lunes, 27 de junio de 2011

Desnuda.

Hoy tengo la certeza de que si no escribo me volveré loca.
Desde que me he desperezado he tenido la piel de gallina,erizados los pelos, el cuerpo dispuesto a sentir, y a llorar.
A veces, cuando olvidamos en casa el traje de invulnerabilidad, las capas y capas de protección, de orgullo y de "por si acaso"... somo más felices.

Me siento plena cuando no me importa no ser lo que esperan de mí,
cuando por fin siento todo a bocajarro,
soy feliz cuando me pongo a llorar como una niña pequeña,
de felicidad, porque no puedo evitarlo, simplemente,
porque lo necesito y quiero que así sea.

Porque en el fondo somos todos humanos, mucho,
y somos iguales en muchos más aspectos de los que pensamos.
Nos iguala la muerte, nos iguala la enfermedad, la pérdida, la tristeza,
el alcohol, la alegría, la esperanza.

No me apetece demostrar nada a nadie que no sea lo que siento.
No tengo ninguna necesidad de hacer ver que soy invencible, ni de mentir,
no me importa que haya gente en el mundo con peores intenciones,
en realidad, me apena que la inseguridad les lleve a hacer cosas que no son.

Siempre me han querido o me han tenido manía.
Sin término medio, desde pequeña.
La gente no soporta que uno sea consciente de sus defectos, y sobre todo de sus virtudes.
Yo no lo entiendo, me gusta la gente segura, eso no quiere decir que me guste la gente pedante o que no crea que la humildad es necesaria.

Al final todos sufrimos, y todos buscamos cosas, y todos las perdemos, y todos nos sentimos vacíos, y nos llenamos del resto.
Nunca me he sentido más plena que cuando me he desprovisto de todos esos mecanismos de defensa que en realidad, sobran.

Hacerse la dura para que te respeten en el trabajo,
ponerse serio para que te tomen en cuenta como el adulto que ya eres,
hacer que no te importa que la persona por la que has empezado a sentir,
parezca no sentir,
disimular una falsa modestia cuando crees que algo te ha salido bien
porque la envidia, es, posiblemente, el más terrible de los pecados...y de los defectos más extendidos.

Nadie se libra de casi nada.
Todos hemos tenido malos sentimientos dentro, hemos criticado alguna vez,
hemos querido ser los mejores en algo, hemos hecho trampa, hemos hecho daño,
hemos pedido perdón, hemos dicho te quieros, hemos querido, sufrido, llorado a solas, reído en grupo.

Por eso no me avergüenzo de ser muy humana,
y no me importa decir que tengo el almario abierto,
y espero tanto al amor como al dolor,
sin barreras ni lineas divisorias que separen lo que siento de lo que la sociedad parece exigirme.

Volvamos a la pureza,
y a ser nosotros, sin tonterías, sinceros y siendo conscientes de nuestras limitaciones y nuestras cualidades, y exprimamoslas.

Es mucho más fácil hacer feliz a la gente de lo que pensamos.
Es mucho más sencillo serlo, también.

Sin complejos, llegaremos lejos, seguro.

Carnaval entre bambalinas.

Teníamos ganas de gritar, y lo hicimos.
Teníamos tantas ganas de abrazar, de compartir, de disfrutar, de exprimir, de sentir, de comernos el mundo..
que no pudimos más que hacerlo realidad.

Era un día en que el aire, inmóvil, parecía más bien una bola de fuego gigantesca,
qué te derrite la cara, que te devora, que te hace delirar y ver triple,
esa ciudad en medio de oleaje y de desierto.
Que te molesta, que te irrita y enloquece.

Pero no pudo el bochorno con nosotros.
Con la comida y los nervios en el estómago, arrivamos al lugar de encuentro,
poco después de un parque en sombra, acariciando a una Iglesia estaba aquél sitio en que nuestro corazón saldría por la boca.

Y al llegar, el teatro en sombrío y siniestro silencio parecía un mundo aparte del de fuera.
Creo que lo que necesitábamos.
Sonaba música clásica, hacía fresco, y el aire tenía por fin, margen de maniobra.
La luz de fuera entraba tímidamente,y el alto techo parecía el de una Iglesia gótica de las de los libros.


