miércoles, 29 de diciembre de 2010

Siempre tú, mi amarga y única perdición.

Parece que aterrizaron con prisa y sin previo aviso las vacaciones navideñas en el pequeño y absurdo micromundo en el que habitamos.
Una ciudad conocida, el camino en cuesta de siempre, el portal resbaladizo de siempre, mi sitio en la mesa de siempre, el café a la temperatura de siempre..

Afuera la lluvia como despertador, la atmósfera gris que se crea y se cuela por la ventana cuya persiana he destrozado por décima vez en este año.

Apenas he tenido tiempo para reflexionar de una parte a esta de mi vida, siempre corriendo, con horarios y alarmas en el móvil, de clase en clase, de bar en bar, de persona a persona, de pensamiento en pensamiento sin pararme en nada en particular, cogiendo esencias de todas partes, quedándome con lo que quiero de cada realidad.
Con lo que he considerado lo importante de cada cosa.

Todo ha sido más consciente de lo que pretendo aparentar.
No tuve tiempo,pero sobre todo, ganas de asumir cómo se han sucedido estos tres o cuatro meses ante mis ojos despistados, legañosos, otra vez.

Y tampoco pretendía hacerlo ahora, pero el tiempo se ha expandido y estirado, las horas ahora se han multiplicado por lo que las vacaciones representa.
Y miles de pensamientos, muchos tristes, otros que me sumergen en otros tiempos, en bonitos días pasados, pensamientos sobre planes, sobre largos viajes, a veces sobre mi incierto futuro, me acechan por la espalda.

Necesito llenar los espacios de mi mente y de mi diario antes de que me estalle la cabeza o me vuelva completamente loca.

Busco excusas continuamente para no profundizar en situaciones que me aterran, en historias que me crean tensión o angustia internas, en relaciones que me aportan inseguridad o rabia.

Mucha gente se ha marchado de mi vida para siempre, posiblemente no volveremos a coincidir jamás en el tiempo ni el espacio, ni seremos los mismos que entonces si lo hacemos.
Nunca podrá volver a fortalecerse un amor recalentado del mismo modo que si se hubiera cuidado en el momento preciso.En el instante perfecto.
Jamás podremos ser uno de nuevo después de haber pertenecido al mundo y sus habitantes mientras la vida corría, rápido, rapidísimo, sin que pudiéramos hacer nada contra ella y su caducidad.

Nunca volverá aquella tormenta de Enero a calarnos los huesos y el alma con sus congeladas gotas de lluvia el corazón de los que se miran de verdad por primera vez.

Es bonita la vida del comienzo, la brevedad de lo primario.
Las promesas, y los gestos nuevos, risas vírgenes y conversaciones que duran desde el amanecer hasta la oscuridad de la noche sin que te hayas preguntado ni siquiera si has comido, o dormido, porque nada de la vida parece importante en comparación con esas primeras luces con que se ha teñido el mundo desconocido y maravilloso.

Confías tanto en que nada podrá fallar, y la vida por primera vez es lo que esperabas.
Cegado y en un torbellino de sueños recién salidos de la fábrica parecen al alcance de la mano, dan vueltas ante tus ojos para que sepas que te pertenecen.

Has depositado tanta energía en predicar que el amor es lo que mueve el mundo, que es lo único que nos hace dsinteresados y buenos, e inmortales, que ya no sabes ni si algo de eso era cierto o lo habías visto en una película.

Saber que nunca jamás volverás a tocar a una persona es terrible.
Que ha desaparecido, que es como si hubiera muerto o se hubiera evaporado, tener la certeza de que no hay nada cierto a tu alrededor, de que las luces se acaban un día en cualquier estación del planeta.

¿Qué habremos significado para los demás a largo plazo?
¿Es posible que alguien recuerde a otro alguien para siempre?
¿Es el amor algo tan sobrevalorado como la navidad o la magia?
¿Merece la pena dejar la razón y la vida que te has creado por una intuición o un cajón de recuerdos?

Yo sólo se que no cierro puertas por miedo, más que por convicción, y no decido el camino porque me aterra saber lo que quiero si el resto no lo ha decidido aún.
Sólo necesito que me quieran con locura, o hasta la locura, pero sin esperar nada a cambio hasta que me convezcan como lo hiciste tú un día.

Nadie me convence.
Podrías intentarlo otra vez, aunque es difícil reconstruir ese boceto donde nacimos como únicos para el otro, con la lluvia cubriéndonos los párpados, la ciudad archiconocida más dulce que nunca,
y su luz de asfaltos y roja contaminación de sala de revelado
igual que la de hoy, igual que la de siempre,

pero sin tí, sin tu cara mojada y feliz asomándose a mi rutina como el que espera a algo que nunca llega, y cuando llega se aferra con todo su cuerpo a ese regalo, al que conocía mucho antes de haberle visto, cuya suavidad le era tan familiar como su propio cuerpo, cuyo olor le atraparía para siempre.

Qué hacer si no puedo hacer otra cosa que recordarte.




viernes, 24 de diciembre de 2010

Noche en la tierra.

Eran sobre las ocho de la tarde, salía de trabajar después de cinco horas con ganas de llorar.

Trabajaba en un restaurante pijo del centro, frecuentado por nuevos ricos y muchas personas a las que lejos de importarles lo que cenarían, les interesaba terriblemente decir a sus amigos del trabajo o de "poteo"dónde había sido el elenco, y cómo el precio estaba directamente relacionado con la exclusividad del lugar y la calidad de las trufas y los rollitos de Idiazabal.

Pero también había personas que acudían para celebrar algo importante, que disfrutaban del momento, de la música ambiental, de las cucharadas de toffe de la tarta de nueces, que se miraba a los ojos y reía, o conversaba sin dar tregua al silencio, ante las que sentías cada vez que les pedías la comanda que estabas interviniendo en algo sagrado.
Otras parejas aprovechaban los sofás para tocarse una vez el vino les subía a la cabeza, y con los papos colorados y disimulando en vano , él recorría las medias de su pareja haciendo que ésta se sonrojara con razón.

En las mesas reinaban cuencos cristalinos con orquídeas fucsias y caían del techo grandes lámparas de mimbre tahilandesas a juego con las flores.
Los clientes paseaban por el suelo de inamculada moqueta gris como volando, y llegaban a las mesitas acogedoras guiados por gente como yo.

En la entrada un gran árbol navideño muy hortera llamaba la atención sobre el resto de los objetos, y cada vez que lo rozabas, pedacitos de nieve artificial dejaban el suelo perdido.

Yo, como novata, era la que debía de limpiarlo, con escoba, con una aspiradora nueva que no funcionaba, y finalmente, con mis manos, torpe y rápidamente, antes de que grandes ejecutivos de los bancos más importantes dieran comienzo a los grandes banquetes de empresa.

Debíamos tratarles como a reyes, como a seres superiores por su nombre y posición , limpiar con pala dorada las migajas de la mesa antes del postre , y responder a vocativos como "rubia"(en mi caso) o "chata" , siendo extremadamente serviciales y sumisas.

Sí, éramos casi todo mujeres, de edades y condiciones dispares, más de la mitad ya madres, y algunas hasta abuelas. Si en todos los lugares se pueden hacer estudios sociológicos, el personal de un restaurante de estas carácterísticas es idóneo para ello.

Camareras encantadoras que te tratan como a su nieta, que te protegen y persiguen hasta la saciedad, o bien cuarentonas que dejaron su casa y sus estudios con diecisiete años y te consideran una niñata a la que tienen manía porque tú aún estudias y tienes el mismo trabajo que ella, y con la mitad de experiencia puedes hacerlo decentemente.

No me juzguéis insensible. Si alguien que me dijera eso valiera la pena como persona podría hacer hasta que me saltaran las lágrimas y tuviera ganas de abrazarle, pero desgraciadamente suele ser el perfil de persona que no te escupe de milagro, por lo que habitualmente no siento demasiadas ganas de abrazarles.

Siempre la misma historia, personas que se crecen y te someten a sus órdenes, miradas y comentarios despectivos porque han trabajado "EN MÁS DE VEINTE BARES DE NOCHE Y NO SABES GUAPA LO QUE SE SUFRE Y LO QUE HE TENIDO QUE PASAR ALIMENTANDO A MI HIJO PEQUEÑO COMO MADRE SOLTERA MIENTRAS TÚ CURRAS PARA TUS PUÑETEROS CAPRICHOS Y ERES UNA DESPISTADA QUE NO MUEVE EL CULO.." etc etc..

Pero por suerte, aparece un ángel de la guarda que te salva y te envía una mirada cómplice o te guiña el ojo o te da un empujoncito para que no te desesperes ante esa mujer despiadada que te humilla sin que te hayas siquiera dirigido a ella.


