domingo, 26 de febrero de 2012

Imposible.

Ya no es posible.
Dejarás a otros que tomen prestados de tu memoria esos cientos de lugares que ya no te peretenecen a tí, sólo al pasado.
Dueleb saber que todo es ya parte de una historia que ha llegado a su fin.
Esta humedad ha dejado de formar parte de tus mañanas,
las baldositas siempre llenas de lluvia ya no recuerdan tus pasos.
Regresas a la ciudad en que ha tenido lugar todo lo importante, y tú ya no eres importante.
Eres solamente alguien que vuelve como excusa para juntar a los amigos, que siguen tan dispersos como siempre, y normalmente con los discursos y conflictos de siempre.
Tú has cambiado, claro que sí, hasta el cielo, siempre gris, lo sabe.
Pero tú no sabes hasta que punto lo has hecho hasta que tu vida anterior te rodea con sus tentáculos y ya no hay vuelta atrás.
Esta es la primera vez que soportas aceptar la decepción,
la primera vez de tu vida en que asumes tu derrota como defensora de las amistades eternas.
Pero no crees que sean mentira,
sólo que normalmente se dejan ver poco,
que los horarios o los días no coinciden,
y que ya viviste muchos cumpleaños junto a los que no están hoy.
Tienes que tener fé y sentirlas, aunque ya no te den la mano en el curso de tu crecimiento natural.
Es lógico tener miedo, pero hay que crear nuevos recuerdos,
dejar de llenar la mente y el alma con todo lo bello que en el pasado sucedió.
Esta vez sientes que no quieres volver, que ya no.

Y tiene que ser así, aunque los mismos árboles,
te atraigan hacia el ayer con el mismo movimiento de sus hojas, como sirenas entre el viento.
Habéis terminado por un tiempo.
Tienes que aprender a querer todos los lugares que pises con la misma intensidad,
sentirte reconfortada por la ilusión de que alguna vez volverás,
tal vez para quedarte,
y bajar a por el desayuno,
con la brisa del mar pegándote en la cara,
tras la reconciliación y miles de recuerdos nuevos.

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