lunes, 29 de noviembre de 2010

Infinita locura violeta sin letargo.

A Nora ya no le sangraba el corazón.
Se sentía algo estancada en medio de una buena vida, sin grandes altibajos,
pero no sabía como materializar ,con imágenes o palabras sus sentimientos.

Ante el sufrimiento se había drogado con sueños,
como una niña pequeña, que piensa en Mundos lejanos cuando escucha cómo sus padres discuten.
Algunas veces filtreaba con el azar,
y hacía con él tratos a corto plazo, recibiendo monodosis de buena suerte
a cambio de historias del lejano desierto,
alumbrado por fogatas y rodeado por locos instrumentos del mágico Oriente.

No se podía decir que no caminara con fuerza y decisión por los escabrosos trazados de su corta existencia, no, pero siempre esperaba a algo más, y se temía a sí misma más que a nadie en el mundo. Eso le asustaba y le cubría los vestidos púrpuras de incertidumbre vaporosa.

Su vida estaba llena de quimeras,
ideas locas y desgarradoras,
de personajes circenses, funambulistas que se juegan la vida en las alturas,
de amor del que desgarra vestiduras.

El paso del tiempo se marcaba por colores para ella,
y dependiendo de la época recordaba las luces y albores de la tierra,
las madreselvas, los crepúsculos, el rugido de la naturaleza,
exprimiendo la atmósfera que se creaba en cada momento a la milésima.

Pendía su cordura de un hilo ínfimo color violeta,
aquél que le salvaguardaba de caer en ese abismo del transtorno,
balanceándose , mecida por esos vientos del sur
bajo su cuerpo, la tierra se postraba ante su silueta sinuosa.

Era empujada hacia el vació, lo etéreo y fascinante,
deshechando la idea de pisar con sus negras y rugosas plantas del pie
ese lugar prometido al que el hombre es imantado.
La tierra no era suficiente, no podía conformarse con este lugar.

Lo prohibido le atormentaba,
y enferma por descubrir un lugar desconocido,
presa de una excitación volcánica,
se cosía las ilusiones para no resultar excesiva ante los rostros iguales que le rodeaban.

Así seguía ella, atiborrada de palabras y pulsiones,
fantaseando con cada nueva mirada, acorde y recoveco por descubrir,
muriendo ante cada limitación, con ganas de explotar y llenar el mundo de fuegos artificiales.

Florece Nora esta mañana, entre escarcha de sabores nuevos,
y deja de esperar al Universo, sabiendo que es éste, y no otro.
Que alumbra aunque sea invierno, con su sincera y fortalecida nostalgia,
los sueños de todas las almas hoy dormidas.





Las utopías no existen en el infierno de los hombres.

Fué aquella una transición sin nombre,
que sólo podía haberse dado en aquél islote descolgado de la mano de Dios,
eran tales las condiciones climáticas y de riqueza en que sus habitantes se hallaban,
que jamás antes había fecundado la Madre Naturaleza algo semejante.


Con firmes propuestas en material de sueños y huertos de hierbas medicinales,
surgieron nuevos partidos jamás oídos antes, asomándose tímidamente de entre las sombras.
Algunos tenían como programa curar el alma del pueblo enfermo con mitos y cuentos mágicos.
Otros se centraban en la risoterapia o la llantología, para ayudar tanto a almas amargas que no expresaban la risa, como a los seres sonrientes que no concebían el llanto.
También la enseñanza de lenguas muertas se convirtió en uno de los objetivos marcados,
al igual que se pretendía instruir a la gente para sembrar sus propias cosechas,
con los vegetales más deliciosos y las flores más bellas y exóticas jamás contempladas.