Casi todas habían estudiado para "somelier" o "metre" menos yo, que aún estando en medio de dos carreras no demasiado agobiantes debía sacar tiempo de debajo de las piedras para ganar el dinero suficiente para viajar, la mayor de mis pasiones.

Aquél día los extras, por lo visto, ya no podíamos apoyar siquiera los platos en las mesas de los ejecutivos agresivos, solamente nos permitían llevar bandejas de un lado para otro, sin descanso, unas bandejas más anchas que nuestros cuerpos, y que pesaban sin platos como un muerto.

Me extrañó el nuevo cambio, pero bueno, sin rechistar, (como no puede ser de otro modo)llevé como una mula todas aquellas bandejas, siendo consciente de que en pocos días parecería la hija menor de Swarzeneger.
El caso es que una vez las mesas ya estaban por el postre, ya cansada, pregunté si podía hacer otra cosa.

De mala manera me contestaron que llevando bandejas se me iba a poner "el culo muy duro" con sorna, y bueno, en ese instante me pregunté que coño hacía en ese lugar, y por qué dejaba que me torearan de ese modo.

Muchas veces he sentido en la hostelería que para ser respetada como una chica joven (para ellos novata), siendo algo despistada (para ellos cometedora de actos imperdonables), debía de parecer hiperactiva, borde, y hasta chula.
En realidad siempre parece ser así, debe parecer que sabes lo que haces aunque no sea así, y tienes que asentir, demostrar y sobre todo, marcar ciertas distancias para que la gente no se sobrepase.

Lo que supong que aún no saben pero sí sospechan es que soy joven pero no gilipollas.

Tras salir del trabajo, con olor a mantel chino en el pelo, a fritanga, y con los brazos reventados, fumé en la calle, con un frío siberiano, el mejor cigarro de la semana, y maldiciendo los primeros cinco minutos a todo el personal de ese puñetero palacete gastronómico, recibí una llamada que me salvó para salir de la ciudad y comprar regalos navideños en tiempo record.

Había una luna llenísima y un cielo despejado perfecto, y se me pasó toda al mala uva y me dió por reírme como una idiota, tampoco me quedaba otra, pensé.
Por suerte, según me habían comentado, había cervezas a 2X1 en un acogedor irlandés, algo que me motivó, puesto que llevaba todo el día con unas ganas de evasión que hacía tiempo que no sentía y me apetecía estar rodeada de cervezas y voces conocidas.


Resultó aquella una noche curiosa y efusiva,
de reencuentros y conversaciones etílicas sobre todo y sobre nada.

Fue el solsticio de invierno más raro de todos,
intenso pero inocente,
lleno de vaho y humo de fresa.
Triángulos irracionales y música perfecta, en el lugar perfecto, con una mezcla de escalofríos congelados dotados de absurdas emociones.
Paletas rotas y raras miradas verdes entre vasos de chupitos llenaron los bares palpitantes.

Bonito, como todo lo irreal.

Y en ese lugar del desayuno de las ocho, las siete diferencias con pintalabios, por fin, fueron encontradas.

Al igual que los abrazos rotos en una encrucijada de calles conocidas sin vuelta atrás.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Todo fue poesía alguna vez.

Amasaba con sus manos una pasta de nata entre grandes bostezos y resaca de sentimientos extraños.
Otro amanecer en el que dejaron de existir las estaciones, el cambio climático me pegaba en el rostro abrasando mis mejillas.
No era la primera ni la última vez que el corto y perezoso invierno se reía de la ciudad.
Y a la gente, lejos de preocuparle, le encantaba que el cielo se hubiera vuelto esquizofrénico e impredecible. Les gustaba vivir la Navidad en terrazas al sol, en mangas de camisa y sin lanas.
Me encanta la lana.
Me encantas con tus jerseys de lana bereber, y cuando me abrazas, huele a viejo y a la Castilla profunda enre los gruesos hilos de tus cálidos susurros.

Imagino farolillos ennegrecidos y rotos, y misteriosos ruidos enlatados dentro de una taberna decadente, escondida entre las sombras de un pueblo manchego, frío , seco, oscuro.
Sobre todo oscuro.

Las palabras vuelven a ponerse en tela de juicio. Las necesito como el agua en estos días sensibles y nuestros.
Demasiadas preguntas, pocos detalles, mucho frío. Pero también muchas ganas.
Locas.
De amar, de errar, de ser de nuevo dueña de mis sentimientos sin serlo en absoluto.
Me hago la esquiva para hacerme impermeable al dolor, y ser libre, libre, libre.
Sólo quiero decir adiós a los fantasmas del verano en las cascadas de luz, cerrar episodios como se apaga el viejo día al tomar protagonismo la inmensa luna rota.

Exhalo suspiros intermitentes en una terraza incendiada por la savia de unos árboles inmortales, de unos gatos invisibles y de una bicicleta oxidada que cayó en el olvido tras la ilusión.
No puedo ser sólo alguien a quien enciendes con tus manos.

He sido recompensada con la intensidad del que nunca piensa en el mañana, creo haber sido querida con el calor de un millón de sueños apretados.
No hay nada en mí que no hayas visto antes, y sin embargo, aún no has visto nada en mí en lo que yo me identifique.
No sabes nada, y a la vez lo sabes casi todo.
Me escapo de tus trampas como un ratón asustado, y te crees que me creo la mitad de tus recursos.
Nadie dijo que fuera fácil empezar algo empezado.
Nos fumamos la melancolía, y entre combustión y latidos empieza una nueva vida en nuestros párpados dormidos.
Y me quedo sin palabras bailando en la cocina, descalza, y sin más poesía que la que me ofrecen tus manos en mis vértices.
Me sabré el número de tus lunares antes de que puedas darte cuenta.
Y esa será tu perdición, también la mía.
Pero me querrás muerta si huyo tras hacer mío tu cuerpo, para conocer ese mundo que jamás podre poseer.
Ese mundo que creo mío sin serlo, del mismo modo que alguien pensará que yo le pertenezco.
Pero no es así.
Escurridiza y volátil , engaño a todos, y me engaño a mí, creyendome inmortal ante tus ojos alargados.
Existimos como amantes de la vida, nunca te prometí algo más, ni tú lo hiciste.
Tápame la boca, que la sopa de letras deje de existir bajo mi nombre verborreico.

Haz que el mundo acapare sólo este minuto de silencios y preguntas mudas.

sábado, 18 de diciembre de 2010

El lugar donde cupo lo imposible.

Hay mercado medieval de fuegos y olores.
Recuerdo el último , en uno de los mejores días de mi vida.
Caía Marzo sobre el asfalto a borbotones, el sol de media tarde aclaraba los ojos y despertaba los sentidos acurrucándonos en las melodías de los pájaros que surcaban el cielo entre polen soleado.

Sentimos esa vez entre nuestras manos aferradas a las del otro, simétricas, mariposas que habían huído de la lógica y de cualquier exótico del planeta para encontrarnos.

Todo lo que tocábamos se convertía en primavera.

El ambiente se impregnó de instrumentos medievales, cascabeles y bellas percusiones de madera resonando en nuestros extasiados tímpanos.

Había una gran explanada abarrotada de niños que reían ante payasos con máscaras hechas a mano, pintadas con detalles de magia y plateados remates, únicas en el mundo.
El humor que predicaban era sano e ingenioso, alejándose de burdas y pesadas bromas o de vulgares artificios. Todos reíamos, fuera cúal fuese nuestra edad, condición, situación, compartiendo mucho sin apenas darnos cuenta.

A cinco minutos de la ciudad, parecíamos haber entrado en un mundo antiguo y extraordinario, que nos separaba de la realidad con un velo de atardecer seminvisible.

Vendían mitología, cuentos en miniatura, ropas de lana tejidas a mano, sueños bordados a medida, minerales nunca antes vistos para la suerte eterna, historias de dragones morados amables que en vez de fuego, escupían flores, lamias de pies palmeados con espejos y cabello de oro que habitaban en paz en castillos escondidos bajo las aguas templadas de un lago cualquiera.

Olía a hoguera de media noche, a piedra y a brasas que a fuego lento cocinan grandes trozos de carne, bailando al calor del akelarre de brujas bailarinas.
El queso curado, los pasteles de arroz que aturden papilas gustativas, los frugales vinos del desconcierto y la chispa granate del instante.
Ojos brillantes en que se vertía la ilusión de los que buscan ver un mundo extraño alguna vez.
Marionetas enmascaradas que no se conforman con los colores arco-iris, cometas de papel maché, que volaban fugaces debajo del cielo, encima del mundo.

