Latigazos,
y el pecho una cama hinchable,
moviliza el aire su lona con la respiración.
y el pecho una cama hinchable,
moviliza el aire su lona con la respiración.
Mi pregunta es cuánto hay que cavar para que nazcan esas flores
y ya
y ya
ya no me quedan más preguntas.
Quisiera rebotar en las paredes, contra el suelo
subir altísimo, chocarme liviana contra todo, pero mantener intactos mis colores.
Me gustaría retroceder, disfrutar la pausa.
Silenciar todo aquello que sucedería. Eso que está a punto de suceder.
Silenciar todo aquello que sucedería. Eso que está a punto de suceder.
No lloro, me siento inmóvil en un taburete plateado y sonrío con los ojos vacíos.
Volveré a casa después y mataré mi cerebro con canciones que me hagan sentir muy lejos.
Mataré mi amor corrompido, mi amor tuerto, descalzo, con canciones de felicidad impostada.
Y despertaré y volveré a la banqueta helada, posaré en ella mi cuerpo muerto y pasarán las horas lentamente.
Y entonces, en algún momento entre la primera y la segunda sentada,
ella habrá desaparecido, definitiva y fugazmente
como todo lo que de verdad amamos.