miércoles, 16 de mayo de 2012


Parecía que faltaba más. Parecía de hecho que nos habíamos conocido hace nada, aunque tu rutina sin el resto ya no será lo mismo. Todos diferentes y llenos de vida, con ganas de reír, de llorar, de discutir, de superarse y de que llegue la hora. La hora ha llegado. La víspera soñando con el diálogo, que es recitado por ti  mientras cocinas, tus amigos te toman la lección, sin importar que en la calle te estén mirando. Más te mirarán después. Las risas nerviosas y el sudor frío no tarda en llegar, como ese nudo estomacal parecido al del enamoramiento pero que es hoy común, una sensación compartida entre una comunidad, que hemos creado nosotros. Las telas brillantes, el calor de los focos derritiendo el maquillaje, las miradas cómplices, el olor a polvo, que lleva acumulándose desde hace más de veinte años, tras pasar por este escenario tantos otros grupos, tan llenos también de lo mismo que hoy sentimos. La música empieza, y con ella, Jacinto Benavente, que comienza esta obra con la frase de “He aquí el tinglado de la antigua farsa.” Mientras yo siento que todo esto es real, convirtiéndose la vida en farsa cuando el telón se abra.

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