Un segundo, y la felicidad te pertenece.
No podía parar de sonreir, embriagada de polvo mágico que absorbían mis párpados rosados, de apretar a mi alma gemela entre mis dedos.

Ropajes austeros y oscuros, botas marrones del medievo, casacas y corsés ceñidos al cuerpo de mujer, quiméricos frascos que albergan medicinas hechas por alquimistas locos que viven escondidos y ayudan a curar catarros con agua recogida en luna llena.
Leían la mano adivinas con pañuelos anudados a sus frentes alumbradas, tras cortinillas de estrellas, augurando amores, buena suerte, o en los peores casos , la muerte.

Lindos unicornios blanco inmaculado compartían la estancia con su presencia obligatoria.
Empezaba a asomarse tímidamente el ocaso, entre el verde de las afueras de la ciudad, en un lugar encantado, que hizo prisioneros nuestros sentidos y por primera vez, pudimos volar.

Nunca sabrás cuando volverás a sentir mariposas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cuando la felicidad se hizo preguntas.

Los geranios de mi padre brillan en el alféizar del séptimo piso de un punto de la ciudad, normalmente embriagado de alegres destellos, resbosantes luces bailando en las ventanas.
Hoy sólo los geranios transtornan el ambiente, el paisaje, la atmósfera irrespirable con su brillo.
Como decía el poema más bello que jamás se ha escrito, "hoy solo tengo ganas de arrancarme de cuajo el corazón, y ponerlo debajo de un zapato. Hoy me sobra el corazón".

Si hay algo que no se expresar físicamente es la tristeza, por eso la escribo en esta parte oscura de mi vida que nadie conocería si me viera a diario en la universidad o en un bar, o en cualquier parte que perteneciera al exterior de mi diario sonriente.
Me gusta mucho la gente que sonríe, y pese a todo lo que pueda sentir, siempre consiguen transmitirme algo de esperanza, por eso tiendo a la risa, porque sé que ayuda al resto y a uno mismo, ya que todos tenemos días en que necesitamos una mirada cómplice para no caer.
Siempre he sido capaz de llenarme de optimismo cuando todo apunta a la desgracia, el estrés, o la pena.
Sin embargo, hay momentos en que algo te oprime el corazón, en que por más que te hagas el firme propósito de ser luz, solamente ves la parte oscura de todo lo que te rodea, lo peor de tí mismo, la miseria y la apatía se convierten en una transfusión inevitable a todas las venas de tu cuerpo, resquebrajando tus ganas, desgarrando tu alegría habitual.
No hay nada que hacer ante eso, me temo, más que esperar, no se exactamente a qué, puede que a la respuesta de mis preguntas, que ni yo se responder, como qué quiero realmente, qué estoy haciendo con mi vida, qué necesito, qué debería cambiar. Qué puede hacerme feliz eternamente.
Desgraciadamente creo saber que no hay nada lineal en mí desde que nací un invierno casi tan frío como éste, en el mes raro, una noche de carnavales y de ruido, de voces, de músicas locas resonando en la habitación pulcra y blanca de la clínica donde mi madre se daba a sus antojos de fresa que yo debía pedirle desde el interior, con voz ronca, como ahora, en un lenguaje que sólo ella comprendía.
Me estaba nutriendo de la dulzura, ella quería que yo fuera su representante de la sonrisa en el mundo nuevo al que saludaban mis grandes ojos de almendra.
Nací con una fresa dibujada por alguien en mi pequeña cabecita, y desde entonces nunca más pude ver ese símbolo materno inherente a mi futura existencia.
Qué fragil es todo en la vida, cuanto cuesta guardar la felicidad que rompe barreras, que es capaz de levantar el ánimo hasta del más suicida, que borra ceños fruncidos y despierta lo mejor de nosotros, que nunca es poco, que siempre es mucho más poderoso que lo que nos aflige.
Sólo quiero ser feliz en la vida con placeres sencillos y que llenan mi mente y mi cuerpo de una alegría real y no perecedera. Como lo son las altas ambiciones que frustran y envilecen a las personas.
Mi único fin es encontrar mi ansiada paz interior, sólo necesito una señal que me diga que voy encaminada, que todo merece la pena, porque me estoy construyendo un camino que merece la pena ser vivido, lleno de emoción y de lucha, de violentas pasiones cumplidas.
Y por encima de todo, que cuando me mire al espejo, vea que en lo que me he convertido es un ser noble, que no se ha dejado arrastrar, que ha podido superar todas las pequeñas y no tan pequeñas trabas, el desamor, el egoísmo y el cinismo que todos, absolutamente todos, llevamos en nuestro corazón.
Me cuesta más sobrellevar las pequeñas decepciones que las grandes pérdidas. Algo se enciende en mí, incendiándome por dentro de fuerza y valor cuando algo grave ocurre a mi alrededor.
Pero, sin embargo, son esas pequeñas tragedias mundanas y absurdas las que me cuesta perdonar, y olvidar, y sobrellevar.
Cúanto me gustaría a veces ser inmune y menos sensible a todo lo que me rodea.
Pero no sería yo, sino alguien despiadado y terrible el que lleva mi nombre, el que sigue mis pasos sin mi permiso, el que da la espalda a lo más importante que hay en la vida, las personas que la forman.
Sin más que decir, ahora leo lo que he escrito y veo todo un poco más claro, es una de las ventajas de escribir los pensamientos.
Me siento algo más libre en esta tarde bajo cero, y me siento más capaz de rescatarme de entre las ruinas de lo que he sido, lo que suelo ser.
Ánimo a todos los corazones que hoy se han quedado sin batería, siempre nos quedará soñar con que mañana todo cambiará, pero no porque sí, sino porque nosotros lo hemos logrado, una vez más, uniendo nuestra energía a la del resto de almas que vagan incomprendidas en nuestro caminar.
Los geranios han dejado de brillar incandescentes, ya que todo está oscuro y taciturno en esta tarde antes dolorosa, les he robado la luz..
Y sigo, sigo, sigo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Y perderme en tus límites hasta desaparecer.

Se que pertenezco a este lugar.
La brisa que mece tristezas como una madre universal,
me ha arrastrado de nuevo a este punto donde el tiempo para.
Sus latidos de espuma atrapan mis sentidos
para salvarme.

Mis botas cuelgan del vacío del abismo,
y una media luna musulmana reina en cielo balanceándose con gracia.
Se escuchan los últimos pájaros, se esconden todas las voces.

Yo te conocí este mes también entre el día y la noche.
Pero llovía, y me tragué la lluvia con la risa. Era demasiado feliz.
Recuerdo la luz con que inundaste el mundo.

Ahora, el frío es seco y helado, y me atrapa, sorteando mis costillas hasta el desaliento.
Se que pertenezco a este lugar, y no a otro.
El vaivén de su grito profundo me lo ha dicho sin palabras.

Agárrame fuerte en esta hora de los espíritus,
no me sueltes hasta que deje de tener miedo.

La contaminación se posa en las montañas, eclipsándolas,
arrancándoles fuerza y presencia ,
asesinándolas entre vapores negros y carbónicos.

No estoy sola, pero me siento tan sola como puede el hombre.
Puede que jamás nos volvamos a encontrar.
Y no importa. Ya no importa casi nada.
El oleaje puro me sosiega, deteniendo el mundo en este instante,
ebrio de ecos sordos naturales y puros.

Qué es el hombre contra ésto, lleno de debilidades e impureza.
El mar, sin embargo, puede parecer tan frágil como desee,
y apoderarse de la fuerza de los dioses sin previo aviso.
Al revés que nosotros. Al revés que yo.

Se oye el grito de la negrura, de lo que todos creen muerto.
Ruge la tierra lentamente y, engañando a todos,
hace levitar a los que saben escucharle.
Si te detienes, el mundo cesará en un leve suspiro.

Ni lo humano, ni lo que se olvida, ni lo que infecta el aire tienen sentido ya.
Sólo los llantos de los niños y una música trágica aún suenan a lo lejos..

A solas, con el viento de la locura, inmensa, se puede sentir el llanto del universo.
La nostalgia del ayer, las imágenes se suceden en mi cabeza.

Nunca tuve en mi mente la playa donde viví.
Jamás fui sólo de una playa, sino de todas.
Sintiéndolas como mías, de diferente forma,
llorando, amando, respirando con fuerza, gritando..

Las noches fueron mediterráneas, de jazmín y madreselvas, dama de noche. Antorchas.
Sin embargo mi niñez fue atlántica, cantábrica, con olor a diente de león y flora salvaje.

Tuve miedo muchas veces.
Pero hoy he visto a la muerte. Ya no me asusta.
Soy invencible junto al mar.

