Una vez conocí a un hombre sensible a la carcajada y al dolor como ninguno,
ni un sólo ser fue vícima como él de sus instintos,
un teórico al que tan sólo le hacía falta la clave de la felicidad,
pero que la buscaba con insistencia, él sólo, entre sus libros y la luz del sol de la mitad del mundo.
Jamás nadie consiguió en vida descarnar el alba como a un fruto maduro,
desmayándose ante su belleza,
arrancándole con esa suavidad los pétalos marchitos a la vida.
Nunca nadie fue capaz de someter a tanta ternura al otro sexo,
provocar admiración y respeto, desatando el éxtasis con sus manos
suscitando con sus tiernos ojos el más grande sentimiento.
Creando sueños, no conformándose con pisar el suelo asfáltico del resto,
describiendo la vida con cuatro palabras bien elegidas.
Nunca conocí a un hombre al que le palpitara el pecho así cuando quería..
Ni a nadie que hiciese del llanto religión o poesía.
Tampoco ví antes como una mirada despierta y renace,
narrando historias carentes de las palabra como hoy la conocemos.
Nunca nadie juró eternidad antes con su silente susurro insvisible pero cierto.
Vi la honestidad del pasado , la nobleza, hoy perdida, en su risa clara y excesiva, en sus manos toscas y rugosas, en sus palabras contrastantes con el resto del mundo.
Vi , como no puede ser de otro modo,
la firme certeza de quién piensa que otro mundo es posible.
Que ambiciona despertarse sabiéndose dueño de su vida y su felicidad,
del que conoce sus debilidades pero es consciente de sus muchas virtudes,
y tiene esperanza, y fe en el mañana, sin miedos,
sin más limitaciones que las que el hombre se impone cada mañana.
Compartiend0 con verdad el milagro de la vida,
riéndose del miedo y el espanto, del futuro,
poniendo la mano en el fuego por quién se ama sin garantías.
Valorando la palabra ,
designando a nuestro mundo,
atrapando difíciles esencias en sílabas luminosas,
fijándose en lo invisible, descartando lo superfluo,
exprimiendo el detalle, compartiéndolo todo, desechando lo que no importa,
respirando como si fuera la última vez en esa playa.
En el universo.
Nunca tocaron así a una mujer
conociendo sus oscuros recovecos,
sus caprichos volubles,
su inestable fiereza,
haciendo del tacto,
un sentido creado para ella
como única benefactora.
Como si no creyera en otra mujer sobre la faz de la engañosa existencia,
y hubiera vendido su alma a ella,
sus miedos
su ayer,
su mañana.
lunes, 14 de marzo de 2011
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