jueves, 24 de noviembre de 2011

Realidades.

Quiero recordarlo todo.
Quizá esa sea mi última meta,
o quizá no.

Te despiertas llorando,
pero no se trata de un llanto rabioso o autocompasivo.

No pretendes recuperar recuerdos ni el tiempo.

No es eso.

En mi sueño,dos realidades.
Una, en la que había habitado tres días,
en la que un ente que me conocía
-y yo sentía- parecía quererme,
me observaba, cuidando de mí como una madre.

En el mismo cuarto, personas distintas en las que pienso, con las que hablo, se relacionaban entre sí.
Era bonito.
Estábamos todos desnudos, sin estarlo, y escuchábamos al resto como si no esperáramos a hablar,
sino a escuchar.

Estaba en silencio la casa,
la luz entraba por un ventanal amarillo, las paredes eran azules,
yo dormía en un cuarto vaporoso y ligero,
como de mar, nostálgico y tenue, como el de Fez,
y mi amiga en el contiguo, naranja, soleado, como ella.

Dos realidades al mismo tiempo,
cuando en realidad son tres, contando al pasado,
las que siento mías,
destrozandome el corazón y haciendome reir al mismo tiempo.

Viví esas vidas mientras pensaba en lo que sería la vida,
mientras ya sentía dentro de mí la pérdida,
mientras vivía,
y llena de vida la vida se apoderaba de mí.

Tanto tiempo pensando en cómo llenar las horas,
y mientras éstas pasaban,
nunca nuestros cuerpos fueron más jóvenes,
nuestras mentes tan rápidas,
nuestras almas más grandes,
nunca más nos alimentamos de tantos sueños sin terminar.

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