La bruma atrapa las sombras de la tristeza y las convierte en algo poderoso,
terriblemente bello, pero efímero.
Cuento los minutos para fundirme en esta imagen dolorosa e irresistible.

Cómo me gustaría cerrar los ojos y desaparecer entre tus brazos oceánicos.
No puedes herirme ya, soy invencible.
Y me siento como una niña recién nacida, minúscula, que sólo quiere escaparse para dejar de luchar por nada.

Remolinos de histeria turquesa, ópalos clandestinos perdidos bajo la arena,falta de lágrimas y de antiguos pálpitos. Fiebre.

Y te echo tanto de menos que me duele el corazón en la garganta.




sábado, 11 de diciembre de 2010

No existe, son los padres.

Se oye el silencio en las calles gélidas de la ciudad. De cualquier ciudad.
Shh...
Sólo tú y el viento.

El suelo resbala, sientes cómo tu pie se desliza suavemente por el asfalto helado.
Esta vez no caes.
Sonríes para tus adentros, eres el único que lo hace en esta masa gris de urbe artificialmente viva.

No hay seres vivos no humanos en la ciudad,y los que se hacen llamar humanos no lo son en exceso.
Los árboles son fachada,la luz es sólo consumo, las palmeras parecen de plástico, las plazas han sido delimitadas con regla, como aquél continente que todos conocemos por campañas navideñas en que miserablemente ayudamos a gente que ya murió para nosotros hace tiempo para sentirnos bien.


Souvenirs que destrozan la esencia de los objetos y manchan su sentido,
puentes de absurdos colores con nombres aún más absurdos,
espumillones dorados del chino, navidades brillantemente chinas,
muñecos navideños que asustan a los niños. Muñecos del infierno.
Regalos de guerra, mientras niños juegan a diario en ella,
prendas que valen más que muchas almas, que valen la vida de animales que se equivocaron al nacer,
telas creadas por manos diminutas, manchadas.



Toneladas de comida innecesaria para millones de almas muertas,
millones de cuerpos muertos cuyas almas estaban vivas
pero no lo estaban sus estómagos.


Rostros efímeramente felices.
Como un destello de luz penoso y vago.

Como los cumplidos, las frases hechas, las cenas indigestas entre personas unidas por apellidos,
se avivan los rencores,se redescubren pandoras de la vergüenza.

Miras las tiendas luminosas y atrayentes, los bares atestados de cuerpos evadiendo sus débiles mentes, llenos de humo, vacíos de verdad.
Risas configuradas, bromas pesadas, cánones de belleza devastadores e irracionales,
la belleza que nos han vendido , que al final hacemos nuestra.
La imperfección una herejía, blancura dental y delgadez extrema, el cáliz de salvación.



Miras los rostros, en sus mentes intentas descifrar íntimos recodos y acertijos,
no encuentras nada, pero no es su culpa. Llevan engañados toda la vida en algo que prefieren no cuestionarse, al fin y al cabo, ya tienen bastante con la crisis y cada año van al Mediterráneo a tomar el sol.
Para qué pensar en otra opción.


Un mundo de opciones, de libertad coloreada, de sueños americanos, de monedas comunes, de modas comunes, de vidas exactamente iguales.
Que no se salga nadie, porque igual a los de arriba no les gusta demasiado
y de repente , las amables fronteras de hoy, un día se cierran para tí.
Cámaras, censura, chantaje, violación de la dignidad y de los derechos, de lo íntimo e intransferible. Violaciones psicológicas, maltratos físicos.

Dementes seniles en cuerpos adolescentes, cuerdos que gritan y son mirados, enfermos que callan y miran.

Extraños que viven juntos quince años cuerpo con cuerpo. Pero sólo eso.
Personas que se quieren como dicen las películas
que se dan besos en serie que han visto en las teleseries en que viven,
que han interiorizado de tal forma lo que ha de ser el amor que jamás podrán conocerlo.

Nadie siente la pérdida como antes,
como en aquellas terribles guerras donde se jugaban el mañana,
y querían con la intensidad del primer instante,
Y querían para siempre.

Personas que sentían que les había sido extraído un pedazo de sí mismos en la despedida.
Capaces de matar o morir, o desgarrarse las vestiduras, llegar a la locura, desfallecer por el otro.

Eso ya no existe en Occidente.

El amor se ha extinguido en Occidente.

Parece ser que hay un mundo a nuestro alcance,
millones de jóvenes atractivos que parecen haber sido hechos a tu medida,
peces en el mar de toda raza y condición,
almas gemelas a cada vuelta de la esquina,
clavos que sacan otros clavos porque se lo ha dicho un dicho.
Pereza, egoísmo y como resultado la desdicha más absoluta,
del inconformismo eterno, de oca a oca y tiro porque me toca.

Nadie será completamente feliz si se ha extinguido lo único que mantendría unida a la raza humana.
En esta era por la que pasamos, sin pena ni gloria, sin hacer ruido en el mañana, sin dejar nuestra huella en el Mundo,
ni en nadie.




lunes, 6 de diciembre de 2010

Y sin saber cómo, fuimos.

Ha pasado ya tiempo desde la última vez que me negué a ser tu víctima.

Tras el no, vivimos alegres y soleadas mañanas,
en una casa desconocida con luz extraña y perfecta,
estores a media asta, un olor casero de la infancia,
libros viejos y la bandera cubana cubriendo mi cuerpo aún adolescente.
Se iban llenando los espacios de la desilusión,
la música y el teatro se abrazaban a mí de nuevo.
Creo que coincidimos en que ambos rostros parecían acabar de nacer,
transtornados con aires de fiesta y de latidos galopantes,
mudando de piel con raros besos, nutriéndonos del otro y sus proyectos.
Coloreaste mi desgana con tu aliento,
apareciendo pronto, abrazándome hasta tarde,
e intuyendo que ya nos habíamos conocido antes,
en otra vida lejana, arropados por el misterio y las estrellas,
jugando con los pecados, alimentándonos de lo prohibido.

Desnudos, y con los sueños como carta de presentación,
irradiabas un calor desconocido,
de mirada salvaje o agresiva, pero el más tierno en la caricia.
Embriagaste mi letargo con desayunos de aceite y cafeína,
con aroma a hierba y azafranes.
Me quitaste la espina, sin preguntas ni juegos macabros.

Templado y liviano amanecer,
todo se fue volviendo menos triste con tus manos de pianista esquizofrénico.
Tu carácter era tan voluble como el mío,
sin medida, sin transición, extremadamente incomprensible.

El equilibrio brilló por su ausencia,
pero seguíamos siendo dos seres que se necesitaban por encima de lo terrenal, de las diferencias. Personas para las que ser amado si tenía sentido.

Fuimos tanteando con las yemas el terreno,
y exaltados al final,sucumbimos a la razón
introduciéndonos en un bucle de tardes lluviosas compartidas.

No hiciste preguntas pero yo hablé.
Te dije que no era de fiar,
que alguien sin miedo nunca lo es,
que pasaba por la vida sin pena ni gloria,
que estaba inmersa en el recuerdo y la soledad.
Que todo había perdido el sentido en mi vida .Que quería que así siguiera siendo.
Pero una noche eclipsamos el mundo con nuestras voces llamándonos a gritos.
Se me olvidó la pena y el espanto.

Te dije no te convengo,
no te querré,
no te haré feliz, caeremos en picado,
nunca te haré partícipe de mi locura, ni de mi extraña forma de amar.
Te torturaré sin miramientos.
No te importó,
viste una señal durante el sueño, que te guiaba hasta mí,
que te decía claramente que a mi lado estaba el camino.

Me dejé querer por tus instintos,
y en el laberinto del subconsciente te dí la mano
te miré sólo una vez.
Y supe que proyectaríamos calor que el mundo necesita,
necesitándonos sin saberlo,
sabiendo que estamos perdidos,
o salvados.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Te recuerdo.

Cuánto tiempo ha pasado desde los primeros
errores, del interrogante en tu mirada. La ciudad
gritaba y maldecía nuestros nombres,
jóvenes promesas, no, no teníamos
nada.

Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincón sin luz.
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo
del futuro", y detrás de cada huida
estabas tú, estabas tú.

En las noches vacías en que regreso solo y
malherido, todavía me arrepiento de haberte
arrojado tan lejos de mi cuerpo.

A ahora que te encuentro, veo que aún arde
la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde
para nacer de nuevo, para amarte.

Debo decirte algo antes de que te bajes de este
sucio vagón y quede muerto, mirarte a los
ojos, y tal vez recordarte, que antes de rendirnos
fuimos eternos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Infinita locura violeta sin letargo.

A Nora ya no le sangraba el corazón.
Se sentía algo estancada en medio de una buena vida, sin grandes altibajos,
pero no sabía como materializar ,con imágenes o palabras sus sentimientos.

