miércoles, 9 de diciembre de 2015

Antes de que tú ya no seas tú.

Latigazos,
y el pecho una cama hinchable,
moviliza el aire su lona con la respiración.

Mi pregunta es cuánto hay que cavar para que nazcan esas flores
y ya
ya no me quedan más preguntas.

Quisiera rebotar en las paredes, contra el suelo 
subir altísimo, chocarme liviana contra todo, pero mantener intactos mis colores.
Me gustaría retroceder, disfrutar la pausa.
Silenciar todo aquello que sucedería. Eso que está a punto de suceder.

No lloro, me siento inmóvil en un taburete plateado y sonrío con los ojos vacíos.
Volveré a casa después y mataré mi cerebro con canciones que me hagan sentir muy lejos. 
Mataré mi amor corrompido, mi amor tuerto, descalzo, con canciones de felicidad impostada.
Y despertaré y volveré a la banqueta helada, posaré en ella mi cuerpo muerto y pasarán las horas lentamente.

Y entonces, en algún momento entre la primera y la segunda sentada, 
ella habrá desaparecido, definitiva y fugazmente 
como todo lo que de verdad amamos.


lunes, 5 de octubre de 2015

La necesidad debilita nuestro espíritu,
mete un tajo a nuestras alas
y nos apaga
en soledad.

Pero hay una cosa definitiva,
y es que cuando veo en tus ojos castaños
nacer tantísima luz,
toda posibilidad de fracaso enmudece
y el mundo,
ahora tan nuevo
se pone sin chistar
a nuestros pies descalzos.


martes, 2 de junio de 2015

SONETOS-IRREALIDADES

XI

quizá no sea siempre así:y digo
que si tus labios, que he amado, tocasen
los de otra, y tus fuertes queridos dedos se apoderasen
de su corazón, como del mío no hace mucho;
si tu dulce cabello descansase sobre otro rostro
en medio de un silencio como el que yo conozco, o
unas palabras grandes y retorcidas, como las pronunciadas con énfasis,
se alzasen indefensas ante el espíritu acosado;

si esto ocurriese, digo que si esto ocurriese--
tú, corazón mío, envíame un pequeño mensaje:
para que pueda acercarme a ella, cogiendo sus manos,
le diga, Acepta de mi toda la felicidad.
Entonces volveré la cabeza y escucharé a un pájaro
cantar terriblemente lejos en las tierras perdidas.

sábado, 9 de mayo de 2015

La inmortalidad de la resaca.

Sentir que no puedes con la carga del corazón.
Que la tensión en sus paredes es tal,
que dentro de tan solo un segundo
tendrás que derretirte,
manchando tu lugar en el mundo
con la herida de los que se desbordan.

Tu sonrisa es una puerta
a cualquiera
y absolutamente a nadie.

Con la sonrisa
me duelo a mi misma
donando mi sangre a los demás
prestando mi piel
a seres alucinados
en el centro de la noche.

Y entonces me derrito
como un metal
cuya forja es tan lenta
que exaspera.

Y pido a la vida
un pedacito de su verdad
que se desgaje ante mí
arrebatada y sin nudos.

Me doblego a la consciencia
durante horas
resucito de la ignorancia
mediante la duda
respiro profundo.

Elegimos siempre,
hasta dormidos
porque somos nosotros
en cada elección.

Pero hay algunos domingos
en que el ralentí atmosférico
nos eleva de la tierra
hasta hacernos desaparecer.

Y somos inmortales.

Porque sabemos que volveremos,
mil quinientas veces
a las mismas estaciones.

Y todas esas veces
nos preguntaremos
cómo coño hemos podido,
tras accidentes, atropellos y la espera,
sin dudarlo ni un instante,
regresar a esa estación.
.



Tenía que deshilacharte
desleerte
como si fueras
un ovillo de lana
como si nunca antes
te hubiera leído.

Len
ta
muy
len
ta
mente.

Y dejar de preguntarme
cómo pudiste
esconder la llave
tan profundo.

Una vez comprendida
la incomprensible manera
de estar en el mundo
más que para darte la mano,
te gritÉ
desde cada uno de mis recuerdos.

Quise entonces amarrarme
a tu forma de mirar
y capturar la pureza
de las cosas.

La de hojas que empapelaron
todos los deseos muertos,
cómo apretaba aquella soga,
cuando te plegabas en el sueño junto a mi.

Ahora ya no hay dios,
que sepa tratarme
taparme la boca
o las heridas
como tú.

Solo nos queda hoy
guardar el amor
almacenarlo
aunque tiritemos de nostalgia
cuando perdemos el control.