Se querían impartir talleres de defensa personal y técnicas orientales de relajación y sexología donde conocieran partes de su cuerpo que no sabían que existían.
Hasta querían crear un teatro histórico, en el que revivir cada guerra y pasión de las novelas apasionadas y llenas de emoción.
El pueblo podía llegar a aprender danzas de los lugares más recónditos del Planeta, desde el Tibet hasta el pueblo dowayo, sintiéndolas como propias, haciéndolas parte de ellos.
Quería un partido, incluso que su pueblo discerniera cada místico canto gregoriano, cada instrumento, cada ritmo como si fueran sus propios latidos,
alimentándose y bebiendo de la música viva que les germinaba en el cuerpo rebosante de sus miembros.

Toda la efervescencia era poca, toda idea, aceptada,
nadie era tachado de excéntrico o raro,
cada cual presentaba proyectos más descabellados,
y el pueblo, en vez de insultarles, apreciaba a los políticos, como iguales,
se juntaba a comer con los diferentes partidos como amigos,
y cantaban al son de guitarras andaluzas y tambores africanos después del festín.


Contaban con una buena materia prima en su tierra,
la predisposición de un pueblo unido e inocente, sin maldad,
no les faltaba inteligencia, ni buenas intenciones,
de hecho tenáin en su poder algunas ideas nunca oídas sobre un sistema perfecto que nunca habían visto ser utilizado.
No sabían nada y lo tenían todo .

Un día claro y frío , llegó un hombre que rebosaba arrogancia y con una gélida mirada de sus ojos casi transparentes, pidió reunirse con los políticos de las distintas propuestas políticas y el anciano jefe, que a pesar de los tiempos que corrían seguía gobernando en el pueblo, y negociar, e incluso pidió presentarse a las elecciones que proximamente si ibana celebrar.

Por lo visto, quería, como político vencedor, que se le atribuyeran varios terrenos en los cuales, según alguien le había contado como secreto de Estado, se encontraba una gran mina de minerales preciosos y polvo de oro, y exprimirlos al máximo.
Nadie entendía que hacía este hombre allí, porque a pesar de que estaban en tiempo de elecciones, nunca le habían visto, y no les daba confianza.
A los niños su mirada les aterraba, y las mujeres se sentían cohibidas antes su presencia.
Nadie sabía cómo había podido llegar al islote imposible.
Además, su propuesta era muy aburrida y sólo hablaba de cifras y usaba términos que nadie entendía, por la falta de necesidad de usarlos que habían tenido los hombres que allí vivían.

Pasaron los días y el hombre de mirada azul quiso reunirse con los que consideró los más capacitados dentro de cada partido político, los que parecían superiores entre sus semejantes, dado que evidentemente no creía que los hombres fueran iguales.
Éstos, al principio se extrañaron, pues siempre habían creído que apenas se diferenciaban unos de otros, nadie les había dicho lo contrario jamás.
Pero tras la selección, y apreciar un cambio en el tratamiento que el hombre azulado les ofrecía, una rara sensación les invadió el cuerpo, sintiéndose de una manera que jamás habían experimentado antes.
Se sentían invencibles, y veían al resto del pueblo como seres de menor importancia.

El hombre azul, les enseñó fotografías de los mayores tesoros que existían en el momento. Los diamantes de mil caras en Margarita , los corazones de cuarzo rosa que se escondían en las cuevas de la Isla de Yucatepán, la plata azteca con rubíes incrustados , el coral rojo escondido en el fondo del Arrecife de Sade..
Ahora sabían que ellos podían poseer toda esa riqueza, o al menos una parte de ella. Todo estaba bajo sus pies.

Los políticos, viendo semejante oportunidad, fueron presas de un hormigueo curioso, y se dieron cuenta de que tenían que poseer dichos pedruscos para ser felices, con lo que, pactaron con el hombre, y formaron entre todos un nuevo partido político. Sus objetivos eran meramente económicos, el plan era formar una alianza con varias islas más, y crear una forma de transportar mediante grandes navíos, toda la preciada mercancía e intercambiarla por otros tesoros que ellos no tuvieran, por tapices de seda, porcelanas o por relojes de oro, que el hombre por primera vez les había enseñado en una foto.