Ante el sufrimiento se había drogado con sueños,
como una niña pequeña, que piensa en Mundos lejanos cuando escucha cómo sus padres discuten.
Algunas veces filtreaba con el azar,
y hacía con él tratos a corto plazo, recibiendo monodosis de buena suerte
a cambio de historias del lejano desierto,
alumbrado por fogatas y rodeado por locos instrumentos del mágico Oriente.

No se podía decir que no caminara con fuerza y decisión por los escabrosos trazados de su corta existencia, no, pero siempre esperaba a algo más, y se temía a sí misma más que a nadie en el mundo. Eso le asustaba y le cubría los vestidos púrpuras de incertidumbre vaporosa.

Su vida estaba llena de quimeras,
ideas locas y desgarradoras,
de personajes circenses, funambulistas que se juegan la vida en las alturas,
de amor del que desgarra vestiduras.

El paso del tiempo se marcaba por colores para ella,
y dependiendo de la época recordaba las luces y albores de la tierra,
las madreselvas, los crepúsculos, el rugido de la naturaleza,
exprimiendo la atmósfera que se creaba en cada momento a la milésima.

Pendía su cordura de un hilo ínfimo color violeta,
aquél que le salvaguardaba de caer en ese abismo del transtorno,
balanceándose , mecida por esos vientos del sur
bajo su cuerpo, la tierra se postraba ante su silueta sinuosa.

Era empujada hacia el vació, lo etéreo y fascinante,
deshechando la idea de pisar con sus negras y rugosas plantas del pie
ese lugar prometido al que el hombre es imantado.
La tierra no era suficiente, no podía conformarse con este lugar.

Lo prohibido le atormentaba,
y enferma por descubrir un lugar desconocido,
presa de una excitación volcánica,
se cosía las ilusiones para no resultar excesiva ante los rostros iguales que le rodeaban.

Así seguía ella, atiborrada de palabras y pulsiones,
fantaseando con cada nueva mirada, acorde y recoveco por descubrir,
muriendo ante cada limitación, con ganas de explotar y llenar el mundo de fuegos artificiales.

Florece Nora esta mañana, entre escarcha de sabores nuevos,
y deja de esperar al Universo, sabiendo que es éste, y no otro.
Que alumbra aunque sea invierno, con su sincera y fortalecida nostalgia,
los sueños de todas las almas hoy dormidas.





Las utopías no existen en el infierno de los hombres.

Fué aquella una transición sin nombre,
que sólo podía haberse dado en aquél islote descolgado de la mano de Dios,
eran tales las condiciones climáticas y de riqueza en que sus habitantes se hallaban,
que jamás antes había fecundado la Madre Naturaleza algo semejante.


Con firmes propuestas en material de sueños y huertos de hierbas medicinales,
surgieron nuevos partidos jamás oídos antes, asomándose tímidamente de entre las sombras.
Algunos tenían como programa curar el alma del pueblo enfermo con mitos y cuentos mágicos.
Otros se centraban en la risoterapia o la llantología, para ayudar tanto a almas amargas que no expresaban la risa, como a los seres sonrientes que no concebían el llanto.
También la enseñanza de lenguas muertas se convirtió en uno de los objetivos marcados,
al igual que se pretendía instruir a la gente para sembrar sus propias cosechas,
con los vegetales más deliciosos y las flores más bellas y exóticas jamás contempladas.

Se querían impartir talleres de defensa personal y técnicas orientales de relajación y sexología donde conocieran partes de su cuerpo que no sabían que existían.
Hasta querían crear un teatro histórico, en el que revivir cada guerra y pasión de las novelas apasionadas y llenas de emoción.
El pueblo podía llegar a aprender danzas de los lugares más recónditos del Planeta, desde el Tibet hasta el pueblo dowayo, sintiéndolas como propias, haciéndolas parte de ellos.
Quería un partido, incluso que su pueblo discerniera cada místico canto gregoriano, cada instrumento, cada ritmo como si fueran sus propios latidos,
alimentándose y bebiendo de la música viva que les germinaba en el cuerpo rebosante de sus miembros.

Toda la efervescencia era poca, toda idea, aceptada,
nadie era tachado de excéntrico o raro,
cada cual presentaba proyectos más descabellados,
y el pueblo, en vez de insultarles, apreciaba a los políticos, como iguales,
se juntaba a comer con los diferentes partidos como amigos,
y cantaban al son de guitarras andaluzas y tambores africanos después del festín.


Contaban con una buena materia prima en su tierra,
la predisposición de un pueblo unido e inocente, sin maldad,
no les faltaba inteligencia, ni buenas intenciones,
de hecho tenáin en su poder algunas ideas nunca oídas sobre un sistema perfecto que nunca habían visto ser utilizado.
No sabían nada y lo tenían todo .

Un día claro y frío , llegó un hombre que rebosaba arrogancia y con una gélida mirada de sus ojos casi transparentes, pidió reunirse con los políticos de las distintas propuestas políticas y el anciano jefe, que a pesar de los tiempos que corrían seguía gobernando en el pueblo, y negociar, e incluso pidió presentarse a las elecciones que proximamente si ibana celebrar.

Por lo visto, quería, como político vencedor, que se le atribuyeran varios terrenos en los cuales, según alguien le había contado como secreto de Estado, se encontraba una gran mina de minerales preciosos y polvo de oro, y exprimirlos al máximo.
Nadie entendía que hacía este hombre allí, porque a pesar de que estaban en tiempo de elecciones, nunca le habían visto, y no les daba confianza.
A los niños su mirada les aterraba, y las mujeres se sentían cohibidas antes su presencia.
Nadie sabía cómo había podido llegar al islote imposible.
Además, su propuesta era muy aburrida y sólo hablaba de cifras y usaba términos que nadie entendía, por la falta de necesidad de usarlos que habían tenido los hombres que allí vivían.

Pasaron los días y el hombre de mirada azul quiso reunirse con los que consideró los más capacitados dentro de cada partido político, los que parecían superiores entre sus semejantes, dado que evidentemente no creía que los hombres fueran iguales.
Éstos, al principio se extrañaron, pues siempre habían creído que apenas se diferenciaban unos de otros, nadie les había dicho lo contrario jamás.
Pero tras la selección, y apreciar un cambio en el tratamiento que el hombre azulado les ofrecía, una rara sensación les invadió el cuerpo, sintiéndose de una manera que jamás habían experimentado antes.
Se sentían invencibles, y veían al resto del pueblo como seres de menor importancia.

El hombre azul, les enseñó fotografías de los mayores tesoros que existían en el momento. Los diamantes de mil caras en Margarita , los corazones de cuarzo rosa que se escondían en las cuevas de la Isla de Yucatepán, la plata azteca con rubíes incrustados , el coral rojo escondido en el fondo del Arrecife de Sade..
Ahora sabían que ellos podían poseer toda esa riqueza, o al menos una parte de ella. Todo estaba bajo sus pies.

Los políticos, viendo semejante oportunidad, fueron presas de un hormigueo curioso, y se dieron cuenta de que tenían que poseer dichos pedruscos para ser felices, con lo que, pactaron con el hombre, y formaron entre todos un nuevo partido político. Sus objetivos eran meramente económicos, el plan era formar una alianza con varias islas más, y crear una forma de transportar mediante grandes navíos, toda la preciada mercancía e intercambiarla por otros tesoros que ellos no tuvieran, por tapices de seda, porcelanas o por relojes de oro, que el hombre por primera vez les había enseñado en una foto.

Semanas más tarde, el hombre había convencido a todo el poblado para que confiara en su ambiciosa propuesta, y compró a todo el que no le iba a votar con cacao indígena y tabaco americano.

Sin embargo, una vez acabaron las promesas, todos los que él no había seleccionado, tuvieron que ponerse manos a la obra y comenzar a trabajar surcando tierras con total desconocimiento de las mismas, destrozando los campos, las esculturas de los ancestros, los parques mágicos donde jugaban los niños, tan sólo para buscar el material, que obviamente no sabían donde encontrar.
Trabajaban de sol a sol, confundiendo las estaciones y olvidándose de sí mismos ante el miedo de lo que podría sucederles si no obedecían. Muchos murieron entre las rocas, sin entierro alguno de sus cuerpos vacíos de esperanza.
Las mujeres lloraban porque no veían a sus maridos, los niños vivieron sin conocer a sus padres, cuya integridad peligraba, para que cuatro obtuvieran todo el beneficio.

Toda una vida alimentando las ambiciones de unos pocos.

La técnica había traído el veneno al islote, la corrupción, la envidia y la codicia, todos los sentimientos que tan poderosos hacen sentir a los hombres y tan llenos de bajos valores se hallan.