Y tirar la llave,
aunque a veces el tal vez
se te cuele en las mañanas
y se te enfríen las ganas de reír.

En realidad
seguimos vivos
y eso a veces,
debería parecernos suficiente.




Volví.
Y la gente parecía enamorada.
Tenían coche, y parecían enamorados.
Y un seguro a no sé cuántos años con no sé qué tipo de interés.

Llevaban trajes que les quedaban enormes.
Y zapatos brillantísimos.
Y juro que solo de pensar en el piso donde trabajaban me entraban ganas de llorar.
Y qué vertigo.

Ellos me decían -qué valiente eres, viajando siempre sola.
Qué gracia, joder.

Yo solo pensaba en ese vértigo
en el olor a gasolina,
en la comida precalentada,
en el sueño de unas horas de libertad
apuntando los ojos a una esquina del cielo
desde un pequeño ventanal.

Y después en la huida.
La mía.
Yo, la valiente.
....

A lo largo de tramos inventados,
me deslizo
a ojos cerrados,
un poco más limpio el corazón
y me abrazo, con paciencia.

Crezco con los kilómetros
sintiendo los estados de la luz
y la música y los libros.

Esa es la única vida que conozco.

¿Qué coño se esconderá tras esa curva cerrada?

Brillante y eléctrica, digna de ser vivida,
nada más tiene sentido de momento.
.....

Y que poco me importaban sus horarios
sus grandes posesiones
y sus brillantes zapatos.

Pero como me jodía que parecieran enamorados.


viernes, 20 de marzo de 2015

El sueño, sigiloso, dirige nuestros días manejando las pasiones que buscamos, pero el día en que silencian ese coro de luces alumbrando los caminos, quizá quepa preguntarse si la niña que moría por creer en lo imposible, te ha soltado la mano para siempre.

Amanda  no tenia tiempo para reflexionar sobre sus sueños.
Despertaba, agredida por una chillona alarma, poseída por una nebulosa de sensaciones sin macerar,
y actuaba mecánicamente, repitiendo cada pequeña y diaria acción sin ahondar demasiado en percepciones del pasado sobre lo bueno y lo terrible de la vida.

Sentíase solo viva cuando escuchaba gemir a un violonchelo, o alimentándose en sus espacios íntimos de letras y de vino, cerrando ciclos y destruyendo amaneceres que se desplegaban ante sus ojos cuando se dejaba, desprevenida, empapar por un ensueño profundo de efímera nostalgia que el pasado, siempre cicatrizando, siempre volviéndole a sangrar, le provocaba, sin piedad, y sin preguntas.

Hacía ya tiempo, quizá demasiado tiempo, que no sentía el calor de una mano en toda su extensión, el calambre de unas falanges recorriendo su cuerpo aún joven, estremeciéndola de amor y de confianza.

Él había sido como entrar en una cocina de leña, de esas que aún se conservan en pueblos remotos, cuyos suelos calientes de madera le hacen a uno sentir pisar la arena en el comienzo del estío.
Con aroma a recién hecho, capaz de componer todas las grietas entre azulejos a medio pintar, fue el amor, luego la herida, pero siempre le recordaría como ese inesperado ángel de ojos alargados que le descubrió la inmensidad del horizonte aquél verano inenarrable.
La vulnerabilidad vino después, como suceden las cosas bellas y profundas de este mundo, lentas, mudas, sigilosas, dejando un espacio progresivo de vacío que el llenarse provoca en las almas más sensibles.
Cuánta nostalgia de música y de cuentos, cuanto silencio almacenado en alambiques infinitos de los sueños que a veces, cuando menos lo esperaba, volvían a estrecharle la alegría.

Nunca antes, jamás en su vida, había comprendido lo que significaba, en su más amplio sentido, el derramarse. Siempre había evitado, con cautela, ese fluido volar, ese perderse en la vorágine sinuosa del encantamiento ilimitado.
Por eso ahora, sus mañanas sin color, se sumaban al violento calendario, sintiendo que al haberse raído ya sus alas, albergaba dentro una sed de sueños que jamás volverían a nacer.
De nada sirvió apaciguar sus recuerdos de otoños suspendidos en la recóndita memoria, de nada sirvió caer mil y una veces en el foso de lo imposible.

Todo lo que vino después, se tradujo en una suerte de emociones sin nombre ni apellido, que a nadie podía describir, ya que extraviadas en el depósito del miedo, nunca volverían a tomar su forma primigenia.


lunes, 2 de marzo de 2015

Humo a presión y tabaco entremezclados.
Pasos de baile y una ráfaga de aire
que destila marmitako y primavera.