En la parte superior, silencio.
Nadie hablaba, preparaban atrezzos pa arriba y pa abajo, subían y bajaban jarras antiguas, libros, cuadros, copas.
Nos faltaba la respiración.
Había algo de juventud naciente entre nosotros, algo de hormonas, de irascibilidad compartida, de sensibilidad máxima.
Nos fijábamos el triple en nuestras doscientas mil pulsaciones, en nuestro estado, nuestros cuerpos sintiéndolo todo al unísono.

Tneíamos miedo de no llegar,
de no estar a la altura del maquillaje y los vestidos,
de no saber compensar al maestro,
de no ser capaces de acaparar tantos metros con nuestra presencia,
de no demostrar lo que creíamos valer,
de no compenetrarnos, escucharnos, de perdernos entre frases de otro siglo.


Pero llenamos el espacio con nuestros susurros, nuestras manos sudorosas pasándonos energía los unos a los otros, mirándonos con complicidad, temblando...
Nerviosos cuando faltaban ingredientes, inquietos y conmovidos,
risa nerviosa, esperando la del público,
nuestras miradas buscaban desde el escenario..caras que se quieren encontrar.

Polvo en el aire, flashes, focos ardientes, rostros brillantes,
violines, cuerpos que vibran, ojos palpitantes , risas con luz propia,
serpentinas de colores,
aplausos, bailes y más abrazos.

Hubo algún momento en que nadie pensó en su vida,
en que se salió de lo que es,
para ser lo que quería o lo que necesitaba ser,
para escaparse, entregándose a un personaje nuevo que le diera una nueva existencia,
que le diera vida, y le hiciera salirse de todo esquema...

Hubo un momento en que todos estuvimos al máximo,
en que fuimos conscientes de que esto se acabaría en algún momento,
en que no se repetiría, en que no volveríamos a estar todos tras el telón,
mirándonos, riéndonos, siendo uno.

Os echaré tanto de menos que no encuentro palabras para expresároslo.
Gracias, por darme tanto a cambio de tan poco.

martes, 21 de junio de 2011

The end is not near

El 19 J superó con creces toda expectativa.
50 ciudades fueron testigo de las decenas de miles de individuos que abogaron una vez más por éste joven movimiento cuyo alcance parece no tener aún fecha de caducidad.

Los catalanes quedaron a la cabeza en el ranking de asistencia a nivel nacional , con más de 100.000 indignados,seguidos por una capital en la que se reunieron hasta 50.000, y ciudades como Granada Murcia o Bilbao que rondaron los diez mil manifestantes.

Otras urbes europeas como París y Lisboa tampoco quisieron perderse este vasto y heterogéneo encuentro con un objetivo común: demostrar como estudiantes, sindicatos, niños, jubilados, intelectuales, parados o artistas que lo de movimiento violento no es más que una etiqueta más para hacernos desaparecer.

En Barcelona concretamente, desde la Plaza Cataluña a Pla de Palau quisieron más que nunca los indignados con narices de payaso superar esta palabra -violencia- que tanto estaba dañando últimamente al movimiento gracias a los medios y la desinformación que predomina en la sociedad actual.

300 indignados madrileños ante el Congreso de los diputados y 200 catalanes ante el Parlament así lo demostraron.

Parece ser que algunos abogan por una huelga general, lo cierto es que el reto ahora es dejar el populismo panfletario a un lado y empezar a tomar medidas muy concretas , muy reales, para esta democracia real que el pueblo exige, con la autocrítica por bandera.

En vísperas del estío, el aire de cambio azota las ciudades, y en las calles, desde las decadentes a las maquilladas, se siente algo latente, niños portando pancartas que versan "¿por qué tengo que pagar yo el pato?" y entrañables y octogenarios hombres dejan la petanca junto al arc del triunf y se unen a este encuentro en el que todos tenemos algo que aportar.

Y por fin comprender lo que significaba ese "sentirse representados" que tanto escuchamos y tan poco llegamos a conocer.

lunes, 13 de junio de 2011

Comprar para ser, comprar per se.

A veces, lo único que necesitas es no necesitar algo.
Algo material, por supuesto, pero ni siquiera eso, sino que es esencial que nos demos cuenta de que no tenemos necesidad de muchísimas cosas que creemos imprescindibles.