Los políticos una vez creyeron en utopías.
Los políticos casi consiguieron que la utopía se materializara, pero no pude ser.
Aquél lugar era el único en el Universo en que aún se daban unas condiciones perfectas para la felicidad, y estuvieron tan cerca...
Fué aquél el último punto del planeta en conocer el pecado y la maldad.

Nunca más pudieron ser dueños de sí mismos,
pero algunos abuelos recordaban cuando casi consiguen serlo,
cuando el hombre convivía con el hombre movido por pureza y solidaridad,
cuando todas las oportunidades para ser dichosos se habían postrado entre sus ojos,
siéndoles ofrecida una vida común llena de diversiones sanas, de conocimiento y liberación del cuerpo y el espíritu, de goce, de sonrisas y música.

Un día uno de los ancianos, se dió cuenta de por qué jamás podría haberse dado aquella utopía soñada
Supo que el hombre que ama el poder nunca querrá que el otro piense por sí mismo, se asustará ante la sóla posibilidad, e intentará utilizar todas sus armas para hacerlo él por todos, anulándoles, arrastrándoles y borrando de sus mentes todos los sueños que algún día tuvieron.



sábado, 27 de noviembre de 2010

Sueño de invierno? No, gracias.

Arriesgarse o arrastrarse.

Hay veces que la vida te recompensa, te hace un guiño, te regala toneladas de suerte enlatada.
Intenta decirte como puede, gritándote, arañando las paredes, que sí, que estás encaminado, que hay esperanza , que te mereces la paz que ansías.
Por eso no podemos dejarnos caer en la apatía, en el malestar de una mala semana, en la magnificación de un hecho doloroso que al final nos contamine las entrañas.
No merece la pena vivir en el letargo de los recuerdos.

En vez de menguar, debemos crecernos al vernos solos en el camino,
sabiendo que casi nada se interpone en nuestro frágil destino
más que el azar y nuestra manera de afrontar los días difíciles.
El optimismo se intensifica si aparecen obstáculos,
la capacidad de reacción se eleva al cuadrado.
Te sumerges por fin en aguas dulces y burbujeantes, aislándote de cada pensamiento negativo.
Todo parece jodidamente perfecto.

Vivir la vida que te ha tocado vivir,
difuminado en tus circunstancias,
sufriendo con pasión los conflictos ajenos ,
e intentando apaciguar los de uno mísmo, dejándonos de mirar el ombligo por primera vez.
Creer en lo que uno quiera creer, sin imposiciones,
sintiendo que todo se va haciendo más nítido, claro,
y aferrándose al clavo ardiendo de la posibilidad. De la efímera felicidad.

Hay épocas que se utilizan para quemarlas después de vivirlas,
eternas en que los días parecen no tener fin,
épocas llenas de calor en que el día no tiene suficientes horas,
y otras en que vivir al límite es lo que toca,
atentando contra las expectativas,
integrándonos en nuevos mundos de colores chillones,
y cada escenario es siempre distinto, nunca estático,
y de repente te das cuenta
de quién eres
o quién quieres ser.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Hoy, la nostalgia, mañana Dios dirá.

Hace una mañana de mil demonios en la villa de Bilbao.
El cielo está cargado de cegadora luz y las nubes rocían de lluvia ácida la ciudad a intervalos inesperados.
Inexplicablemente me siento tan triste como el cielo.
Después de haberme reprimido, haber vivido rápido, acompañada por el éxtasis de una buena época, con prisa, sin pausa ni reflexión, siento un vacío dentro de mi cuerpo que no se como interpretar. Alguien me dijo hace poco que esto me sucedería.
Supongo que se deba a que he vivido sin ser yo una temporada. Cegada ante los sentimientos que se cocían en mi alma, ignorándolos, como si no formaran parte de mi estupenda y activa existencia. Riéndome de la tristeza y retando a mis fantasmas.
Pero hoy algo se ha roto en el aire,
como cuando tienes una relación y notas que ya no es lo mismo, como cuando un amigo te decepciona y aunque le perdones, sientes que ha estropeado algo importante, que nunca te darás de la misma manera a ese alguien, más que por venganza, por miedo y porque sencillamente, vamos marcamos unos límites, ocultando los sentimientos en un viejo desván y exaltando la importancia de otros valores como el respeto o la confianza.
A veces tendemos a dramatizar sobre una situación porque depositamos toda nuestra energía por esa causa, nuestras emociones, en ese pequeño cajón del momento.
Después nos damos cuenta de que nada es para tanto (o al menos casi nunca suele serlo), aprendemos poco a poco a relativizar el sufrimiento y a templarlo, como cuando vas soplando el café que anhelas para reconfortarte del frío, sabiendo que aún no puedes acercarte porque es demasiado pronto..
Por eso, aunque sea demasiado pronto para olvidar o perdonar, y para acercarnos a ese café de relativismo emocional, amanece un día en el que desdramatizar no se te hace tan difícil como el día anterior y el anterior...
Resulta más sencillo, y no odias, y la rabia se ha ido meciendo con canciones que no volverás a escuchar.
Asi todo, la sensación me recuerda a cuando eras pequeño y no te gustaban las lentejas, y como te obligaban a tomártelas, lo hacías rápido, casi tapándote la nariz para no saborearlas, para acabar con ese castigo culinario y pasar a otra cosa.
Así me siento en este día del penúltimo mes, que mezcla en mí la angustia y el cosquilleo de la incipiente juventud, cargada de libertad y de luz.
Que a veces me incita a hacer para no pensar, y me sumerge a ratos en un profundo estado de "y si..s" de dejadez ,de incomprensión ante la injusticia.
Ojalá Juan Luis Guerra reviviera a este día oscuro y nostálgico con su colorida bicicleta.
Ojalá el paso del tiempo me de la razón, o me la quite con una buena sorpresa.
Ojalá que el deseo se vaya tras de tí,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores..

martes, 16 de noviembre de 2010

No echéis la culpa al destino, cobardes.

Hace un par de semanas me desperté con una sensación rara.


No había tenido tiempo de darme cuenta, con el frenético paso de las semanas, de que estoy convirtíendome en una persona adulta.
Se que resulta evidente, pero hasta ahora no lo había notado de ese modo en mi propio cuerpo.
Me miré al espejo y ví mis rasgos más marcados ,mi mandíbula estaba más definida, dejando atrás a esos "papos" de niña, e incluso mis manos parecían las de otra persona.


Interiormente también me siento un poco diferente.Ya no soy presa de esa agitación insana que antes me arrastraba hacia un gran nerviosismo, falta de concentración y caos emocional de sentimientos extremos tan autodestructivo.


Es esencial sentirse bien en el cuerpo de uno para sonreir al resto.
Creo que fué cuando pensé en estos cambios, cuando por primera vez, me atrajo la idea de crecer.


Cuando era pequeña ver cómo pasaba de mi mundo reducido y brillante al mundo de los mayores me daba vértigo.
Recuerdo una vez que rompí a llorar del miedo que me daba empezar 1ºde Primaria y tener que ir al inmenso y desconocido patio de los "gigantes".
Los cambios no me gustaban nada.
Creo que este complejo Peter Pan, (o mejor dicho Hook, película que me sabía de memoria) se debe a una infancia mágica, a haber estado viviendo durante tantos años en un mundo paralelo creado por mi madre, lleno de brillantina, de mitología , de bosques y polvo mágico de mariposa.


En mi adolescencia, caótica y conflictiva, sin embargo, me encantaba parecer mucho mayor de lo que era. Soñaba con ser universitaria, leer en cafés ir a conciertos de cantautores al ritmo de guitarras españolas, con conocer a mucha gente excéntrica , viajar y ser una escritora o periodista como en las películas o las series que veía.


Ahora que es el momento, que está pasando delante de mis ojos la década clave para formarme profesionalmente.
Pero solamente la idea de "asentarme"- como ellos dicen-, buscar un trabajo digno ,y encontrar a un hombre al que aguante y viceversa (para formar una familia) me repele y tengo ganas de huir.


Si, es cierto, yo soy la cobarde. Cobarde porque aunque viaje sola a menudo, para mí lo valiente sería aguantar en esta ciudad y madurar y morir en ella, rodeada de recuerdos, de personas que influyen en tus decisiones, gente a la que no quieres defraudar, que desgraciadamente(en este caso) te quieren demasiado y te dan muchos quebraderos de cabeza por preocuparse tanto por tí.


La cuestión llega al darte cuenta de que no vas a poder responderles como pretenden. Mejor dicho, que no quieres hacerlo.
No tengo altas expectativas económicas, ni pretendo tener un trabajo convencional lleno de horarios y de limitaciones.
Me llaman soñadora continuamente. Pero que me queda si con ésta edad hablo de la hipoteca?