Semanas más tarde, el hombre había convencido a todo el poblado para que confiara en su ambiciosa propuesta, y compró a todo el que no le iba a votar con cacao indígena y tabaco americano.

Sin embargo, una vez acabaron las promesas, todos los que él no había seleccionado, tuvieron que ponerse manos a la obra y comenzar a trabajar surcando tierras con total desconocimiento de las mismas, destrozando los campos, las esculturas de los ancestros, los parques mágicos donde jugaban los niños, tan sólo para buscar el material, que obviamente no sabían donde encontrar.
Trabajaban de sol a sol, confundiendo las estaciones y olvidándose de sí mismos ante el miedo de lo que podría sucederles si no obedecían. Muchos murieron entre las rocas, sin entierro alguno de sus cuerpos vacíos de esperanza.
Las mujeres lloraban porque no veían a sus maridos, los niños vivieron sin conocer a sus padres, cuya integridad peligraba, para que cuatro obtuvieran todo el beneficio.

Toda una vida alimentando las ambiciones de unos pocos.

La técnica había traído el veneno al islote, la corrupción, la envidia y la codicia, todos los sentimientos que tan poderosos hacen sentir a los hombres y tan llenos de bajos valores se hallan.

Los políticos una vez creyeron en utopías.
Los políticos casi consiguieron que la utopía se materializara, pero no pude ser.
Aquél lugar era el único en el Universo en que aún se daban unas condiciones perfectas para la felicidad, y estuvieron tan cerca...
Fué aquél el último punto del planeta en conocer el pecado y la maldad.

Nunca más pudieron ser dueños de sí mismos,
pero algunos abuelos recordaban cuando casi consiguen serlo,
cuando el hombre convivía con el hombre movido por pureza y solidaridad,
cuando todas las oportunidades para ser dichosos se habían postrado entre sus ojos,
siéndoles ofrecida una vida común llena de diversiones sanas, de conocimiento y liberación del cuerpo y el espíritu, de goce, de sonrisas y música.

Un día uno de los ancianos, se dió cuenta de por qué jamás podría haberse dado aquella utopía soñada
Supo que el hombre que ama el poder nunca querrá que el otro piense por sí mismo, se asustará ante la sóla posibilidad, e intentará utilizar todas sus armas para hacerlo él por todos, anulándoles, arrastrándoles y borrando de sus mentes todos los sueños que algún día tuvieron.



sábado, 27 de noviembre de 2010

Sueño de invierno? No, gracias.

Arriesgarse o arrastrarse.

Hay veces que la vida te recompensa, te hace un guiño, te regala toneladas de suerte enlatada.
Intenta decirte como puede, gritándote, arañando las paredes, que sí, que estás encaminado, que hay esperanza , que te mereces la paz que ansías.
Por eso no podemos dejarnos caer en la apatía, en el malestar de una mala semana, en la magnificación de un hecho doloroso que al final nos contamine las entrañas.
No merece la pena vivir en el letargo de los recuerdos.

En vez de menguar, debemos crecernos al vernos solos en el camino,
sabiendo que casi nada se interpone en nuestro frágil destino
más que el azar y nuestra manera de afrontar los días difíciles.
El optimismo se intensifica si aparecen obstáculos,
la capacidad de reacción se eleva al cuadrado.
Te sumerges por fin en aguas dulces y burbujeantes, aislándote de cada pensamiento negativo.
Todo parece jodidamente perfecto.

Vivir la vida que te ha tocado vivir,
difuminado en tus circunstancias,
sufriendo con pasión los conflictos ajenos ,
e intentando apaciguar los de uno mísmo, dejándonos de mirar el ombligo por primera vez.
Creer en lo que uno quiera creer, sin imposiciones,
sintiendo que todo se va haciendo más nítido, claro,
y aferrándose al clavo ardiendo de la posibilidad. De la efímera felicidad.