Me da mucha rabia escuchar a la gente decir que necesita unas sandalias un vestido,o unos pendientes, por ejemplo,que han visto en una tienda "que tiene cosas monísimas y además solamente me han costado ochenta euros,-a lo que añaden- menuda ganga"..Y yo pienso..menuda imbécil, con perdón.

Me parece insultante que sigamos este recorrido absurdo y peligroso hacia ninguna parte, hacia la posesión sinsentido de objetos para saciar nuestros vacíos, que nos parezca lo normal, y que encima, justifiquemos las compras con los bajos precios y con la supuesta necesidad que nos ha llevado a consumir las cosas.

Ha llegado un momento en que es tal el atiborramiento de estímulos relacionados con las compras, que instintivamente la gente acude como por inercia a los comercios sin ningún filtro y criterio, con la única intención de suplir sus carencias con tela o plástico.

Yo no soy ninguna marciana y entiendo que sobre todo las mujeres levanten el ánimo comprando ropa y tal, de vez en cuando, porque algo les ha encantado, o como premio, o si todo les va bien económicamente, para ir a alguna cena o un evento puntual, y si lo necesitan porque sus zapatos hablan o sus calcetines tienen "tomates".
Pero dónde ha quedado aquello de tener tres vaqueros y un par de zapatillas en la clase media que hoy nos consta ser?

Es lógico que la gente pida créditos para cenar en restaurantes de moda o tomarse vinos en no sé dónde, o para irse a un barco de vacaciones y después decirselo a sus colegas de trabajo?

Es ridículo que haya gente que invierta sus sueldos mileuristas en comprarse doscientos modelitos, o que se funda su sueldo de un año en comprar botellas de mil euros en reservados de Ibiza para tirárselas por la cabeza, hacerse fotos y que el resto de la discoteca sea consciente de lo mucho que triunfa en la vida ese individuo.

El sentido común no existe ni en mi generación ni en las otras, porque aunque parezca que somos nosotros los únicos que participamos de este consumismo acelerado e irreflexivo, también las madres y los padres e incluso algunos abuelos, tienden a gastarse el dinero en cosas absurdas solamente para sentirse bien, para demostrar de alguna manera que su nivel de vida es bueno, y que sus hijos van ideales por el barrio pijo de la ciudad, para que a nadie le quepa ninguna duda de que armónica estable económicamente y perfecta es su vida familiar.

Ante la simple idea de vivir en un esquema de vida tan escaso de valores que considero importantes, me entran ganas de exiliarme de este país, que por desgracia, se parece demasiado a los otros, cada vez más.
Con lo cual, no me queda más opción que anexionar mis fuerzas a las de otros que por suerte piensan como yo, aunque sean muchos menos.

Ya no quiero ni hablar sobre las intervenciones quirúrgicas innecesarias y carísimas que nos consta se realizan cada vez más a nuestro alrededor, aunque sean los personajes televisivos los que se las financian con nuestro parné.
Qué triste que haya quinceañeras que piensan que de este modo serán más felices, con una talla más, con menos culo, con más morros..Asusta un poco, realmente.

Ha llegado un momento en que todo esto me parece insostenble, la publicidad, algo que parece tan brillante y colorido y se convierte en algo peligroso si se aplica en conciencias poco resistentes y en mentes distraídas, que no idiotas.
Porque no importa como seas para consumir desaforadamente, la única realidad es que nadie se queda al margen de esta precaria estructura del capital en que nos hallamos.

Nadie,es nadie, o poquísimos, si tendemos a relativizar las cosas.
De algún modo u otro participamos casi siempre.

Resulta tan complejo reciclar SIEMPRE,consumir de manera responsable SIEMPRE, evitar algunos comportamientos que nos cuesta evitar...y a fin de cuentas, que la ética forme parte de tí de manera constante e imperecedera..que lo sostenible resulta inviable algunas veces.

Pero si todos fueramos conscientes de lo que ocurre, y no participáramos en el atroz consumismo en vez de en lo contrario, y comprásemos según necesidades reales, y nos informáramos de lo que las multinacionales y los mercados hacen a nuestras espaldas, y sacásemos el dinero de los bancos, y ayudáramos en nuestra ciudad a gente que tiene necesidades palpables...
What wonderful world would be this.

domingo, 12 de junio de 2011

El color de la mañana es blanco, como el alma.