Ser adulta para mí no es irse a vivir con un hombre a un piso decorado en Ikea y cenar con él los sábados por la noche en un italiano del centro. No es tener treinta años y quedar para tomar un café con tus amigas y hablar de modelitos, de pisos, de niños y de trabajos mal remunerados, de la gente que tenemos en común, de lo poco que realmente tenemos en común.
Un viaje o dos al año, conversaciones que giran en torno al dinero y a la manera de conseguir siempre más y más y más....


Veo esa vida y me entra descomposición.


Si esa es la única opción prefiero el exilio. Sólo puedo esperar a tener una vida más horripilante que esa, y es si no consigo realizar mi sueño de escribir. Aunque tenga otro trabajo, pero lo haga por gusto, porque me encanta, con alguien leyendome al otro lado.
Ojalá siempre tenga estas ganas locas de escribir.


Ahora, aunque me gusta, tengo pánico a ser adulta por la importancia que doy al tiempo, porque siempre quiero exprimirlo al máximo, hacer milagros con él, engañarle como puedo y decirle que conmigo su ritmo no tiene sentido.
Si ahora no veo mi vida como una sucesión de grandes momentos, de planes, de gente, de luces, de vida...cuando?
Es un gran momento en mi vida, aunque espero que le sucedan otros muchos que me hagan vibrar y luchar.Que siempre me defina la palabra soñadora.


Es un día lluvioso y son las ocho y entre el sueño y la vigilia he sentido que debía escribir algo.
Parece que palabras como perdón y gracias siempre nos cuestan un poco más.


Gracias, ahora sí, a las personas que me insuflan energía, risa y ganas de comerme el Mundo.




viernes, 12 de noviembre de 2010

Peregrino

¿Volver?
Vuelva el que tenga
Tras largos años , tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia,
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas tú, ¿volver?, Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Si hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida
No eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

miércoles, 27 de octubre de 2010

A propósito de lo que hubo

Ahora que ya,

no me afecta la pobreza de sentimientos,

que pensar en lo que pudo ser y no fué no me desgarra por dentro,

que voy templando mis conflictos internos,

que no alimento mi alma con sentimientos en conserva,

que te he desprovisto de ese aura que hasta ayer te rodeaba,

que he taponado la pérdida con otras voces, con otros cuerpos.

Que no me vibran las entrañas con tu recuerdo contaminado,

que me siento mucho más yo a pesar de lo que me ha costado.

Punto y final a la masoquista memoria,

el luto ha terminado.

A base de inyectarme vida me he curado las ausencias,

otros vientos cosen con luz lo que dejaste.

Y todo va bien,

y me sorprendo sonriendo a la belleza como antes,

sin pensarte,

a sabiendas de que posiblemente,

conocerte fué lo peor y lo mejor que me pudo haber pasado.

Pero a pesar de todo

algún día te has asomado en mi mente como eras cuando me querías,

y te he visto dormido, recostado en el colchón del suelo con tus libros,

inundados con la luz naranja que nos teñía los cuerpos llenos de vida,

cuerpos que parecían emular algo puro y perfecto,

que parecían decir sin palabras,

que parecían encajar sin treguas.

Que parecían.

Aquél rincón de la ciudad donde me diste todo con V de vuelta,

donde me rendí sin orgullo a tu voz grave.

Y sin arrepentimientos, pero con la decepción como bandera,

sólo puedo decir, que la próxima vez que me entregue

será con garantía.

jueves, 21 de octubre de 2010

Sucede que a veces.

Grande, como siempre, Ismael.


Sucede que a veces la vida mata y el amor
te echa silicona en los cerrojos de tu casa,
o te abre un expediente de regulación,
y te expulsa del Edén, hacia tierras extrañas.
Sucede que a veces sales de un bar y la luz
quema la piel de este vampiro que te ama,
te llena la frente de fino polvo marrón-sur,
bostezas y te queman agujetas en las alas.

Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.

Y siempre es viernes, siesta de verano,
verbena en la aldea, guirnaldas en mayo,
tormentas que apagan el televisor.
Teléfonos que arden, me nombra tu voz,
hoy ceno contigo, hoy revolución,
reyes que pierden sus coronas,
verte entre la multitud,
abrazos que incendian la aurora
en las playas del sur.

Sucede que a veces la vida mata y te encuentras
solo y en este corazón no reciclable
se hunden petroleros desahuciados y sospechas
que provocan miopía en lanzadores de puñales.
Sucede que a veces la vida mata y el invierno
saca su revólver, te encañona en las costillas,
te aterran los álbumes de fotos y el espejo,
huele a pino el coche y el mar a gasolina.

Pero sucede también
que, sin saber cómo ni cuándo,
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio.


miércoles, 13 de octubre de 2010

Enfermo no, terminal.

Vivimos en un momento vacío y desangelado de la historia,
sin pertenecer a una generación ni a otra, en el corto espacio temporal que nos ha tocado vivir, para nuestra suerte o desgracia.

No estamos en una guerra con nombre, pero nuestras guerras esperan latentes en el fondo de todo lo que hacemos y vemos sin querer ver.
Es nuestro pan de cada día el saber que aunque cerrar los ojos funcione, hay verdades ocultas a la primera mirada pero no a la mirada que busca.

Es entonces , al buscar, cuando no se pueden dar pasos hacia detrás.
Cuando no eres inocente, y tu vida no puede seguir el mismo rumbo, de manera lineal e impermeable como antes.

Probablemente el momento y lugar en que se plantean miles de nuevas incógnitas, y te descubres ante un abismo nuevo que da vértigo, pero es más tu que todas las cosas, y sientes de alguna forma que es ESE el único camino.
Con menos hipocresía, coherente y sano, sacando lo mejor de cada ser, haciendo que la sensibilización respecto a los problemas humanos atraviese cada uno de nuestros poros, creando personas íntegras.

Aquí estamos por tanto, andando deprisa, engullendo los momentos con voracidad y sin disfrute, albergando en la mente pensamientos breves y sin modelar, que como entran, se evaporan de nuestro imaginario rápido y sin dejar huella.

Con grandes planes, con falta de futuro y grandes dosis de "ahora" , con sueños, dudas e interminables sensaciones de incertidumbre y vértigo.
Vamos conociendo nuevos roles, facetas que desconocíamos de nosotros mismos, caras oscuras, grandes virtudes.

Y algunos sufrimos por cada una de las personas que sufre con razón, y llora con razón y muere sin ninguna razón, más que la de que el hombre ha hecho más mal que bien en este Mundo regalado.

Esperan mucho de nosotros, pero que esperan de sí mismos? La esperanza somos nosotros, el futuro, pero qué tipo de futuro podemos crear con el penoso legado que hemos heredado?
Tengo miedo del alcance del mal.

De la falta de escrúpulos y de palabra , de lo poco que parecemos necesitarnos los unos a los otros. Todos se mueven por intereses, por trueques, por necesidades momentaneas.
Relaciones de usar a tirar, sin trascendencia ni transparencia de sentimientos.

Se nos han olvidado muchos verbos, a los de este siglo, los de las redes sociales, los de los e-book y la descarga de cine y música vía internet..
En realidad, nunca los aprendimos.
El egoísmo y el egocentrismo y todos los fenómenos que sólo incluyen a uno mismo en el reparto de la obra, han hecho mucho daño a los que estamos y lo harán a los que llegan.

Fríos, desapegados, incluso robóticos, todos iguales aunque vistan ropas diferentes, con las mismas ganas de gustarse a sí mismos y al resto como reafirmación, por la imagen, por la fama, por el vil metal, me asqueo al ver en dónde me he metido.

¿Fueron otros siglos y épocas como ahora las vemos? Realmente no desearían las personas que vivieron en ellas haber nacido en otro tiempo también anterior?
Es posible, pero hay cosas que ellos tenían que guardaban una esencia que hoy en día me cuesta encontrar.
Las ciudades cada vez se parecen más entre sí dentro de la "vieja" Europa, la moda se globaliza, la música se globaliza,la gente conoce a gente de otros continentes y se enamora por cable..

Las buenas intenciones no acaban más que en barata prostitución de principios.



Me siento sola en esta época desencantada, donde las únicas personas que cayeron de una máquina del tiempo también por equivocación se han olvidado de que el verbo "echar de menos" es sin hache.

Realmente estamos jodidos.






jueves, 7 de octubre de 2010

Bittersweet

La vida continúa sin tu abrigo.
Pasan los días en la Universidad gris maquillada con colores brillantes,
que no puede mentir a pesar de sus intentos.