Las mejillas encendidas, 
las paletas de una niña
inexplicablemente pura
mientras la tarde se acurruca
y el salitre se le cuela en las entrañas.

Comiéndote la arena con las manos
querías llenarte de todo lo que amabas.

Al cabo de los años
ni siquiera nuestros rostros imantados
la tensión casi enfermiza
pudieron con la lluvia
de aquél concepto adolescente.

Ni siquiera las ansias de morir
para volver a arrebatarte
pudieron con la voz que te rasgaba
desde dentro.

Es tu manera de mirar
como un puñado de olas corrompidas.

Porque la justificación
a todo lo que hacemos
se basa en algo 
que la gente no puede comprender.

Y no hay forma de evasión posible
que nos haga olvidar
nuestra materia
lo que somos de manera primigenia
en busca
de algo
que nos hemos inventado.

martes, 3 de febrero de 2015

Inyección rítmica de tú.

El cielo, disparatadamente fucsia, me somete. Me pregunto la cantidad de luz, en kilogramos, o litros, o kilolitros de este color que es capaz de exprimir, disparando solamente en esa esquina, hasta que duela tanto, que no pueda mirarlo. Sol de invierno, anestesiado por el paso de los días, atraviésales a todos.

Pasos, música de corto alcance, 
de coordenada a coordenada
milimétricamente alterada
por el cambio de la luz.

Dónde estriba hoy la expansión de la locura,
la vida, pesca de arrastre
gregarismo cifrado y lineal,
educación embalsamada, 
sonrisas con toque de queda
y la agonizante represión de la emoción.

Si siempre hay dos tipos de gente
-según una clase de gente-
yo me considero de las gilipollas
que no pueden adaptarse 
a morir 
antes de haber resucitado.

Hay recuerdos que no quieres mirar
como también hay música 
que debería desaparecer
para que nosotros
pudiéramos seguir.

Me siento en una silla, 
frente al púrpura silencio
de esta sala abarrotada.

Cuchillos y estornudos
árboles amarrados con tiras de plástico
a rayas
la sensación de una metralla
que ensordece mi conciencia.
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Tu imagen tras de mí,
abrazando mis constantes
mientras llora la tarde
pulsión encadenada
que ilumina el rostro 
del único superviviente.

Me alcanzan por el cuello tus pestañas
que son soga,
mi cabeza empieza a levitar
se calienta como un globo
y una lágrima suicida
se derrama sobre ti.

Gravito sin mirarte
y mi rostro se deforma
criatura
o niña doblegada.

Desconectas mi cerebro con tus manos,
mis venas son la lava que recorre
todos los infiernos subterráneos.

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Abrazo lo orgánico
así se inhibe el dolor
gracias al tiempo
y quizá al amor
que algún día nos asalte.

En este trance de hipotermia
tú eres el único suero
del que pretendo alimentarme.

El ritmo de la tinta apresurada
el ritmo de los pasos en el cambio de estación
el ritmo de los cuerpos ciegos que maúllan
el ritmo de la pausa
y el ritmo de la risa
perpetuándose
hasta que por fin nos vaciamos.

Me lanzo hacia la noche
porque es eterna.
La paz que oferta
muerto el viejo día
es la del periódico de ayer
en medio de tu guerra
que es también la mía.











martes, 27 de enero de 2015


Decir que no al cuerpo
pero someterte.

Negarte al incendio
durante apenas unas horas
roto el reloj
si no me extralimito
quizá mi vida sea en vano.

Si no atravieso la línea
que me lleve al encuentro
de esa niña primigenia.

Por eso nado a braza por la vida
obediente a mis impulsos
podré perderme
pero volveré siempre al origen.

Quiero morir 
amando la ductilidad
de los cuerpos asfixiados.

Me gustaría
seguir rasgando 
las ventanas,
apretándome tan fuerte
que al cerrar los ojos
comulgue con mi infancia.

Mientras haya un cuerpo
capaz de callarme la boca 
mientras a ciegas
me devuelva
la conciencia 
de existir


existiré.



domingo, 18 de enero de 2015

Saturación: De asimétricas perspectivas que nunca alcanzarán a encuadrar mis sentimientos.
Desencuentro: Al constatar que el tiempo nos ha despojado de toda credibilidad.
Acuciente: La intención de no sucumbir, ni siquiera a mi propio cerebelo.
Deseo: Saberte eternamente despojado de todo poder que sobre mi recaiga.
Virgen: Emocional, sastre de un tejido que me impida ser alcanzada.