Hay épocas que se utilizan para quemarlas después de vivirlas,
eternas en que los días parecen no tener fin,
épocas llenas de calor en que el día no tiene suficientes horas,
y otras en que vivir al límite es lo que toca,
atentando contra las expectativas,
integrándonos en nuevos mundos de colores chillones,
y cada escenario es siempre distinto, nunca estático,
y de repente te das cuenta
de quién eres
o quién quieres ser.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Hoy, la nostalgia, mañana Dios dirá.

Hace una mañana de mil demonios en la villa de Bilbao.
El cielo está cargado de cegadora luz y las nubes rocían de lluvia ácida la ciudad a intervalos inesperados.
Inexplicablemente me siento tan triste como el cielo.
Después de haberme reprimido, haber vivido rápido, acompañada por el éxtasis de una buena época, con prisa, sin pausa ni reflexión, siento un vacío dentro de mi cuerpo que no se como interpretar. Alguien me dijo hace poco que esto me sucedería.
Supongo que se deba a que he vivido sin ser yo una temporada. Cegada ante los sentimientos que se cocían en mi alma, ignorándolos, como si no formaran parte de mi estupenda y activa existencia. Riéndome de la tristeza y retando a mis fantasmas.
Pero hoy algo se ha roto en el aire,
como cuando tienes una relación y notas que ya no es lo mismo, como cuando un amigo te decepciona y aunque le perdones, sientes que ha estropeado algo importante, que nunca te darás de la misma manera a ese alguien, más que por venganza, por miedo y porque sencillamente, vamos marcamos unos límites, ocultando los sentimientos en un viejo desván y exaltando la importancia de otros valores como el respeto o la confianza.
A veces tendemos a dramatizar sobre una situación porque depositamos toda nuestra energía por esa causa, nuestras emociones, en ese pequeño cajón del momento.
Después nos damos cuenta de que nada es para tanto (o al menos casi nunca suele serlo), aprendemos poco a poco a relativizar el sufrimiento y a templarlo, como cuando vas soplando el café que anhelas para reconfortarte del frío, sabiendo que aún no puedes acercarte porque es demasiado pronto..
Por eso, aunque sea demasiado pronto para olvidar o perdonar, y para acercarnos a ese café de relativismo emocional, amanece un día en el que desdramatizar no se te hace tan difícil como el día anterior y el anterior...
Resulta más sencillo, y no odias, y la rabia se ha ido meciendo con canciones que no volverás a escuchar.
Asi todo, la sensación me recuerda a cuando eras pequeño y no te gustaban las lentejas, y como te obligaban a tomártelas, lo hacías rápido, casi tapándote la nariz para no saborearlas, para acabar con ese castigo culinario y pasar a otra cosa.
Así me siento en este día del penúltimo mes, que mezcla en mí la angustia y el cosquilleo de la incipiente juventud, cargada de libertad y de luz.
Que a veces me incita a hacer para no pensar, y me sumerge a ratos en un profundo estado de "y si..s" de dejadez ,de incomprensión ante la injusticia.
Ojalá Juan Luis Guerra reviviera a este día oscuro y nostálgico con su colorida bicicleta.
Ojalá el paso del tiempo me de la razón, o me la quite con una buena sorpresa.
Ojalá que el deseo se vaya tras de tí,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores..

martes, 16 de noviembre de 2010

No echéis la culpa al destino, cobardes.

Hace un par de semanas me desperté con una sensación rara.


No había tenido tiempo de darme cuenta, con el frenético paso de las semanas, de que estoy convirtíendome en una persona adulta.
Se que resulta evidente, pero hasta ahora no lo había notado de ese modo en mi propio cuerpo.
Me miré al espejo y ví mis rasgos más marcados ,mi mandíbula estaba más definida, dejando atrás a esos "papos" de niña, e incluso mis manos parecían las de otra persona.


Interiormente también me siento un poco diferente.Ya no soy presa de esa agitación insana que antes me arrastraba hacia un gran nerviosismo, falta de concentración y caos emocional de sentimientos extremos tan autodestructivo.


Es esencial sentirse bien en el cuerpo de uno para sonreir al resto.
Creo que fué cuando pensé en estos cambios, cuando por primera vez, me atrajo la idea de crecer.