Hoy por fin he conseguido dormir.

El trabajo,las personas olvidadas en el tiempo físico (que no en el recuerdo),
planes etílicos de última hora y un cajón de sastre de películas, libros y música me lo habían impedido.
Ya era hora.

Los sueños salen caros,
y para ser feliz primero pasas por muchas etapas que hacen que cuando consigues algo,
merezca la pena todo lo vivido.

Como el verano necesita del invierno para penetrar en tus sentidos,
como merece la pena ver a alguien de quien llevas tiempo separada,
como cuando tras el silencio,
irrumpen las palabras de nuevo con alguien a quien quieres,
como ese abrazo después del vacío físico y el desarraigo,
como cuando empiezas a sentir en el momento menos esperado, pero tan ansiado..
y temido.

Hoy alguien me ha dejado sin palabras.
Buscaba libros en la plaza más antigua de la ciudad,
esa plaza donde empezó todo, donde te sentí tan cerca,
donde fuiste más mío que de nadie,
donde comulgaron las miradas atrapadas en nuestros cafés de invierno.

Y en el momento en que me iba,
en ese instante en que todo parécía haber terminado,
unos ojos azules de piel arrugada me han mirado sin descanso,
y he tardado en darme cuenta, pero lo he hecho.

Me han preguntado esos ojos si me gustaba la poesía,
le he contestado sin palabras,
y ha abierto una ventana gigantesca, terrible,
delante de mis ojos encendidos y mi corazón abierto como nunca.

Ese azul me ha enseñado de la vida cosas inexactas y reales,
conceptos que se escapan pero existen,
e inmersos en las palabras de aquél entonces,
frases que son tan verdad que acongojan,
me he perdido, me he perdido sin remedio en la plaza y todo ha enmudecido de repente.

Sin vacilar ha tocado ese alma transparente lo vivido,
me ha hecho sentir la pérdida, el desconsuelo,
el valor del tiempo, el primer amor, la naturaleza, la muerte,
el alma de los que sienten cada ráfaga de aire, el candor de los besos,
la sensación de que tus alas se quedaron en el invierno del corazón.
La pureza del sentir como pocos saben,
la dureza de la vejez,el calor de una madre,la tristeza de un alma solitaria,
y blanca.

He enmudecido durante horas,
no sabía si llorar de felicidad o de crudeza,
sentía de pronto que la vida tendía demasiadas cosas que no nos pertenecen,
que nada es de nadie, aunque así lo crea,
sentía que desde siempre conocí a ese hombre,
que tan sólo era una prolongación de su camino,
alguien que debía perpetrar su sensibilidad en el mundo,
necesario para abrir almas y resolverlas, o al menos ayudar a las personas a abrirse a la vida para crecer.

Crecer, pero para dentro.
Hacerlo en el conocimiento del sentimiento humano,
hacia lo prohibido y lo que nos aterra,
ese sentir abstracto del que huimos,
que no comprendemos porque preferimos ignorarlo,
ese mundo paralelo de aparente sirazón que explica tantas cosas como la más exacta ciencia,
por el cual sufrimos y amamos, y odiamos, y pecamos.

Todo lo efímero e importante,
que no sabe de cálculos y de cemento,
que posa en cada persona algo irrepetible y sensitivo,
que dota de magia al mundo y su complejidad abrumadora.

Hoy, frágil e invencible, he creído en todo lo que amo,
he querido infringir todo lo que establece fronteras al pensamiento, a la emoción,
a las cosquillas, al frío al calor, a los extremos, al amor puro y
al exceso, eso que amo, por defecto, ante todo lo que existe.

Excedernos al errar, al querer, al pensar,
sentir excesivamente, qué cosa más bella.
Hoy palpito con la tierra, y me duele el mundo,
ese al que quiero,al que temo, y en el que a veces vivo.

Hoy la muerte se me ha presentado sin preámbulos,
y me he dado cuenta de que queda mucho por sentir,
que cualquier vida puede ser eterna si es vivida,
y que llorar bajo la lluvia y enfermar de amor puede ser posiblemente,
el sentido que tiene para mí ahora estar en este lugar del espacio,
suspendida, flotando, gravitando, con el alma al aire,
volando, dispuesta a todo por un vuelco al corazón sangrante.

lunes, 6 de junio de 2011

El miedo a las respuestas.

