miércoles, 5 de noviembre de 2014

Qué dirás de mi.

Presa de alguna extraña motivación
vuelvo a esa plaza.

Esa puta imagen taladrándome la mente.

Allí está ella, joven, diáfana
modélica y blanca.
Sin maldecir,
sin desgastar,
están brillándole los ojos.

Tiene un hijo pequeñito,
con los papos regordetes,
es  perfecto,
un ángel de dientes diminutos.

Come Aspitos,
y sus ojos tan brillantes,
sus ojos tan oscuros,
son espejos de la vida.

Tiene su rostro tanta paz
que las palomas se le acercan
como imantadas
al concepto de pureza.

De pronto, un ruido seco.
Y el niño yace, boca arriba, sobre el suelo.

Un segundo le ha hecho falta
para caer, hacia detrás,
desde cinco escaleras infinitas.

Entonces pierde la consciencia,
y la niña que era se quiere morir.

Tiene tan sólo siete años,
y es la primera vez,
que decide morirse.

....

Desde que recordé ese momento,
no dejo de ver
los rostros envejecidos brillando.

Y me aniquila el reloj,
cada vez que no aprovecho el tiempo.

Y mi claustrofobia es proporcional
al miedo que siente
todo el mundo a mi alrededor.

...

Sienta las bases,
crece, crece, crece,
se responsable,
posee un digno trabajo
para la felicidad ajena
y tu prisión.

En la que no habrá flores
como te equivoques.

Eso es lo que te dicen.
...

Cércame,
por favor,
estoy tan acostumbrada a la falta de libertad
que no se qué haría con ella si la tuviera.
Dame la seguridad
que ya no siento en ningún lado.

Ayúdame a dejar de pensar.
....

Como me vuelvas a decir
que me siente en esa silla
te juro que voy a romper esa ventana.

Como se te ocurra volver a decirme
que cuáles son mis planes
te juro que no respondo de mí.

...

No tenéis bastante ya,
con desproveernos
de lo único que tenemos en la vida,
que es el tiempo,
con vuestras putas plantillitas
controlitos, trabajitos
para hacernos un poquito
sólo un poquito
más jodidamente gregarios?

...

Quizá me esté pasando.

-Qué desagradecida,
pensarán algunos, indignados.

-Qué desquiciada está,
pensarán esos otros, que por supuesto,
no quieren entenderme.

Porque jode entender,
que ahora, que tenemos los ojos brillantes,
y que estamos sanos,
y deberíamos ser invencibles,
somos más frágiles que nunca.

Nunca hemos conocido al miedo tan de cerca
y nunca nos hemos sentido más solos
que ahora,
hermosos huérfanos de la alegría.



















































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