miércoles, 24 de diciembre de 2014

Qué somos

Quizá su obsesión con la leche cuajada animal tuviera, a fin de cuentas, una sola explicación.

El hecho de ingerirla, eterna y predilecta devoción, le otorgaba una corrosiva sensación de escozor en paladar, encías, y parte interna e inferior de los carrillos, haciéndole sentir, por un minuto, que iba cerrándose la herida.
Antibiótico Idiazabal, Flor de Esgueva, incluso Torta del Casar.

-Cerraba entonces los ojillos, los abría, pero nadie estaba allí ya, para quedarse-

A veces, era la suavidad del mismo deshaciéndose en la boca, aquello que le acercaba un poco más a ese recuerdo de insaciable comunión, de sedación ante el entorno, de burbuja y elección, desoyendo el ruido de la vida.

Pero todo música.

Era una especie de tregua entre la especie, el mirarnos a los ojos.

Veo en él, representados, esos viajes que emprendimos,
doliéndonos más cuanto más nos acercamos,
a medida que cubrimos los agujeros que asolaban
nuestro eterno y solitario deambular.

Porque Gruyéres somos, envasados al vacío.

Sin perdón, devorándonos la vida, imparable banquete que con gula contemplamos.

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