Algunas veces, sin motivo ni razón, necesitamos el descanso del mundo para ponerle letra a nuestra particular melodía diaria.
Necesitamos por fuerza mayor, especular con las palabras, y etiquetar nuestra vida como hacemos con el resto de las cosas, aún sin saberlo.
A la gente le asusta denominar lo que siente y lo que les asusta,lo que les aflige, y hasta lo que les gusta.
Normalmente nos encontramos con que es más fácil, mucho más, denominar lo malo que nos acaece, hablar sobre la falta de, sobre los malos pensamientos, sobre las más temibles pesadillas sobre problemas y sobre la mala suerte que creemos tener.
Pocas veces ha sucedido que alguien me contara sus top ten de sueños, que me dijeran que se mueren de felicidad porque sí,o que sencillamente se han despertado afortunados y que ven la vida rebosante de esperanza y de oportunidades.
Como debería ser, en realidad.
Siempre que me adentro en una época rara y me levanto afligida y tristona,
cuando soy presa de la nostalgia y de tantas emociones contradictorias como la vida nos ofrece, escribo,
sin mirar la prosa ni cualquier pauta literaria, e intento, con más o menos éxito, desentrañar mi cabeza,sonsacar el sentido de mi estado anímico,
tratar de resolver mediante escribo,el por qué de mis pesares.
Es cierto que no todos ven la claridad escribiendo, pero sí de otras muchas formas, ya sea confiándole sus incertidumbres a un buen amigo café en mano
(o cerveza en mano),descargándose con la batería, bailando,haciendo yoga,
o pensando en la cama con las luces apagadas y su canción preferida de Sabina, esa que aún le hace llorar,
resonando la música y el sentimiento en cualquier tenue habitación.
Cúantas veces hemos sentido cosas que no comprendemos, nos ha superado algo sin nombre, nos hemos visto llorando y ante la pregunta de siempre hemos respondido que no sabemos ese ansiado por qué, que solamente lo intuimos,
pero no existe seguridad ni resolución.

Qué miedo nos han dado siempre las prguntas, pero sobre todo algunas respuestas.

En esta época estimulante y llena de sinsentidos, de prisas y de miedos no consumados, la intemperie forma parte de nosotros,y lo mismo nos encontramos eufóricos el día menos pensado, como una absurda depresión nos llena de angustia el corazón pasado mañana.
Solemos adentrarnos algunos en películas y en libros para sopesar la pena o la contradicción, a ver si en esas historias encontramos primero la distracción, después alguna pista para nuestros problemas.
Normalmente más que encontrarla, se hace difuso el pensamiento y a otra cosa, mariposa, pasamos página sin resolver nada y se afloja la tensión de un problema para volver a estar más o menos "curado".
Yo suelo tapar la desazón como puedo,
como si tomara antiflamatorios y la desgracia menguara,
sin desaparecer nunca ni ser hallada la solución a una ecuación con demasiadas incógnitas.
Cómo sentirse mejor cuando no levantas cabeza, cuando todo parece haber quedado hecho cenizas, y nada motiva a tu alma cansada, que hambrienta busca la chispa que solías tener.
Me comentaba una psicóloga que aunque el paciente siempre acude creyendo que sus problemas serán solucionados por el profesional(que parece ser un ente divino con todas las respuestas y pautas para tu felicidad)muchas teorías creen en terapias en que solamente habla el paciente, y el psicólogo le escucha, sin contestarle ni preguntarle, hasta que éste finalmente halla el porqué de sus conflictos no resueltos y aliviado, comprueba, que la solución estaba dentro de sí mismo.

A veces, como dice el libro Momo, cuya protagonista es una niña cuya única pero valiosísima cualidad es la escucha, los problemas se solucionan cuando te descargas, tú y tus pensamientos, ante unos ojos que escuchan sin juicios, o ante una piedra como la sangue sabour,la de los secretos, a la que si le cuentas todo, y te vacías en ella, te salva, rompiéndose en mil pedazos.

Yo no sé cúal es la clave, pero me siento mejor sabiendo que sois la sangue sabour de un día tan extraño como el de hoy, ya que carezco de los grandes ojos negros de Momo para salvarme.

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