soledad.
Seremos al menos un día un boceto de lo que fuimos?
Dime que volverás y como una corriente de calor , descongelarás mi vida, y volveremos a ese punto exacto del mundo donde nos abandonamos por última vez.
Y nada habrá cambiado, más que la estación.
Dímelo, o esta noche será larga ..
Otra vez

Datos personales

Mi foto
Una vida no cabe en 1200 caracteres.