lunes, 14 de abril de 2014

Polvo santo.

Desazón, ciudad que miente, desmedida,
sin que nadie lo sospeche.
Y cuanto más pasa peor,
pues más duro se vuelve mi corazón de nuez,
rugoso y pervertido por todo lo que le atraviesa.

Y aunque siento no poder frenar todo este flujo circular
siento la presión de las nubes en mi corazón embrutecido.

Fiera consternación de dejar pasar,
tratar de fluir como si buceara bajo la vida, respirando
en un azul que ya no es tal,
pero que ayuda a sosegarme
ante tanta turbulencia.

Pobre esperanza la mia
de volver a perdonarme
tan sola, mírala,
tan absolutamente llena de polvo la boca
duele el estómago de tanto tragar incertidumbre.



Vísceras de mí soy sólo,
sola vago por lo que queda del mundo
ese que ya no me requiere.

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