jueves, 13 de marzo de 2014

En respuesta a tu misiva.

Tal vez fuera idiomático
el problemático conflicto
que aquella vez -dramático-
se cociera en nuestras manos.

Protegerme era el único aliciente
por sentirme contigo
mejor que con los demás.

Tú nunca comprendiste
que como básico animal
era fácil amansarme
y tu luz lo conseguía.

Miedo,
todo se resume en reacción a la amenaza
que suponía tu guitarra en mi ventana.

Trajiste olor a mar
de una lejana tierra
que yo desconocía,
sin embargo, tu locura
yo sí la comprendía.

Fuertes,
vulnerables,
viajamos hacia lo salvaje
para perdernos
entre la bruma de los momentos.

Sentir la paz con sólo mirarte
querer arroparte en mi intimidad
sólo eso significaste.

Pero llegó el día
en que presa del instinto
súbitamente
me alerté.

Porque somos animales
seres hipersensibles de la nada
buscando una caricia en la basura
fuego en las cenizas calles que pisamos.

Yo sólo quería una luz
y apareciste tú
y te preferí a tí
pero tú no supiste comprenderlo.

Eso es todo.
Así de simple.
Así de insuficiente.


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