Cuando era pequeña ver cómo pasaba de mi mundo reducido y brillante al mundo de los mayores me daba vértigo.
Recuerdo una vez que rompí a llorar del miedo que me daba empezar 1ºde Primaria y tener que ir al inmenso y desconocido patio de los "gigantes".
Los cambios no me gustaban nada.
Creo que este complejo Peter Pan, (o mejor dicho Hook, película que me sabía de memoria) se debe a una infancia mágica, a haber estado viviendo durante tantos años en un mundo paralelo creado por mi madre, lleno de brillantina, de mitología , de bosques y polvo mágico de mariposa.


En mi adolescencia, caótica y conflictiva, sin embargo, me encantaba parecer mucho mayor de lo que era. Soñaba con ser universitaria, leer en cafés ir a conciertos de cantautores al ritmo de guitarras españolas, con conocer a mucha gente excéntrica , viajar y ser una escritora o periodista como en las películas o las series que veía.


Ahora que es el momento, que está pasando delante de mis ojos la década clave para formarme profesionalmente.
Pero solamente la idea de "asentarme"- como ellos dicen-, buscar un trabajo digno ,y encontrar a un hombre al que aguante y viceversa (para formar una familia) me repele y tengo ganas de huir.


Si, es cierto, yo soy la cobarde. Cobarde porque aunque viaje sola a menudo, para mí lo valiente sería aguantar en esta ciudad y madurar y morir en ella, rodeada de recuerdos, de personas que influyen en tus decisiones, gente a la que no quieres defraudar, que desgraciadamente(en este caso) te quieren demasiado y te dan muchos quebraderos de cabeza por preocuparse tanto por tí.


La cuestión llega al darte cuenta de que no vas a poder responderles como pretenden. Mejor dicho, que no quieres hacerlo.
No tengo altas expectativas económicas, ni pretendo tener un trabajo convencional lleno de horarios y de limitaciones.
Me llaman soñadora continuamente. Pero que me queda si con ésta edad hablo de la hipoteca?


Ser adulta para mí no es irse a vivir con un hombre a un piso decorado en Ikea y cenar con él los sábados por la noche en un italiano del centro. No es tener treinta años y quedar para tomar un café con tus amigas y hablar de modelitos, de pisos, de niños y de trabajos mal remunerados, de la gente que tenemos en común, de lo poco que realmente tenemos en común.
Un viaje o dos al año, conversaciones que giran en torno al dinero y a la manera de conseguir siempre más y más y más....


Veo esa vida y me entra descomposición.


Si esa es la única opción prefiero el exilio. Sólo puedo esperar a tener una vida más horripilante que esa, y es si no consigo realizar mi sueño de escribir. Aunque tenga otro trabajo, pero lo haga por gusto, porque me encanta, con alguien leyendome al otro lado.
Ojalá siempre tenga estas ganas locas de escribir.


Ahora, aunque me gusta, tengo pánico a ser adulta por la importancia que doy al tiempo, porque siempre quiero exprimirlo al máximo, hacer milagros con él, engañarle como puedo y decirle que conmigo su ritmo no tiene sentido.
Si ahora no veo mi vida como una sucesión de grandes momentos, de planes, de gente, de luces, de vida...cuando?
Es un gran momento en mi vida, aunque espero que le sucedan otros muchos que me hagan vibrar y luchar.Que siempre me defina la palabra soñadora.


Es un día lluvioso y son las ocho y entre el sueño y la vigilia he sentido que debía escribir algo.
Parece que palabras como perdón y gracias siempre nos cuestan un poco más.


Gracias, ahora sí, a las personas que me insuflan energía, risa y ganas de comerme el Mundo.




viernes, 12 de noviembre de 2010

Peregrino

¿Volver?
Vuelva el que tenga
Tras largos años , tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia,
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas tú, ¿volver?, Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Si hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida
No eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

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Una vida no cabe en 1200 caracteres.

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