Imperturbable,
desdibujan se las líneas de mis manos
lo que parece ser la estampa,
de la vida que elegí.
Escozor, (r)ojo sin brillo,
el sol cristaliza las retinas
y sin poder pestañear
trata de ver
lo que -no sabe- no existe.
De inventar una verdad, por difícil que parezca.
El eco que en silencio el cuerpo invade todavía.
Nitidez que duele, así te siento,
sin tus manos, y esa sombra, volviendo a sus orígenes.
Que disminuye a medida que yo crezco, mientras caigo,
y me hundo, sin sentir que el suelo me sujete,
dando vueltas sentada en una silla,
aunque ya esté casi llegando,
girando más, destrozando,
las capas de tierra que hasta ayer me sostenían.
Flores ásperas, escuálidas, sin esencia,
hoy gravitáis, levitando en torno a mi figura,
gente sin ser, que no me (e) lleva a nada,
sólo personas
a las que no puedo mirar.
Necesidad ebria,
deliro destructivo, luz de amatistas
devuélveme tu sien, tu centro, tu asidero.
Tuerce la tarde con sus luces,
alborada remiéndame los hilos,
mientras todo fluye en consonancia con mi sangre,
y se arremolina en el vacío,
del aire que se esconde en cada gesto
de la certeza que me devuelve a tus entrañas.
desdibujan se las líneas de mis manos
lo que parece ser la estampa,
de la vida que elegí.
Escozor, (r)ojo sin brillo,
el sol cristaliza las retinas
y sin poder pestañear
trata de ver
lo que -no sabe- no existe.
De inventar una verdad, por difícil que parezca.
El eco que en silencio el cuerpo invade todavía.
Nitidez que duele, así te siento,
sin tus manos, y esa sombra, volviendo a sus orígenes.
Que disminuye a medida que yo crezco, mientras caigo,
y me hundo, sin sentir que el suelo me sujete,
dando vueltas sentada en una silla,
aunque ya esté casi llegando,
girando más, destrozando,
las capas de tierra que hasta ayer me sostenían.
Flores ásperas, escuálidas, sin esencia,
hoy gravitáis, levitando en torno a mi figura,
gente sin ser, que no me (e) lleva a nada,
sólo personas
a las que no puedo mirar.
Necesidad ebria,
deliro destructivo, luz de amatistas
devuélveme tu sien, tu centro, tu asidero.
Tuerce la tarde con sus luces,
alborada remiéndame los hilos,
mientras todo fluye en consonancia con mi sangre,
y se arremolina en el vacío,
del aire que se esconde en cada gesto
de la certeza que me devuelve a tus entrañas.
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