El otoño cae lánguidamente acariciando los suelos aún cálidos,
sumiendo a la ciudad en un sueño profundo,
cargando de semi oscuridad cada recoveco de cemento.
Y tú no estás.

A veces pasa una luz tornasolada por el aire,
pero se suele quedar en un suspiro,algo ligero y temporal.
Por lo demás, esta época siempre me ha transmitido nostalgia.
Ir al cine, dar un paseo por las orillas de la ría, ver las primeras bufandas,
tener algunos días la sensación de frío en la nariz.
El vaho..

Así sabemos cuando empieza Octubre en la ciudad.
Los bosques, sin embargo se transforman en el mejor de los espectáculos.
Colores dorados, pardos, cobres, envuelven la atmósfera, y cubren los caminos que acompañan al viajero.
Huele a eucalipto y a resina.
Y tú no estás.

Y todo progreso me sabe a retroceso,
y me enfrento a duras penas con cada desayuno,
y me peleo con las sábanas que sólo perfilan mi cuerpo,
y siento que todo es muy frágil,
que yo soy más frágil.

Pero por tí.

Mi mente ha ganado la batalla a los recuerdos por hastío.
Por saber que no me hace bien recordar las carencias en cada canción.

Y si supieras solamente, que nadie te ve como yo lo hago,
que te pienso todavía más de lo que merecería cualquiera,
que hasta yo me sorprendo de lo poco que me quiero.

Con las ganas, buenas noches Mr Darcy del otro lado,
desde esta pantalla,
desde esta pena maquillada y agridulce,
desde lo invisible, lo imposible, pero cierto.

Sea como quieras,
que tú Noviembre sea más dulce que el mío.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Soledad húmeda.

Hoy, he despertado con los ojos empapados.
Recuerdo que una ves te pasó algo parecido.

En mi sueño, estábamos en una piscina.
Tu mirada se perdía entre el cloro y el reflejo de la luz en el agua.
Buceabas para no poder escucharme.
Te resguardabas del Mundo en el agua, como en el vientre de una madre, a salvo de todos y de tí.

Eras inmune al dolor, no sentías nada.
Yo te gritaba pidiendo auxilio, te hacía preguntas, y me tragaba el agua y mis palabras a borbotones.
Intentaba poder acercarme a tu cuerpo, pero no avanzaba, el camino era denso, y tu imagen intermitente.
Te movías como un pez esquivo.

Tu expresión parecía parte del paisaje, inamovible, inexpresiva, plana.
Sumergiendote en el silencio, vivías en una ignorancia azul y templada. Y tu alma era transparente.

Me sentí al borde del abismo,
como una niña pequeña que está a punto de ahogarse en un vaso de agua.
Yo me desgañitaba intentando hacerme oír,
sin orgullo, sin pensar en nada,
y cuanto más ponía de manifiesto mi dolor,
más sereno te tornabas tú, frío, ausente entre palabras desgarradoras.

Sólo mi eco seguía nadando entre las aguas,
y una niña se ahogaba dentro de mí,
pero tu seguías buceando, impasible..

Y mi alma mojada, tocaba fondo entre azulejos rotos y sirenas brillantes.

martes, 28 de septiembre de 2010

Eterna.

"Han pasado algunos años desde la última promesa,
ella se ha marchado dejando olvidado un cuerpo dormido.
Soñaremos que una noche a ella le pinchó una rueca y no despertó.
A él sólo le queda celebrar esta última ofrenda,
y ella, arderá en una estrella diciendo:
Que abran las ventanas y me dejen marchar,
que la noche no duela"




Alguien dijo que podemos irnos del mundo sin marcharnos del todo nunca,
que todo el amor que has creado sigue aquí, viviendo en los corazones que has conmovido y nutrido mientras vivías.


Pero la muerte duele, y al marcharte pareces haberte llevado contigo el sentido de las palabras.


Hace unos días te ví imaginando que sería la última visita.
E intenté explicarte lo mucho que te quiero, porque me dijeron que el oído es el último sentido que se pierde.
Busco el consuelo en saber que al menos me he despedido de tí, y que dices adiós a todo esto, consciente de haber llevado una vida plena y hermosa.


Creaste un hogar junto al mejor de los hombres, donde siempre hubo cabida para uno más, donde tanto tus hijos, como tus doce nietos, fuimos felices .
Donde gracias a tí, todos nos reuníamos como una gran familia.


Siempre te voy a recordar como a una muñequita dorada con zapatos pequeños y piel de caramelo.
Cuando venías a casa, lo sabia por ese olor dulce con que lo envolvías todo.
Te recuerdo siempre sonriendo.


Tu carácter se ha correspondido siempre con tu figura, noble, dinámica, y fuerte.
Pero también muy tierna.


Has sido una mujer que no se quedó anclada en los recuerdos y la pérdida. Tu sentido del humor y tus ganas de vivir te lo impidieron.
Esas ganas de vivir te han aferrado a la vida hasta las últimas consecuencias con una fortaleza que se negaba a acabar sus días en el Mundo.


Hemos hecho nuestro tú dolor, siguiendo tu paso a través de estos duros años, en que pasabas sin hacer ruido, como un pajarito que no se conformaba con irse de nuestro lado..


Tu vida se ha apagado lentamente como una vela de cumpleaños, que hasta el último momento irradia luz y calor.


Al morirte se muere una parte de los que todavía te necesitamos.
Para muchos te has convertido en el centro de sus vidas, los mismos, que se preguntan ahora como harán para vivir sin tí.
Te digo Adiós sabiendo que estarás con el amor de tu vida muy pronto, que serás su mejor regalo de cumpleaños en este 29 , y que seréis tan felices juntos como lo hemos sido nosotros a vuestro lado.


Te echaré mucho de menos.

martes, 21 de septiembre de 2010

Acuérdate de vivir.

Jugando con el subconsciente he despertado esta mañana, a media asta.
Llevo conmigo preguntas aprendidas, inconexas, que sobran, y que sedientas exigen, buscan, y callan.
Sobre todo callan. Sin pronunciarse, por miedo a no encajar en ese mundo inventado que creaste algún día, sin el permiso de nadie, sin avisos.

Algún día raro, aparecí como un arrebato, arrancándote la libertad y la piel a besos insuficientes.
Tú acariciabas mi alma con Chopin y me hacías reír. Me bastaba saber que te había encontrado, era suficiente.

Quiero decirte que yo jamás nací para adivinar, pero sí para querer.
Tú en cambio naciste para que te quisieran sin preguntas.
Tú vida por la nuestra.
Me miro, y agotada por este juego peligroso en el que me has involucrado , me procuro el don de no pensar, de seguir, porque el camino es ahora lo único que importa, la vida que me queda sin tus abrazos.
No miento si te digo que hubo un tiempo, cercano, en el que mis sentidos abotargados, parecían ni pertenecerme.
Era ajena a mi vida, porque tu estabas en todo lo que tocaba, habías vacíado mi interior a cucharadas.
Así me desnudo por última vez ante tus ojos cansados, con esa verdad que tú escondes.
La verdad con la cual ahora te digo desde el otro lado del charco, y sin promesas, hasta siempre, Mr Darcy.

Alguien te tenía que decir, (aunque temo que sea demasiado tarde) que el ser humano , más que ficción , que animal , y sobre todas las cosas, es humano.

Pero todo pasa, aunque pese, y sí de algo estoy segura es de que este animal se ha cansado de esperar, porque como ya te he dicho, yo no he nacido para eso.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Vuelve.

A veces, inevitablemente, vuelves a mí.
Y te siento cerca, alterando cada espacio, y cada parte de mí se revuelve con tu respiración invisible.
Revoloteas ,repasando cada pensamiento, inundándolo todo de desazón y turbulencias .
Te elevas y dilatas tu presencia hasta que se hace insoportable, tanto, que conviertes mi vida en algo tuyo, en una prolongación de tu existencia.
Y estás lejos.
Pero tu recuerdo permanece congelado, y ya no se muy bien donde están los límites entre el recuerdo y la realidad.
Me confundes, como siempre has hecho, y pierdo el poco sentido común que me quedaba.
La concepción del tiempo, al que siempre has temido, (incluso más que a tí mismo), desaparece.
El ahora del que hablabas ha perdido todo su sentido.
Suelo odiarte a menudo, cuando por tí estoy aprendiendo a convivir con la soledad.
Seremos al menos un día un boceto de lo que fuimos?
Dime que volverás y como una corriente de calor , descongelarás mi vida, y volveremos a ese punto exacto del mundo donde nos abandonamos por última vez.
Y nada habrá cambiado, más que la estación.
Dímelo, o esta noche será larga ..
Otra vez

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Trying to.