La insistente prueba de que todo es concepto, idea, hipótesis e historia sujeta a modificación.

Flagelo: El circunstancial instante en que imagino a un tú que ya no existe. Y le creo.
Amor: (Al uso) Capacidad de alguien para desvalijar al otro y desproveerle de su propia identidad.
Vacío: Consecuencia de la puta del piso de arriba.

Y la sensación de que ha terminado el tiempo en que mirarnos de soslayo.

Silencia
este
estado
de
interrogación.

No, no es a ti a quien me dirijo.
Sino al espejo.

martes, 13 de enero de 2015

"Nunca hubo tanta paz en mi vida
como aquél día
que, apoyada en mi regazo,
me contaste tu infancia.
Lo confieso, pensé:
Ojalá mis hijos sean como ella
y lleven su alma

Ahora todas mis mañanas se han quedado
sin hueco en tus semanas
no me esperas,
pero estás preciosa cuando no lp haces,
no estás al otro lado
y yo tengo que dejarte ir de mi
también,
tampoco,
porque te mereces un mundo sin final
y batallas ganadas
una paz que lleve tu nombre
y alguien que te lleve al cielo,
que es lo único que está a tu altura.

Yo, por mi parte,
te diré que lo entiendo,
y lo respeto.

Dejaré mi verdad a los poemas"

E. Sastre.

viernes, 9 de enero de 2015

El prefacio a una verdad.

Cuando son demasiadas, las palabras se rebajan en el colador de los límites que nos fijamos.
Porque ya sabemos lo suficiente y el dolor no tiene medidor.
Nadie se salva de la ansiedad que produce la falta de señuelos.
Fuerzas, que redirigen nuestros pasos hacia la resaca del pasado,
y barriéndolo todo, reducen la vorágine a un nudo en la garganta.

Nada puede salvarnos.

¿Acaso alguien podría hacerlo?
¿Acaso llegaremos a comprender el porqué de tanta huida, de tanto amor inflamado, que murió antes de materializarse?

Mudos,
en un bucle de fonemas, náufragos, nos dejaron devastados,
vacío el corazón, y la boca,
llena de arena.                                   

lunes, 5 de enero de 2015



Si de algo han servido tantos autos sacramentales, Corpus Christis, dogmas, y monopolios estamentales coronados por ese amor al retroceso tan castizo, ese querer aferrarse a los estamentos medievales mientras ya el resto de Europa "iba por el postre", si tanto se ha evitado hablar del cuerpo, de la naturaleza del hombre y la mujer, que reprimido yacía sujeto siempre a las mismas cárceles de moralina cubierta de alcanfor, es sólo para que hoy, ahora, nos sirva  a nosotras tal estancamiento como aliciente, para cambiar la manera de ver el mundo que se ha mantenido históricamente y vivamos acorde con el mundo que hoy contemplamos siglos más tarde.

Las mujeres, bajo una marginalidad que se podía vislumbrar en toda obra literaria, relegadas siempre a una excéntrica misoginia, lejos, fuera de lo que tenía importancia, acusadas desde el primer momento en que sobresalían por encima de los varones, sometidas a un escarnio fuera de cualquier lógica, han luchado para que nosotras podamos demostrar nuestra capacidad, defendiendo nuestra feminidad sin estereotipos, sensibles pero no por ello menos fuertes psicológica e intelectualmente que cualquier hombre.

Sólo voy por el siglo diecisiete de nuestra literatura y le hierve a una la sangre cuando es consciente de todas las mujeres de este país y de tantos otros que han tenido que vivir en silencio, sin poder expresar sus emociones y sus pensamientos más profundos durante toda una vida, sin poder actuar en los teatros, escribir tan bien o mejor que un hombre ni participar en actividades de ocio de ninguna índole.

Me molesta que hoy en día se sigan perpetuando los puñeteros estereotipos de cómo tiene que ser una mujer "femenina",y las alusiones en general, tanto estéticas como de modus operandi, que podemos ver tanto en revistas que irónicamente hablan de la mujer actual, como en la publicidad y en general los medios de comunicación. Es una vergüenza, y me da muchísima pena que una mujer piense que tiene que ser como dictan este tipo de retrógrados para sentirse aceptada o más valiosa, así que mucho me temo que como sigamos aceptando en silencio que un grupo de imbéciles nos digan cuatro guarradas por la calle o nos tengamos que sentir mal si tenemos una opinión formada sobre las cosas a la hora de debatirlas con un hombre estamos jodidas.


Fin.



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